Panorama Norteamericano

La filtración sobre el caso Roe es un desastre para la Corte Suprema de Estados Unidos

2022-05-04

Tengamos en cuenta que las mayorías, sobre todo en casos con mucho en juego como la ley de...

Ruth Marcus | The Washington Post

“Desastre” no es una palabra lo suficientemente fuerte para describir la filtración del borrador de una opinión de la Corte Suprema que revertiría el fallo del caso “Roe contra Wade".

Es un desastre de manera más clara para la propia Corte, cuya confidencialidad ha sido violada de una forma sin precedentes. En mi opinión, revertir el fallo de “Roe contra Wade” sería un desastre. Sería un desastre para un tribunal el hecho de que se revierta a sí mismo tras reafirmar repetidamente durante medio siglo el derecho al aborto, y aún más para las mujeres estadounidenses que han llegado a confiar en el derecho al aborto.

Pero digo “de manera más clara” porque no podemos tener la certeza de que ese desastre terminará ocurriendo. No sabemos si lo que el juez Samuel Alito denominó el “primer borrador” de una opinión mayoritaria que circuló el 10 de febrero seguirá siendo la opinión mayoritaria de la Corte.

Tengamos en cuenta que las mayorías, sobre todo en casos con mucho en juego como la ley de aborto de Mississippi en cuestión, pueden desmoronarse. No sabemos cómo Politico, que publicó originalmente la historia, obtuvo el borrador. Una teoría —mi teoría principal— es que la filtración provino del lado conservador, posiblemente de un empleado de un juez conservador preocupado por el hecho de que la aparente mayoría, lista para eliminar el derecho constitucional al aborto, podría estar desmoronándose.

Hubo un indicio de esto la semana pasada en un editorial del Wall Street Journal que advertía que el presidente de la Corte Suprema de Estados Unidos, John Glover Roberts, podría estar tratando de disuadir a los jueces Brett Kavanaugh o Amy Coney Barrett de votar a favor de revertir el fallo de Roe por completo. Es bien sabido que Roberts cambió de opinión tras votar en un principio a favor de derogar la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio en 2012 y “podría estar intentando convencer a otro juez actualmente”, advirtió el Journal. “Esperamos que no tenga éxito, por el bien de la Corte y del país”.

The Wall Street Journal afirmó que su “sospecha” era que Alito estaba redactando la opinión mayoritaria. ¿Es una coincidencia que el borrador de Alito luego se filtrara a Politico? ¿O es parte de la misma campaña para prevenir que Kavanaugh o Barrett cambien de postura?

Por supuesto, hay otros posibles culpables: ¿un empleado liberal indignado por la pérdida del derecho al aborto, tal vez? Eso tiene menos sentido. No se ganaría mucho filtrando el borrador de un resultado esperado desde el argumento oral de diciembre en el caso de Mississippi, que implica la prohibición de la mayoría de los abortos después de las 15 semanas. ¿Alguien realmente cree que la reacción cambiaría la opinión de los jueces conservadores?

Esto no significó que el bando liberal en Twitter dejara de aclamar la filtración.

“¿Está un empleado valiente dando este paso sin precedentes de filtrar un borrador de opinión para advertirle al país lo que se avecina, en un último intento desesperado para ver si la respuesta pública podría lograr que la Corte reconsidere?", preguntó Brian Fallon de Demand Justice, un grupo progresista que ha estado presionando para expandir la Corte Suprema y lograr otras medidas para controlar a la mayoría conservadora.

Tampoco impidió que el bando conservador de Twitter nombrara a un empleado en particular que había sido citado en un artículo de Politico de 2017 escrito por Josh Gerstein, uno de los reporteros que publicó la historia del borrador junto con Alexander Ward.

Lamento decirlo, pero sea quien sea la fuente, filtrar un borrador de una opinión judicial no es valentía, es traición. Adoro una filtración tanto como cualquier periodista, y felicito a Politico por su primicia, pero a diferencia del Congreso y la Casa Blanca, la corte no puede funcionar de esta manera. Una cosa es que la información se filtre luego de que suceda el cambio en una votación, pero otra cosa completamente distinta es que el borrador de una labor judicial llegue a las alertas de las noticias de última hora.

Y por mucho que tema las consecuencias de la actual supermayoría conservadora de seis jueces, no estoy preparada para creer que la institución deba ser destruida, lo que sería la consecuencia de una cultura de filtración preventiva.

Pasemos ahora al inminente desastre de la opinión en sí, asumiendo que se mantenga tal como está escrita. Por un lado, sabíamos que esto se avecinaba, sobre todo después de que el interrogatorio en el argumento oral mostrara que los otros jueces conservadores aparentemente no estaban interesados en seguir los esfuerzos de Roberts de forjar un arreglo que no llegara a la anulación absoluta.

Pero anticipar una calamidad y prepararse para su impacto es distinto a experimentarla. Leer el borrador el lunes 2 de mayo por la noche fue escalofriante. “Tanto Roe como Casey deben ser revertidos, y la autoridad para regular el aborto debe regresar al pueblo y sus representantes electos”, dice el borrador, refiriéndose al fallo de 1992 que reafirmó el derecho fundamental al aborto. Bien podría haber dicho: La autoridad para decidir continuar un embarazo debe ser removida de la mujer que tendrá que cargar con el niño o niña y devuelta a una mayoría con la libertad de imponerle a dicha mujer sus decisiones morales.

La Corte Suprema ha revertido decisiones en el pasado, pero nunca ha eliminado un derecho constitucional existente y establecido. Ahora tenemos todas las razones para creer que está dispuesto a hacerlo, y de una manera que le daría a los estados el máximo margen de maniobra. Si el borrador se convierte en ley, las legislaturas estatales tendrán la libertad de restringir todos los abortos, en casi todas las circunstancias.

La única restricción sería si la ley sobrevive al más mínimo escrutinio de todos: ver si tiene una base racional. Esto no significa casi nada. Los “intereses legítimos” del Estado, escribe Alito en el borrador, “incluyen el respeto y la preservación de la vida prenatal en todas las etapas de desarrollo”. Una ley que prohiba los abortos necesarios para salvar la vida de la madre probablemente no sobreviviría a un escrutinio racional. Eso es todo.

Imaginemos a la niña de 13 años violada por su padre y obligada a dar a luz a su hijo. Imaginemos a la madre desesperada que ya de por sí no puede mantener a sus hijos existentes. Imaginemos la pérdida de la autonomía personal.

Existe un posible resquicio de esperanza en esta calamidad de fallo. Alito hizo todo lo posible para distinguir el aborto de otros derechos igualmente implícitos en la Constitución, como el acceso a la anticoncepción, el sexo homosexual y el matrimonio entre personas del mismo sexo. El aborto, alegó, es “un acto único” porque, a diferencia de los demás, involucra una potencial vida humana.

“Hacemos hincapié en que nuestra decisión se refiere solo al derecho constitucional al aborto y a ningún otro derecho”, escribió Alito. “Nada en esta opinión debe entenderse como algo que ponga en duda los precedentes que no se refieran al aborto”.

Quizás podamos consolarnos un poco con esto. O podríamos recordar que Alito discrepó de manera enérgica en el fallo sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, argumentando que “la Constitución deja que la población de cada estado decida sobre esa cuestión”. Si eso suena alarmantemente familiar, es porque así debería ser.
 



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