Internacional - Seguridad y Justicia

Sobrevivió 4 veces, hoy entierra víctimas de masacre en Perú

2022-05-20

En julio de 1985, cuando Justa tenía 12 años, los militares volvieron a irrumpir en...

Por FRANKLIN BRICEÑO y MARTIN MEJÍA

ACCOMARCA, Perú (AP) — Justa Chuchón se salvó cuatro veces de ser asesinada durante el conflicto armado interno de Perú. El viernes, 37 años después de una sangrienta matanza, asistirá al entierro de decenas de vecinos de su pueblo natal en los Andes, donde ocurrió uno de los peores crímenes cometidos por el ejército.

Tras una ceremonia en la plaza de Accomarca en la región de Ayacucho, la mujer de 48 años y madre de dos caminó junto a muchos por las calles de su pueblo, cuyo nombre se ha mantenido por décadas como símbolo de la persistencia ciudadana por alcanzar justicia ante la brutalidad militar.

“Por fin nuestros paisanos, amigos y vecinos encontrarán descanso”, dijo Justa. Los ataúdes para 80 vecinos -de los 114 asesinados en el pueblo entre 1980 y 2000- fueron enterrados en un cementerio construido en una antigua base militar que hace cuatro décadas fue usada como centro de tortura. En uno de los féretros están los restos de una mujer y su hijo no nacido.

Del total de cajones, hay 37 que contienen osamentas identificadas mediante ADN y corresponden a parte de los 69 asesinados en la gran masacre del 14 agosto de 1985. Otros 43 ataúdes contienen vestimentas de los asesinados y en otros casos rosarios porque no se tiene ni siquiera las ropas.

En la década de 1980 Sendero Luminoso instaló bases clandestinas en Accomarca, asesinó a autoridades y obligó a los agricultores a alimentarlos bajo pena de muerte. En respuesta, el ejército comenzó a matar, violar y robar a los campesinos acusándolos de terroristas. Los ciudadanos de Accomarca eran amenazados de muerte tanto por los terroristas como por los soldados.

Las actividades agrícolas, ganaderas y los negocios de muchos peruanos de lengua quechua fueron afectadas tras el inicio de la lucha armada de Sendero Luminoso contra el Estado en 1980, una guerra que provocó historias de desarraigo, dolor y lucha como la de Justa.

Tenía diez años cuando en 1983 dos soldados ingresaron a su casa en Accomarca y uno le aplastó el pecho con la boca del fusil. Tras patearla le ordenó a ella y sus hermanos salir a recoger y enterrar 11 cadáveres de civiles ejecutados en la calle, incluidos dos maestros con sus esposas e hijos y un universitario con las orejas cortadas, todos acusados de integrar Sendero Luminoso.

Ella dijo que en esa época ya se comentaba que los militares violaban mujeres de forma indiscriminada. Por eso su hermana mayor se disfrazó en una oportunidad con ropa de su abuela para confundir a los uniformados y evitar el acoso.

En julio de 1985, cuando Justa tenía 12 años, los militares volvieron a irrumpir en una feria comercial de Accomarca. Un grupo la persiguió a tiros de fusil a ella y a su prima. Las adolescentes corrieron hasta la casa de una tía pero descubrieron que otros militares la estaban violando delante de sus pequeños hijos. Dos soldados llevaron a ella y a su prima a dos cuartos de la casa y también las ultrajaron. Ella tenía puesta una pollera roja con bordes celestes que su mamá le había regalado en su reciente cumpleaños. “No sabía si gritar o llorar, le pedí que no me mate”, recordó.



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