Internacional - Política

Rusia retorna a su letargo político tras la reelección de Putin

2018-03-20

Sin embargo, las palabras del jefe del Kremlin poco o nada dicen acerca de la deriva que...

Bernardo Suárez Indart

Moscú, 20 mar (EFE).- Dos días después de la reelección del presidente Vladímir Putin, Rusia ha retornado a su letargo político y hace cábalas sobre cuál será la tónica que impondrá el mandamás del Kremlin a su próximo sexenio en el poder.

Táctico por excelencia, Putin no ha desvelado sus planes para su cuarto mandato presidencial, en el que afronta enormes desafíos tanto en el ámbito político como en el económico.

En el plano político interno el presidente ruso, de 65 años, tendrá que resolver el "problema 2024": la sucesión al frente del Kremlin, ya que la Constitución del país le impide postularse para una segunda reelección.

Putin ha sido contrario a modificar este precepto constitucional, como lo demostró al término de su segundo mandato cuando impulsó la candidatura de Dmitri Medvédev, su delfín, quien ejerció como jefe del Estado entre 2008 y 2012.

Sin embargo, durante ese paréntesis de cuatro años, Putin siguió siendo el hombre fuerte del país desde el cargo de primer ministro.

Ahora las posiciones del jefe del Kremlin son mucho más fuertes que entonces: haber obtenido más del 76 % de los votos constituye una carta blanca que le permitiría enmendar la Constitución a su gusto para continuar en el poder, pero ello supondría simplemente aplazar el asunto de la sucesión.

De ahí que se aguarde con expectación la composición del nuevo Gobierno, que será anunciada después del próximo 7 de mayo, tras la ceremonia de investidura de Putin, quien ya ha desvelado que se producirán "algunos cambios".

Una de las incógnitas es si se mantendrá en el cargo el primer ministro Dmitri Medvédev, de cuya destitución se habla desde hace meses en determinados círculos políticos y medios informativos.

En una de sus primeras declaraciones tras su histórica victoria electoral del pasado domingo, Putin anunció que recortará el gasto militar y se mostró partidario de un diálogo "constructivo" con el resto del mundo.

Sin embargo, las palabras del jefe del Kremlin poco o nada dicen acerca de la deriva que tomarán las relaciones de Rusia y Occidente, que desde 2014, tras la anexión de Crimea, han empeorado de año en año hasta situarse en su momento más bajo desde la Guerra Fría.

El último episodio de esta crisis ha sido el envenenamiento con un agente nervioso paralizante en suelo británico del exespía Serguéi Skripal y su hija Yulia, del que Londres acusó a Moscú y que desató un intercambio de expulsiones de diplomáticos.

Una muestra de estas tensiones fue la declaración de ayer de la Casa Blanca de que el presidente Donald Trump no tiene previsto de momento hablar por teléfono con Putin y que para Washington no fue una sorpresa su reelección.

"No se puede considerar un gesto inamistoso", dijo hoy a la prensa el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, al comentar el hecho de que Trump, a diferencia del presidente francés, Emmamuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel, aún no ha llamado a Putin para felicitarle.

Además del adverso entorno internacional, Putin afronta una panorama económico no menos complicado, como admitió el propio jefe del Kremlin el pasado 1 de marzo, cuando presentó al Parlamento su informe sobre el Estado de la nación.

"Debemos resolver una de las tareas clave para la próxima década: garantizar un crecimiento sostenido de los ingresos reales de los ciudadanos y, en seis años, reducir como mínimo a la mitad el nivel de pobreza", dijo el presidente ruso en su intervención

Según Putin, actualmente 20 de los 146 millones de rusos viven bajo el umbral de la pobreza.

Dos días antes de su reelección, ordenó elaborar un programa sobre las prioridades nacionales hasta 2024 que incluya la entrada del país en el club de las cinco economías más grandes del mundo, la reducción a la mitad de la pobreza y el aumento de la esperanza de vida hasta los 78 años.

No es la primera vez que presenta planes grandiosos: en 2003 planteó la tarea de doblar el Producto Interior Bruto en un plazo de diez años, objetivo que nunca llegó a cumplirse.



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