¡Basta ya!

“La gente está aburrida de los políticos”

2019-12-12

 “Es mucho lo que está en juego. Estamos ante el fin del consenso que ha habido en...

Cristina Galindo, El País

Pocas veces la batalla por hacerse con un escaño ha estado tan reñida. Solo unos cientos de votos permitieron al candidato conservador ganar en 2017 en la circunscripción de Putney, en Londres, y en las elecciones generales de este jueves los laboristas pueden recuperar ese diputado que perdieron en 2005. “Hemos hecho lo que hemos podido”, comenta Ben Walters, de 42 años, que ha votado por el Partido Laborista que lidera Jeremy Corbyn. Por primera vez, ha participado en una campaña electoral, pidiendo el voto casa por casa, una vez a la semana durante seis semanas: “Es mucho lo que está en juego. Estamos ante el fin del consenso que ha habido en torno a la política capitalista neoliberal en las últimas cuatro décadas, y el futuro parece muy incierto”, señala este escritor, productor y crítico preguntado por las razones que le han llevado a movilizarse.

Es estas elecciones desempeñan un papel clave lugares en los que, como Putney, la diferencia entre los principales rivales es tan ajustada que no se puede prever el resultado: esto sucede en esta ocasión en más de un centenar de las 650 circunscripciones que hay por todo el país. Esas 650 zonas se traducen en 650 diputados (solo el candidato con la mayoría de los votos en cada circunscripción logra un puesto en Westminster).

La incógnita en Putney es si tendrán éxito los que, como Walters, han intentado que más gente vote a los laboristas. Desde luego no ha funcionado con Margaret Roche, una jubilada de 75 años que llegó al barrio procedente de Irlanda hace casi seis décadas. “Boris Johnson me gusta, va a hacer cosas y va a hacer realidad el Brexit”, vaticina. Caminando desde el centro electoral situado en St. Stephen Church a su casa, Roche no tarda ni diez segundos en identificarse como una orgullosa votante tory, algo que no siempre es fácil de encontrar en Londres, una ciudad entregada mayoritariamente al laborismo donde muchos conservadores prefieren no hacer públicas sus preferencias políticas.

¿Siempre ha votado al mismo partido? “A mí los conservadores siempre me han dado cosas positivas”, responde. “La gente se queja mucho. Mi hijo trabaja en la policía y ve a diario jóvenes que no quieren levantarse para ir a trabajar. Cada uno tiene que valerse por sí mismo”. Roche forma parte del escaso 28% que en Putney votó a favor de salir de la UE en 2016. Un cartel colocado en un poste cerca del colegio electoral señala a Corbyn como la razón de todos los males que puedan ocurrirle al Reino Unido: “¿Dejarías a tus hijos con este hombre?”, dice en letras blancas sobre un fondo rojo y una imagen del líder laborista que parece salido del infierno.

El Reino Unido acude a las urnas por cuarta vez en cinco años (tres elecciones generales y un referéndum para decidir sobre la salida de la UE) y el cansancio hace mella en muchos. Pero no en gente como Walters que, ya sea apoyando al laborismo o a otros partidos, se involucran en la campaña. En el caso de este crítico, por primera vez. “El ambiente que encuentras es generalmente negativo. La gente está aburrida de los políticos, no les impresiona nada de lo que dicen. Muchos están cansados. Votan pensando en quién es el candidato menos malo”, cuenta.

La participación (sobre todo la incorporación de votantes jóvenes) será una de las claves de una jornada en la que los conservadores aspiran a conseguir la mayoría suficiente en el Parlamento para aprobar el acuerdo que permita al Brexit materializarse el 31 de enero. “La salida de la UE me preocupa, pero también veo cómo se está deteriorando la sanidad, la educación, y otros aspectos sociales por la falta de inversión pública”, afirma Walters. “Si los tories consiguen mayoría, en cinco años no sé dónde vamos a estar”, añade. Y defiende a Corbyn: “Dicen que es demasiado radical, pero para mí el más radical es Boris Johnson”.

Putney es como cualquier barrio residencial del suroeste de Londres. Adosados de ladrillo marrón y ventanas blancas junto a apartamentos de reciente construcción y, más al sur, en dirección a Wimbledon, grandes casas rodeadas de zonas verdes. El metro y el tren comunican este lugar con el resto de Londres. También hay una conexión a través de un puente en el Támesis famoso por ser el punto de salida de la competición de remo que cada año enfrenta a Oxford y Cambridge. Al lado se encuentra St. Mary’s Church, donde en 1647, en plena guerra civil inglesa, los soldados y oficiales del Ejército del revolucionario Oliver Cromwell mantuvieron unos debates con un grupo de representantes civiles en los que se plantearon entonces aspectos relacionados con la democracia que hasta entonces nadie había explorado: ¿solo los propietarios pueden votar?, ¿debe existir la monarquía?, ¿llevará todo esto a la anarquía?

Los deseos de Putney de seguir en la UE son compartidos más allá del río Wandle, un afluente del Támesis que forma una especie de frontera natural entre esta circunscripción y otra, Tooting, donde los laboristas siempre han ganado. Hace dos años, la guía Lonely Planet situaba el barrio entre “los 10 más cool” del mundo. Aquí nació el actual alcalde de Londres, el laborista Sadiq Khan, y por esta zona fue diputado hasta 2016. Al norte del río, en Hackney, otro feudo laborista, Toby Clark ha votado a Corbyn antes de ir al trabajo (las elecciones son en día laborable y los colegios abren de siete de la mañana a diez de la noche para que la gente tenga tiempo para ir a votar). “Lo que me parece más importante es que el próximo Gobierno ponga fin a la austeridad que ha pasado factura a la sanidad y la educación”, asegura.

El programa de Corbyn, con renacionalizaciones de algunos servicios como el agua y la electricidad, banda ancha de Internet gratuita y miles de millones en inversiones, supone para muchos una vuelta al socialismo de los años setenta. “¿Y qué? Yo nací en aquella época y estudié gratis en la Universidad. Ahora muchos que acaban los estudios deben 40,000 libras [unos 47,000 euros] porque han tenido que pedir dinero prestado”, explica este ingeniero de 46 años. “Me gustaría que los políticos hablaran más de la emergencia climática que del Brexit… Me gustaría que alguien calculara cuánto dinero nos hemos gastado hablando del Brexit”, afirma Clark. ¿Y qué le parece Corbyn? “No tengo información para juzgarle, pero creo que ha sido demonizado por la prensa y le atacan porque quiere cambiar las cosas”, añade.

Más al oeste, en Notting Hill, dos veinteañeros desafían la máxima que dice que el conservador es un partido para mayores y caminan por la calle llevando en la mano folletos y una pegatina en el abrigo. “Durante la campaña hemos tenido respuestas muy positivas, sobre todo de la clase trabajadora”, explica uno de ellos, que añade que no quieren dar sus nombres ni hacerse fotos. “Boris Johnson va a hacer realidad el Brexit y, en cuanto suceda, todo irá mejor, la economía, todo”, explica con prisas por irse.

Pese a que se esperaba un importante avance de los liberaldemócratas, partido que aboga sin ambigüedades por dar marcha atrás totalmente al Brexit, los sondeos indican que no se va a producir ese resurgir. Thais Portilho, británica-brasileña de 37 años, vota al partido liderado por Jo Swinson desde 2013. “Su campaña ha sido la mejor, la única con datos fundados y argumentados. No quiero el Brexit y este es el único partido que quiere dar marcha atrás, porque los laboristas en realidad quieren renegociar el acuerdo con Bruselas y luego un segundo referéndum, pero eso aun así sería un Brexit”, afirma por teléfono desde su casa de Milton Keynes, un municipio a las afueras de Londres. “Soy judía y no me gusta cómo el partido de Corbyn ha lidiado con las acusaciones de antisemitismo”, dice Portilho, que está haciendo un doctorado sobre Criminología y Ciencias de la Computación.

Pese a los pesimistas augurios de las encuestas para los liberaldemócratas, Sean Fulton, de 38 años, ha estado haciendo campaña de forma intensiva este año, igual que en las elecciones de 2017. Vota por la circunscripción de Peckham y Camberwell (en el sur de la capital, otro dominio laborista) y defiende una alianza entre laboristas, liberaldemócratas y el Partido Nacional Escocés (SNP, en inglés) que pare el Brexit desde el Gobierno. “Todo está paralizado por el Brexit, la economía, todo. Se ha recortado mucho en aspectos sociales, ya no hay lugares a los que los niños mayores puedan ir después de la escuela, no hay una estrategia para frenar la cultura de pandillas y vemos cómo crece la delincuencia entre los jóvenes”, explica con énfasis. Aunque reconoce, al final, que es bastante pesimista.



JMRS
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