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Un millón de musulmanes inician el peregrinaje del haj
Por AMR NABIL y ISABEL DEBRE
MECA, Arabia Saudí (AP) — Es una escena de esperanza -y alivio- para musulmanes de todo el mundo.
Un millón de peregrinos de todo el mundo se reunieron el jueves en la ciudad santa de La Meca, en Arabia Saudí, para los ritos iniciales del haj, el mayor peregrinaje islámico desde que la pandemia del coronavirus trastocó el evento anual, uno de los principales pilares del islam.
El haj es una obligación que deben hacer una vez en la vida los musulmanes con capacidad física y financiera de hacer el viaje, que lleva a los fieles por la senda que siguió el profeta Mahoma hace unos 1,400 años. Durante cinco días, los peregrinos realizaron una serie de rituales que pretendían acercarlos a Dios.
Eso incluye rezar en torno a la Kaaba, una estructura con forma de cubo que es el santuario más sagrado del islam. En el centro del patio de la Gran Mezquita, miles de peregrinos sin mascarilla daban vueltas a la Kaaba el jueves.
La multitud, visiblemente más reducida de lo habitual, avanzaba en dirección contraria a las agujas del reloj en torno al edificio de granito. Los musulmanes practicantes en cualquier lugar del mundo rezan en dirección a la Kaaba.
Los peregrinos parecían haber abandonado las precauciones contra el COVID-19, un gran contraste con el distanciamiento social y las mascarillas de los dos últimos años. En esta ocasión había indicios de algo de vigilancia.
Normalmente, los fieles luchaban contra la masa para una ocasión de tocar y besar la piedra negra en la esquina oriental de la Kaaba, pero el gobierno saudí ha prohibido esta práctica. También se distribuyeron botellas de agua del pozo sagrado en lugar de permitir que los peregrinos beban de los recipientes en la mezquita. Había miles de trabajadores médicos para asistir a los que lo necesitaran.
El haj de este año estaba abierto apenas a un millón de peregrinos nacionales y extranjeros que estuvieran totalmente vacunados contra el coronavirus, dieran negativo en una prueba de COVID-19 y tuvieran entre 18 y 65 años. Las autoridades estimaban que el 85% había llegado del extranjero.
Aunque la asistencia de este año está muy por debajo de los 2,5 millones de visitantes que llegaban cada año antes de la pandemia, es un acercamiento a la normalidad después de que el reino saudí restringiera el evento a un pequeño número de residentes musulmanes los dos últimos años.
El ritual casi se eliminó en 2020, cuando apenas 1,000 residentes en Arabia Saudí pudieron participar. Unos 60,000 residentes asistieron el año pasado. Las restricciones sin precedentes conmocionaron al mundo musulmán y a muchos creyentes, que a menudo esperan y ahorran durante años para emprender el viaje.
Aunque ha salido de la sombra de la pandemia, el haj se celebraba ahora durante la guerra de Rusia en Ucrania, un conflicto que puede producirse a miles de millas de los hogares de muchos musulmanes pero que ha disparado los precios de alimentos básicos y causado miseria en todo el mundo.
La nueva edición también reflejaba los últimos esfuerzos del príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman, gobernante de facto del país, por relajar restricciones sociales y transformar el reino. Arabia Saudí empezó a permitir el año pasado la participación oficial de mujeres en el haj sin un tutor varón.
El haj pretende ser un gran igualador y unificador de los musulmanes. Los peregrinos llevan ropas sencillas: los hombres suelen llevar una prenda blanca, mientras que las mujeres visten ropa conservadora, se cubren el pelo y renuncian a maquillaje, esmalte de uñas y perfume para acercarse a Dios.
Pero ni siquiera la Meca puede escapar de la brecha de riqueza: los más acomodados pueden pagar unos 3,000 dólares la noche por hoteles de cinco estrellas con vistas a la Kaaba. Para la mayoría, sin embargo, el peregrinaje supone dormir en alojamientos sencillos o en el suelo en torno a la mezquita para realizar las oraciones diarias antes del haj.
Jamileth