Migración

Refugiados aumentan diversidad en ciudades remotas

2015-01-04

Por JAMIE STENGLE y BETSY BLANEY

AMARILLO, Texas, EE.UU. (AP) — En una concurrida esquina hay un nuevo restaurante de comida tailandesa y sushi, no lejos de las vastas praderas que otrora encarnaba los primeros días de la era ganadera de Texas.

Hace apenas cinco años, Saw Lawla salió de su natal Mianmar y se asentó en Los Ángeles a través de un programa federal para refugiados. Abrumado por la vida en la gran ciudad, Lawla se mudó al norte de Texas en 2011, atraído por el menor costo de la vida, un empleo en una planta de procesamiento de carne y la compañía de otros refugiados de su tierra.

"Para nuestra gente es el mejor lugar", dijo Lawla, de 40 años, quien recientemente abrió el restaurante Bagan con dinero recaudado con otros cuatro refugiados. "Aquí pueden encontrar un futuro".

A pesar de tener políticos que se oponen a la inmigración, Texas lidera el país en reasentamiento de refugiados en los últimos cuatro años y sigue atrayendo a otros que se mudan por su cuenta, debido en lo fundamental a una fuerte economía. La mayoría se va a vivir a las grandes ciudades, pero la población de inmigrantes también avanza en zonas más remotas como Amarillo, donde aspectos sutiles de culturas lejanas han echado raíces.

"Nos hemos adaptado", dijo Rowdy Rhoades, juez del condado de Moore. En su condado, al norte de Amarillo, pronto habrá una mezquita para servir a la población de somalíes y personas de Mianmar que trabajan en la cercana planta de procesamiento de carne. "Pueden ganarse el sustento de su familia, como cualquier otra persona".

El Departamento de Estado supervisa el programa de reasentamiento, que normalmente coloca en unas 190 comunidades a decenas de miles de personas que han huido de sus países. En los 12 meses que concluyeron en septiembre en Texas se asentaron unos 7.200 refugiados de más de dos decenas de países, en su mayoría de Irak y Mianmar. Houston lideró el estado con unos 2,000 reasentamientos, seguido por Dallas, Fort Worth, Austin y San Antonio.

Ciudades texanas más pequeñas han recibido al resto, como Amarillo, Abilene y Midland. Sólo en 2010, Amarillo recibió a 730 refugiados, casi la misma cifra que San Antonio y Austin.

Sin embargo, el constante flujo de refugiados —alrededor de 400 o 500 personas por año en los últimos cuatro— ha provocado preocupación entre algunos líderes de Amarillo en el sentido de que no alcanzan los recursos municipales.

Entre las mayores preocupaciones está lograr que los estudiantes se pongan al día en las escuelas y superar el obstáculo del idioma. En Amarillo se hablan en este momento decenas de idiomas y el alcalde Paul Harpole dijo que las llamadas al número de emergencias 911 a veces se prolongan 10 minutos.

Las agencias de reasentamiento han respondido con la decisión de que los refugiados sólo pueden ir a Amarillo si ya tienen familiares allí.

"No tenemos problemas con que vengan", dijo el alcalde Harpole. "Pero queremos poder hacer las cosas bien cuando lleguen aquí".

La rica historia de Amarillo como centro de reubicación de refugiados data de 1975, cuando se asentaron aquí numerosos vietnamitas. Hoy, la mayoría de los refugiados son de Mianmar. El efecto general sobre la población de la ciudad ha sido poco. Desde el 2000, su población asiática ha aumentado de unas 3.600 a unas 7.400 personas, que representan sólo 3,8% de la población de Amarillo, que es de aproximadamente 197,000.

Sin embargo, cambios más significativos ocurren en comunidades más pequeñas como Cactus, una ciudad de unos 3,000 habitantes en el condado de Moore, donde la población asiática ha pasado de menos de 1% en el 2000 a casi 28% según el cálculo más reciente.

Más al sur, los refugiados se han asentado en Abilene desde hace sólo un decenio y unos 2,000 han llegado a esta ciudad de aproximadamente 120,000 habitantes, en su mayoría del Congo, Bután y Burundi. Varios grupos han ofrecido asistencia, que va desde clases de inglés y otras oportunidades de aprendizaje, hasta un programa que los enseña a jugar tenis.

"Es un atmósfera que los recibe muy bien", dijo Susanna Lubanga, directora de reasentamiento del Comité Internacional de Rescate en Abilene. "Tenemos voluntarios que han comenzado a cooperar porque estaban en un Wal-Mart y ofrecieron llevar a refugiados".

El refugiado iraquí Hamzah Hussein ha pasado casi un año en Abilene con su esposa y cuatro hijos. Hussein, que fue maestro e intérprete del ejército de Estados Unidos, trabaja llenando los anaqueles en una tienda Wal-Mart por la noche y por el día estudia para sacar su licencia de conducción comercial, que espera lo lleve a conseguir empleo de chofer en el sector petrolero.

"He visitado Dallas, pero me gusta aquí, es muy tranquilo", dijo Hussein, de 34 años. "En Dallas hay demasiadas personas, mucho ruido".

 

 



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