Internacional - Política

Para que Trump escuche, China susurra al oído de su yerno

2017-04-05

La reunión que se llevará a cabo en Mar-a-Lago aparentemente fue organizada por el...

Por Mark Landler, The New York times


WASHINGTON — Cuando el presidente Donald Trump dé la bienvenida este 6 de abril al presidente Xi Jinping de China en su club de Florida para celebrar dos días de reuniones, la informalidad de la reunión habrá sido obra de dos personas: el embajador de China en Washington, Cui Tiankai, y el yerno de Trump, Jared Kushner.

El rol central de Kushner refleja no solo la naturaleza tan peculiar del primer encuentro entre Trump y Xi, sino también la relación más extendida entre Estados Unidos y China en los primeros días del nuevo gobierno estadounidense. Es, al mismo tiempo, muy personal y abiertamente transaccional: una estrategia que conlleva importantes riesgos, dicen los expertos, dados los temas económicos y de seguridad que dividen a ambos países.

Si bien los funcionarios chinos han visto en Trump una figura desconcertante con una inclinación a hacer declaraciones incendiarias, al menos han llegado a una conclusión clara: en el Washington de Trump, es a su yerno a quien hay que conocer.

“Desde la era de Kissinger, los chinos han estado obsesionados con conseguir y mantener el acceso a la Casa Blanca”, dijo Evan Medeiros, un director sénior para Asia durante el gobierno de Obama. “Tener acceso a la familia del presidente y a alguien que es visto como un principillo es todavía mejor”.

Kushner hizo sentir su influencia por primera vez a principios de febrero, cuando él y Cui organizaron una conferencia telefónica para limar asperezas entre Trump y Xi. Durante ese intercambio, Trump prometió respetar la política de cuatro décadas de “una sola China” en lo que respecta a Taiwán, a pesar de su primera sugerencia de que eso estaba por negociarse.

Desde esa llamada, Cui ha continuado a cultivar su relación con la familia Kushner. Poco después, invitó a Ivanka Trump y a la hija de la pareja, Arabella –quien habla mandarín– a la celebración del Año Nuevo Lunar en la embajada china.

La reunión que se llevará a cabo en Mar-a-Lago aparentemente fue organizada por el embajador de China en Washington y el yerno de Trump, Jared Kushner.

Ahora, dicen los funcionarios, el presidente Trump quiere algo a cambio: planea presionar a Xi para intensificar las sanciones económicas contra Corea del Norte a fin de presionar al país para que ponga fin a sus programas de armas nucleares y misiles balísticos. Además prometió protestar contra el desequilibrio comercial crónico entre Estados Unidos y China, contra el que se pronunció durante su campaña presidencial.

Exfuncionarios estadounidenses y expertos en China advirtieron que los chinos se prepararon más cuidadosamente para esta visita que la Casa Blanca, que sigue discutiendo qué tan fuertemente confrontar a Pekín, y aún tiene que llenar varios puestos importantes en el Departamento de Estado. Varios dijeron que si Trump le ponía a China un ultimátum relacionado con Corea del Norte, podría ser contraproducente.

El involucramiento de Kushner en la política sobre China también desató preguntas tras reportes de que su empresa negociaba con una compañía china con conexiones políticas para invertir cientos de millones de dólares en la propiedad estelar de su familia, un edificio en el número 666 de la Quinta Avenida de Manhattan.

Aunque los funcionarios del gobierno confirman que Kushner tiene una importante participación en las relaciones con China, insisten en que el Secretario de Estado Rex Tillerson es quien está a cargo de las políticas y ha tomado muchas de las decisiones de la coreografía y la agenda de la reunión en Mar-a-Lago.



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