Entre la Espada y la Pared
La tensión entre Estados Unidos y México podría afectar el destino de Caro Quintero
León Krauze, The Washinton Post
El 15 de julio, las fuerzas de seguridad mexicanas finalmente capturaron a Rafael Caro Quintero. Mientras lo sacaban de los matorrales en el estado norteño de Sinaloa, retenido por las autoridades luego de haber sido descubierto por un perro de la Marina de México, el hombre conocido como el “narco de narcos” parecía estar resignado.
Quizás ya sabía lo que le venía. Durante más de 40 años, Caro Quintero desempeñó un papel fundamental en algunas de las organizaciones criminales más notorias de México. A finales de la década de 1970, fue clave para establecer la hegemonía del Cártel de Guadalajara, la infame organización de Miguel Ángel Félix Gallardo, la cual aumentó la producción de drogas y abrió rutas de tráfico ilícito por todo México.
Luego, en 1985, ejecutó la brutal tortura y asesinato de Enrique “Kiki” Camarena Salazar, un agente de la DEA que trabajaba en México. Esa atrocidad puso a Caro Quintero en la mira de las autoridades de ambos lados de la frontera. Tras ser arrestado en Costa Rica pocos meses después del asesinato, Caro Quintero comenzó a cumplir una condena de 40 años por el delito. Sin embargo, su historia no terminaría allí.
Tras ser liberado en 2013 por un tecnicismo legal, Caro Quintero se dio a la fuga. Desde la clandestinidad, proclamó su inocencia e insistió en que no tenía nada que ver con el narcotráfico. La evidencia sugirió lo contrario, y las autoridades estadounidenses renovaron su búsqueda para llevarlo ante la justicia. Ofrecieron una recompensa considerable por su captura.
Ahora, finalmente, podrían tener la oportunidad de poner a Caro Quintero frente a un jurado y quizás lograr que acompañe a su antiguo colega Joaquín “El Chapo” Guzmán en la cárcel. El viernes 15 de julio, el Departamento de Justicia anunció que buscaría su “extradición inmediata” a Estados Unidos para ser juzgado por la “tortura y ejecución” de Camarena.
Pero lograr eso no será sencillo.
El arresto se produce en un momento complicado en la relación bilateral entre Estados Unidos y México. Los informes sugieren que la operación Caro Quintero fue el resultado de la presión directa del gobierno de Joe Biden, que se produjo durante la reciente visita del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, a la Casa Blanca. Poco después de la captura, el gobierno de Estados Unidos no tardó en resaltar su papel en la operación. “El arresto de hoy es la culminación del trabajo incansable de la DEA y sus socios mexicanos para llevar a Caro Quintero ante la justicia por sus presuntos delitos”, escribió el fiscal general Merrick Garland. La administradora de la DEA, Anne Milgram, emitió un mensaje similar.
Sin embargo, López Obrador rápidamente contradijo esa versión de los hechos. “En el caso de la participación de la DEA (…) no tuvieron injerencia directa. Se pide información en algunos. En este no”, afirmó. Incluso el embajador de Estados Unidos, Ken Salazar, quien se ha vuelto cercano a López Obrador, intervino. “Para aclarar, ningún personal de los Estados Unidos participó en la operación táctica que resultó en el arresto de Caro Quintero”, afirmó Salazar en un comunicado. “La aprehensión de Caro Quintero fue realizada exclusivamente por el gobierno mexicano”.
La fricción se ha venido acumulando durante ya algún tiempo. López Obrador boicoteó la Cumbre de las Américas organizada en Los Ángeles, por la decisión del gobierno de Biden de excluir a Cuba, Venezuela y Nicaragua. La semana pasada, quizás no por coincidencia, la Casa Blanca anunció que iniciaría consultas formales de los acuerdos comerciales con México y Canadá sobre las políticas energéticas de López Obrador. “Tenemos serias preocupaciones sobre los cambios en las políticas energéticas de México y su consistencia con los compromisos adquiridos en el T-MEC”, tuiteó la representante comercial de Estados Unidos, Katherine Tai. López Obrador respondió desestimando las inquietudes. “No hay ningún problema de nada”, dijo durante su conferencia de prensa diaria. Luego procedió a poner una canción de cumbia. “Uy, qué miedo”, dice la canción.
En medio de este entorno inestable, ¿aceptará México la extradición del narcotraficante? Con pleno conocimiento del destino que le espera en Estados Unidos, Caro Quintero probablemente luchará contra eso con las uñas y los dientes. El proceso podría ser largo. Pocas horas después del arresto, un tribunal mexicano le otorgó un amparo legal para evitar la extradición inmediata. “Al final, una vez que concluyan todos los procesos legales, la decisión terminará siendo del gobierno mexicano”, me aseguró el experto en seguridad Alejandro Hope.
¿Qué pasaría si el gobierno de López Obrador una vez más decidiera optar por la confrontación y le da largas al asunto?. “La presión de Washington realmente se incrementaría”, me dijo Hope. “De gran manera”.
Jamileth
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