Miscelánea Humana

¿Y si el coronavirus anda en tu patio trasero?

2022-02-09

Muchos especialistas mencionaron que esperaban que el virus se instalara y circulara de manera...

Emily Anthes, Sabrina Imbler | Tne New York Times

Varios científicos en Norteamérica han encontrado una gran cantidad de venados cola blanca infectados o con anticuerpos al virus, lo que podría suponer un riesgo a futuro para otras especies y tal vez las personas.

A fines de 2020, el coronavirus acechó en silencio al venado de cola blanca de Iowa. El virus infectó a los gamos grandes y a los cervatillos patilargos. Se infiltró en un terreno delimitado para la cacería en un rincón del sureste del estado y apareció en venados silvestres, desde Sioux City hasta Dubuque.

Cuando los científicos revisaron trocitos de tejido de ganglios linfáticos congelados —extraídos de desafortunados venados que habían muerto atropellados o a mano de los cazadores— descubrieron que más del 60 por ciento de los venados de los que se tomaron muestras en diciembre de 2020 estaban infectados.

“Fue asombroso”, comentó Vivek Kapur, el microbiólogo y especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad Estatal de Pensilvania que encabezó la investigación.

Kapur y sus colegas ya han analizado las muestras de más de 4000 venados muertos en Iowa y han marcado de manera escrupulosa en un mapa del estado la ubicación de cada animal infectado. “Es una verdadera locura”, señaló. “Parece que está por todas partes”.

Desde el inicio de la pandemia, los expertos sabían que un virus salido de los animales, como los científicos creen que fue el caso del SARS-CoV-2, en teoría podría volverse a propagar entre los animales. Los visones han acaparado mucha atención luego de que el virus se propagó por algunas granjas de visones en Europa y Norteamérica, cosa que dio lugar a sacrificios masivos de esos animales. Pero los venados cola blanca, los cuales a veces deambulan en las zonas urbanas y en los patios traseros de las casas, también pueden infectarse con gran facilidad.

No es nada fácil detectar y contener las infecciones entre los venados silvestres, los cuales no presentan muchos síntomas de la enfermedad. Además, en Estados Unidos los venados viven junto a nosotros en cantidades asombrosas; cerca de 30 millones de venados cola blanca transitan por el área continental de Estados Unidos.

Vivek Kapur,  microbiólogo de la Universidad de Penn State. “Es una verdadera locura”, dijo. “Parece que está por todas partes”.

Si los venados cola blanca se convierten en un reservorio del virus, es posible que este patógeno mute y se propague hacia otros animales y luego de nuevo hacia nosotros. La adaptación en los animales es una ruta mediante la cual es probable que surjan nuevas variantes.

“Ahora mismo, esta es una gran preocupación para Estados Unidos”, aseveró Casey Barton Behravesh, quien dirige One Health Office —una agencia que se enfoca en estudiar los vínculos entre la salud del medioambiente, los seres humanos y los animales— en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.

“Si los venados llegaran a consolidarse como un reservorio dentro de la fauna silvestre de Norteamérica, y nosotros creemos que sí corren ese riesgo, en verdad hay que preocuparse por la salud de otras especies silvestres, el ganado, las mascotas e incluso las personas”, añadió Barton.

Muchos expertos pronosticaron que es posible que el virus continúe circulando entre los venados. Pero hay preguntas que siguen sin respuesta: ¿Cómo está contrayendo el virus el venado? ¿Cómo podría mutar este patógeno dentro de sus huéspedes cérvidos? ¿Y estos animales podrían volver a trasmitirlo a los seres humanos?

Los venados cola blanca son una “caja negra” para el virus, explicó Stephanie Seifert, una especialista en enfermedades zoonóticas en la Universidad Estatal de Washington: “Sabemos que el virus se ha introducido muchas veces y sabemos que de ahí sigue la transmisión. Pero no sabemos cómo este virus se está adaptando ni cómo seguirá adaptándose”.

La aparición en los cérvidos

El coronavirus se introduce en las células humanas adhiriéndose a los receptores que se conocen como ACE2. Muchos mamíferos tienen versiones parecidas de estos receptores, cosa que los hace susceptibles a la infección.

Al inicio de la pandemia, los científicos analizaron las secuencias genéticas de los receptores ACE2 en cientos de especies para predecir qué animales podrían estar en riesgo. Los venados encabezaban la lista y más adelante los experimentos de laboratorio confirmaron que estos animales podían infectarse con el virus y luego trasmitirlo a otros venados.

El Servicio de Inspección Sanitaria de Plantas y Animales del Departamento de Agricultura de Estados Unidos comenzó a buscar anticuerpos para el coronavirus en algunas muestras sanguíneas de venados de Illinois, Míchigan, Nueva York y Pensilvania. En julio, esta agencia informó que el 40 por ciento de los animales de esas áreas tenía anticuerpos, lo que indicaba que ya habían sido infectados por el virus.

Algunos meses después, el equipo de Kapur, en colaboración con el Departamento de Recursos Naturales de Iowa, informó que las infecciones activas de coronavirus eran comunes en los venados de Iowa y otro grupo anunció que más de una tercera parte de los venados a los cuales les habían tomado muestras en el noreste de Ohio estaban infectados. Los análisis genómicos sugerían que, tanto en Iowa como en Ohio, en varias ocasiones los seres humanos habían transmitido el virus a los venados y que pronto ellos se lo trasmitieron entre sí.

“Las primeras detecciones en animales de compañía, en granjas de visones y en colecciones zoológicas fueron diferentes porque las poblaciones estaban confinadas”, señaló Andrew Bowman, el veterinario epidemiólogo de la Universidad Estatal de Ohio que encabezó la investigación en dicho estado. “En realidad no teníamos un entorno natural donde el virus pudiera circular libremente”.

Aún no se sabe si el virus hace que se enfermen los venados. No existen pruebas de que los venados infectados se enfermen de gravedad, pero tal vez la gente no se ha percatado si algún animal silvestre ha sentido algún leve malestar.

Además, estos estudios —los cuales se han basado en gran medida en la vigilancia de enfermedades o en proyectos de control poblacional preexistentes— ofrecen solo un vistazo de lo que podría ser un problema en expansión. “No me sorprendería que un mayor muestreo revelara que estos eventos no son necesariamente esporádicos”, señaló Samira Mubareka, una viróloga en el Instituto de Investigación Sunnybrook y en la Universidad de Toronto.

En Canadá, están comenzando a llegar reportes de venados infectados desde Ontario, Quebec y Saskatchewan. Cuando el equipo de Mubareka secuenció el virus tomado de los venados de Canadá, descubrió que había mucha coincidencia con las secuencias de Vermont. “Los venados no respetan fronteras”, comentó Arinjay Banerjee, especialista en virus en la Universidad de Saskatchewan.

‘No existen los cubrebocas ni el distanciamiento social’

Sigue sin saberse cómo los seres humanos transmiten el virus a los venados. “En definitiva, para mí es un misterio la manera en que lo contraen”, señaló Angela Bosco-Lauth, experta en enfermedades zoonóticas en la Universidad Estatal de Colorado.

Existen muchas teorías, pero ninguna es del todo convincente. Mubareka señaló que tal vez un cazador infectado se tope con un venado, pero “si es bueno para cazar”, añadió, el venado deja de existir.

Si un excursionista infectado “estornuda y el viento está soplando en la dirección propicia, esto podría dar lugar a un evento desafortunado”, comentó Tony Goldberg, un veterinario epidemiólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison. También si las personas alimentan a los venados en el porche de su casa, tal vez estén compartiendo algo más que solo comida.

Además, los venados cola blanca son expertos saltadores y llegan a alturas de hasta dos metros y medio. “Hay que esforzarse mucho para que los venados no traspasen las vallas”, afirmó Scott Creel, un ecologista de la Universidad Estatal de Montana. A los venados no les costaría ningún trabajo saltar hacia los campos de alfalfa para pastar junto al ganado, lo que tal vez propiciaría un encuentro cercano con algún ganadero, explicó Creel.

Los contagios también podrían ser indirectos: a través de las aguas residuales, las sobras de comida o cualquier otro desecho generado por las personas. “Los venados, al igual que la mayoría de los demás animales, olfatean antes de comer”, comentó Kapur. Además, según los expertos, los venados defecan mientras comen, lo que genera las condiciones en las que tal vez otros venados escarben en busca de comida en zonas contaminadas con heces o resoplen alrededor de desechos que estén mezclados con comida.

Pero no se sabe cuánto tiempo seguiría siendo viable el virus en una fuente de agua contaminada o en la superficie de una manzana a medio comer, o si habría la cantidad suficiente como para representar un riesgo de contagio.

Un huésped intermedio, como algún gato vagabundo, podría llevar el virus de las personas a los venados. También es posible que los venados de criadero, los cuales tienen contacto frecuente con los seres humanos, transmitan el virus a sus contrapartes silvestres cuando alguno de estos se escapa o a través de sus heces, explicó Seifert. (Los investigadores descubrieron que más del 94 por ciento de los venados de un lugar de cautiverio en Texas portaban anticuerpos para el virus, más del doble de los venados en libertad en ese estado).

Tal vez no se requieran muchos contagios para que el virus prospere en un rebaño. Los venados infectados, los cuales arrojan virus en las secreciones nasales y las heces y tienen un periodo de infección de cinco a seis días, pueden transmitirles el virus a otros con mucha facilidad, aseveró Diego Diel, virólogo de la Universidad Cornell.

Los venados silvestres son individuos sociables —viajan en manada, con frecuencia se frotan unos con otros la nariz y practican la poligamia— e intercambian saliva a través de los salegares que comparten.

Además, a diferencia de los seres humanos, los venados no tienen herramientas para aplanar la curva. “No cuentan con pruebas rápidas de antígenos”, comentó Banerjee.

Kapur añadió: “No existen los cubrebocas, ni el distanciamiento social”.

Sarah Hamer, epidemióloga veterinaria de la Universidad A&M de Texas, está buscando financiación para empezar a rastrear los contactos de los venados y entender cómo influyen sus interacciones sociales en la transmisión viral. Espera utilizar registradores de proximidad para registrar el tiempo y la duración de las interacciones de los animales entre sí. “¿Qué venados se juntan con qué venados?”, dice Hamer. “¿Hay venados superpropagadores?”.

La investigación está aún en sus primeras fases, pero comprender cómo se propaga el virus es esencial tanto para frenar la transmisión en los venados como para proteger a otros animales salvajes vulnerables. Los venados pueden pastar junto a otros cérvidos, como el caribú de los bosques boreales, que está en peligro de extinción en Canadá y es una fuente de alimentación tradicional de los pueblos indígenas.

Y si los humanos están contaminando la naturaleza con el virus, podría amenazar a otras especies muy amenazadas, como el hurón de patas negras, que los expertos temen que sea vulnerable al virus. “Si está en el medio ambiente, y no sabemos exactamente de qué modo está en el medio ambiente o cómo se está propagando, de repente hay estos animales en peligro de extinción que están en un riesgo aún mayor”, dijo Kaitlin Sawatzki, viróloga de la Universidad de Tufts.

Saber cómo estamos pasándole el virus a los venados es también crucial para evaluar el riesgo de que nos lo transmitan. “La ventana metafórica está abierta, y no sabemos dónde”, dijo Bowman.

Hamer tomó una muestra de un gato doméstico para ver si tenía el coronavirus después de que su familia se hubiera infectado. Los gatos podrían ser un huésped intermedio entre los humanos y los venados. 

Inmunidad de rebaño

Es evidente que el virus se está propagando entre los venados, pero ¿qué ocurre después y qué tanto debemos preocuparnos?

Muchos especialistas mencionaron que esperaban que el virus se instalara y circulara de manera indefinida entre los venados. “Si no está ya instalado, va en esa dirección”, señaló Mubareka.

Sin embargo, los científicos aseveraron que, para estar seguros, necesitaban datos de más largo plazo y que el resultado podía cambiar. En la actualidad, parece que la gente está volviendo a introducir el virus entre los venados con frecuencia, pero si las tasas de los casos en los seres humanos se redujeran de manera considerable y la gente dejara de propagar el virus, este podría desaparecer de las poblaciones de venados.

Además, los venados sí desarrollan anticuerpos para el virus: si los anticuerpos son lo suficientemente fuertes y una cantidad suficiente de venados los desarrollan, la inmunidad de rebaño, literal, podría detener la propagación. Pero los científicos saben muy poco sobre la inmunidad en los venados. “¿La exposición a una variante protege a la población de venados de las variantes subsiguientes?”, preguntó Banerjee.

Si el virus sí se llega a instalar en los venados, es probable que evolucione de maneras que lo ayuden a prosperar en sus nuevos huéspedes.

Una versión del virus optimizada en venados no sería necesariamente más peligrosa para los seres humanos; es posible que el virus se adapte en formas que causen que las personas sean huéspedes menos hospitalarios. “Sería fabuloso que se volviera ‘covid de venados”, comentó Goldberg. (“Quizá seguiría siendo benigno en los venados”, añadió).

No obstante, el virus podría conservar su capacidad de infectar con facilidad a los seres humanos al adquirir más mutaciones preocupantes, entre ellas algunas que le permitirían evadir las defensas inmunitarias con las que contamos.

“Aun cuando se inmunizara y vacunara a toda la población humana, si sigue habiendo un reservorio persistente en los animales, eso podría permitir que el virus siguiera evolucionando”, aseguró Linda Saif, viróloga e inmunóloga de la Universidad Estatal de Ohio.

Todavía no hay pruebas de que los venados estén contagiando a la gente, y los expertos concordaron en que, para el futuro predecible, es mucho más probable que las personas contraigan el virus de otra persona y no de un animal con pezuñas.

“Incluso si los venados infectaran a las personas, esto no tendría ninguna importancia en general, ya que millones de personas se infectan por la transmisión de persona a persona”, dijo Scott Weese, veterinario de enfermedades infecciosas de la Universidad de Guelph en Ontario. “Pero se convierte en un riesgo mayor cuando empezamos a controlarlo”.

Los cazadores, que manipulan mucho los cadáveres de los venados, podrían correr un mayor riesgo de contraer el virus a través de ellos, según los científicos. (No hay pruebas de que la gente pueda infectarse por comer carne de venado cocinada a una temperatura interna de 73 grados Fahrenheit). Las personas que alimentan a sus venados con la mano —una práctica que los expertos desaconsejan— también podrían estar en riesgo.

Tal vez otros animales también estén en riesgo de contagiarse de los venados. Los depredadores, como los pumas que matan a los venados mordiéndoles la tráquea, la nariz o el hocico, podrían infectarse al comer.

Los científicos sintieron un alivio cuando las primeras investigaciones señalaron que, tanto el ganado como los cerdos tenían muy poca susceptibilidad al virus. Pero dentro de los cuerpos de los venados cola blanca, el virus podría transformarse en un patógeno capaz de infectar a ese tipo de animales de ganado.

“Eso podría representar un gran problema para la estabilidad de la producción de alimentos”, comentó Seifert.

Los expertos afirman que las autoridades sanitarias deben estar atentas.

Ahora, el Departamento de Agricultura está trabajando con agencias estatales para reunir muestras nasales y sanguíneas de venados muertos en más de una docena de estados. Este trabajo debería ayudar a los especialistas a calcular cuántos ya se han infectado y si determinadas características, desde la edad hasta el tipo de hábitat, ponen en alto riesgo a algunos venados.

“A medida que sepamos más, seguiremos mejorando y dirigiendo nuestra vigilancia”, comentó Tracey Dutcher, coordinadora de ciencia y biodefensa del Servicio de Inspección Sanitaria de Plantas y Animales del Departamento de Agricultura de Estados Unidos.

Los expertos afirman que también es necesaria la vigilancia genómica a largo plazo. “Si empezamos a ver algunas variantes virales realmente divergentes que aparecen en los venados en ciertos lugares, eso sería una señal de alarma”, dijo Goldberg.

Dependiendo de lo que los científicos averigüen en un futuro próximo, las autoridades podrían considerar una serie de posibles medidas de mitigación, como la vacunación de venados en cautividad, la reducción de rebaños infectados o la limpieza de cualquier contaminación viral ambiental que esté transmitiendo el virus a los venados en primer lugar.

“Creo que tenemos que conocer la situación antes de hacer planes”, dijo Bowman.

Por ahora, los científicos también aconsejan vigilar de cerca a otros animales salvajes. Si el virus es tan frecuente en los venados, que son relativamente fáciles de muestrear, podría estar extendiéndose silenciosamente también en otras especies.

Después de todo, la única razón por la que los científicos encontraron el virus en los venados es porque se les ocurrió buscar. “No nos habíamos dado cuenta de que se propagaba en los venados”, dijo Kapur. “No teníamos ni idea”.


 



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