Espectáculos
La Plaza Monumental de México ya no celebra corridas de toros
La plaza de toros más grande del mundo tiene sus puertas cerradas por orden de un juez. No habrá más corridas en la Monumental mexicana hasta que los tribunales decidan y son varios los que van a emitir un dictamen que puede acabar con la fiesta taurina en uno de los países con mayor tradición. Los ataques a la tauromaquia están llegando por distintos frentes: medidas políticas en el Congreso, demandas judiciales de las asociaciones civiles y una última, más difícil de calibrar, la tradición de entonces ya no encuentra acomodo entre las nuevas generaciones.
El pasado 27 de mayo, un juez dictó suspensión provisional al espectáculo en la Plaza México, el gran coso de la capital, con cabida para 50,000 aficionados. La prohibición total llegó el pasado viernes: no habrá más corridas hasta que termine el proceso judicial y pueden pasar meses hasta que eso ocurra. El argumento sobre el que reflexionarán es el derecho a un medio ambiente sano, recogido en el artículo 4 de la Constitución mexicana, con base en el cual ha demandado la asociación civil Justicia Justa. Entienden que ese derecho queda vulnerado si se maltrata a los animales, seres sintientes cuya presencia en nuestra sociedad contribuye a una naturaleza saludable. Así lo explican y el juez les ha dado la razón con esa misma idea. “La sociedad se encuentra interesada en que se respete la integridad física y emocional de todos los animales porque son seres vivos que conforman los ecosistemas y, por consiguiente, contribuyen con servicios ambientales que resultan esenciales para el ser humano”, ha dicho el juez Jonathan Bass para argumentar la suspensión definitiva del espectáculo en la Monumental.
El frente en los tribunales no se agota aquí. Tan importante o más para el destino de la tauromaquia en México será el dictamen que emita la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), quien todavía debate si se puede declarar bien de interés cultural a una fiesta en la que se maltrata hasta la muerte a un ser sintiente como el toro de lidia. Si esos dos conceptos no les resultan concordantes, la fiesta podría tener los días contados, en virtud de la jurisprudencia que emane de la Suprema Corte. Los ministros de este Tribunal Supremo debaten sobre el asunto desde 2019, a raíz de la declaración en Nayarit de las corridas de toros como patrimonio cultural inmaterial de aquel Estado mexicano. En otros ocho, Aguascalientes, Tlaxcala, Hidalgo, Querétaro, Zacatecas, Michoacán, Nuevo León y Guanajuato, la fiesta taurina goza de la misma protección.
Otra embestida para la plaza de la capital mexicana se produjo, a principios de diciembre pasado, en el Congreso de la Ciudad de México, donde la comisión de Bienestar Animal aprobó suspender las corridas en la Monumental. Partidos de izquierda, como el que gobierna, Morena, se ausentaron de la votación. Otros de derechas, como el PAN, sumó sus votos al PRI y algunos más para prohibirlas. No era la primera vez que el asunto se llevaba por la vía política, pero sí la primera que encontró los apoyos suficientes. Faltaba pasarlo a pleno y eso aún no ha llegado. Todo está parado por el momento, a la espera de abrir un gran debate con las partes implicadas. El argumento que más ha pesado para abrir un paréntesis antes de seguir es el de los miles de empleos que podrían desaparecer con la tradición taurina. La Asociación Tauromaquia Mexicana habla de un flujo económico de 6,900 millones de pesos (328 millones de euros) relacionados con esta actividad, más de 80,000 empleos directos y 146,000 indirectos, 800 millones (38 millones de euros)en impuestos. No es poca cosa, teniendo en cuenta, además, que la economía mexicana cuenta millones de personas entre la pobreza y la extrema pobreza.
La jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, del mismo partido que el presidente de la República, se ha decantado por los taurinos y presentó su recurso junto a la gerencia de la Plaza México contra la suspensión cautelar. No hubo caso. Ahora tienen otros 10 días para impugnar la prohibición definitiva dictada el viernes pasado.
Tanto los aficionados como los detractores de la fiesta miran a los políticos en busca de una solución donde son los tribunales, como en tantas otras ocasiones, los que acabarán decidiendo finalmente. Muchas de las políticas trascendentales, desde el aborto al consumo de la marihuana, vienen solucionándose en México en las Cortes judiciales. Solo cuando estas se pronuncian, los Congresos estatales van adaptando su legislación. En el caso de los toros parece que el asunto tomará el mismo camino. Lo que ocurra en la capital tiene visos de extenderse por todos lados en virtud de la jurisprudencia. “Va a generar un efecto dominó y va a obligar a las partes involucradas a pensar si esta actividad puede realizarse en los términos que se ha hecho hasta ahora”, apunta la directora de Justicia Justa, Denise Tron.
En ello confían los antitaurinos y es el temor que ya perciben los seguidores. Pero los unos y los otros sienten que la ayuda de los políticos es vital para la solución que cada quien ansía. Lastradas por un declive que viene marcando el tiempo en todos los países con la tradición viva, las corridas de toros necesitan voluntad política para mantenerlas o erradicarlas. Los antitaurinos opinan que los políticos enarbolan la bandera de la protección animal y el medioambientalismo antes de las elecciones y luego se olvidan. Lo mismo creen los del otro bando, que las promesas de mantener la fiesta se quedan en nada cuando quienes las hicieron llegan al Gobierno.
Las encuestas conocidas, muy antiguas para el mutante pensamiento de las sociedades actuales, indican que menos de la mitad de la población está a favor de la fiesta y alrededor de un 59% no le encuentra ninguna gracia o la repudia por completo. Otros espectáculos, como los deportivos, el cine o el teatro, van ganando la partida. Los aficionados reconocen que el sacrificio del toro en la plaza es un plato fuerte para las nuevas generaciones, que apenas toleran el conejo en su menú. Pero el argumento del medioambiente sano utilizado por el juez Jonathan Bass para cerrar la arena de la Monumental les resulta estrambótico, cuando menos. “El toro bravo vive y es criado para las corridas de toros, se extinguiría si no tiene otro uso, ahí sí sufriría daño el ecosistema”, dice el gerente de la Plaza México, Mario Zulaica.
El debate entre unos y otros, con argumentos similares, parece estar ya en vías de resolución. Serán los tribunales quienes tomen la palabra, mucho antes que la política, con toda probabilidad. Y de ese dictamen pende ahora una tradición para la que México encuentra buenos aliados en España.
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aranza
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