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El colapso de criptomonedas revela lo que hay detrás de cada estafa
Por Molly Roberts | The Washington Post
Se puede tropezar una vez con una piedra, pero tropezar de nuevo con la misma piedra… bueno, eso es exactamente lo que mantiene activo el juego de las criptomonedas.
El colapso del mes pasado de tokens e intercambios digitales tuvo muchos nombres que incluso los más desconectados del asunto reconocerían: bitcoin, Coinbase, ether. Pero los participantes que quizás sean más responsables de convertir un lento declive en una caída en picada no son tan conocidos. La implosión de la llamada “moneda estable” (stablecoin) terraUSD y su moneda hermana LUNA revela en qué se basan todos los ardids de las criptodivisas: la fe.
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El empresario surcoreano Do Kwon pregonó terraUSD como una innovación que transformaría la industria. Se supone que las monedas estables sean exactamente lo que su nombre implica: estables. Están vinculadas al valor de una divisa existente, por lo general el dólar, para que los compradores siempre puedan cambiarlas a una tasa de uno a uno. Tradicionalmente, su valor está respaldado por una reserva que incluye activos más confiables como efectivo y bonos del Tesoro, estos últimos respaldados por la plena confianza y crédito de Estados Unidos. Ese no es el caso de terraUSD. En cambio, terraUSD está respaldada por… un algoritmo.
Por descabellado que suene este concepto, al final se basa menos en informática complicada que en las viejas finanzas de siempre. TerraUSD estaba vinculada a LUNA, una criptomoneda recién acuñada (pero que no era una “moneda estable”) también controlada por la empresa Terraform Labs. En pocas palabras, los creadores de los tókenes vincularon terraUSD a LUNA de tal manera que, cuando los operadores de alta frecuencia ansiosos por ganar dinero fácil vendieran de un lado a otro entre las dos, el precio de LUNA fluctuara mientras que el valor de terraUSD se mantuviera más o menos estable.
Esto es teoría del arbitraje, y suele funcionar siempre y cuando los operadores sigan vendiendo y comprando. El problema es que los operadores solo seguirán activos mientras crean que hay dinero que ganar. Eso significa que tenían que pensar que LUNA en realidad tenía algún valor, lo cual, gracias a una desafortunada confluencia de factores, con el tiempo dejó de ser así. Y eso fue lo que desmoronó todo el asunto.
TerraUSD operaba, en esencia, por convicción ciega. Ningún Estado soberano la avalaba, ni tampoco alguna bóveda repleta de oro. Simplemente se le pidió a la gente que creyera en la estabilidad de terraUSD y, apenas dudaron de su estabilidad, se volvió inestable. Pero las criptomonedas y otros activos digitales que no son comercializados como monedas estables dependen en esencia de lo mismo: una maquinaria promotora siempre activa que consume al menos tanto dinero como el que genera.
El problema es que los más grandes creyentes tienden a ser los que más pierden, porque permanecen más tiempo, mientras que los más astutos (y quizás más cínicos) saben cuándo entrar y cuándo salir. Quizás pongas los ojos en blanco ante las estrellas de baloncesto que gastan cientos de millones de dólares en imágenes digitales de caricaturas de simios con ropa humana, y probablemente deberías hacerlo. Pero no pierdas de vista los tuits y las publicaciones de Reddit de participantes pequeños que invirtieron el equivalente al salario de un año en LUNA y alentaron a sus amigos a hacer lo mismo, o canalizaron la jubilación de su abuela hacia el éter. Eso podría hacerte derramar una lágrima.
A los asiduos de las criptomonedas, cuando se les acusa de haber sido estafados en un esquema Ponzi de proporciones incalculables, les encanta invocar el sentido de “comunidad”. Afirman que no confían simplemente en el valor monetario de un token bautizado con un nombre tonto y asegurado por un “algoritmo”, sino que confían en el valor social de construir un sistema y un mundo mejor y, lo más importante, en el valor de construirlo juntos. En otras palabras, la verdadera revolución financiera son los amigos que hacemos en el proceso. Podría ser el caso, pero el sentido de comunidad ha sido clave para muchas estafas piramidales históricas. ¿O para qué se va a una reunión de Tupperware si no es para conocer amas de casa afines con las cuales comulgar y vender plástico de polietileno?
La gente siempre buscará sentido de comunidad, y siempre buscará dinero. Prueba de ello: LUNA 2.0 debutó el fin de semana pasado para vengar a sus predecesoras caídas. Para atraer inversores a pesar de la desgracia, Terraform Labs está realizando lo que se conoce como un airdrop: poner LUNA 2.0 gratis en los wallets de los titulares originales de LUNA y terraUSD, para ayudarlos a recuperar sus pérdidas. Lo cual solo lo podrán hacer, claro está, si LUNA 2.0 se convierte en algo de valor. Así que es mejor no vender todavía.
aranza
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