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Los habitantes de Jersón y sus actos de resistencia a la ocupación rusa pese al miedo
Dmitry Zaks | AFP
Los habitantes de Jersón aseguran haber utilizado, pese al miedo, varias formas de resistencia contra la ocupación de la ciudad por las tropas de Moscú durante ocho meses, desde hablar siempre en ucraniano hasta apuntar los movimientos del enemigo o rechazar comprar productos rusos.
Contactados por AFP, varios residentes de esta importante ciudad del sur de Ucrania han explicado los meses de ocupación rusa y algunos de ellos sus actos de resistencia para mostrar el rechazo del intento ruso de anexionar el territorio.
También cuentan que tienen miedo que simpatizantes prorrusos sigan en la ciudad, escondidos desde la llegada de los soldados ucranianos este fin de semana.
"Hay tanta gente que veo aún todos los días que sé que nos denunciaba" a los rusos, dice a la AFP Olga, que sólo da su nombre por seguridad.
"No todos estos desgraciados se fueron", afirma esta mujer de 47 años, pocos días después de que el ejército ruso, acorralado por la contraofensiva ucraniana, se retiró de la orilla occidental del río Dniéper.
- "Mucho miedo" -
Desde el repliegue de los rusos y la llegada de los soldados de Kiev el viernes, los vecinos de Jersón se congregan en unan plaza del centro, con lágrimas de emoción y banderas ucranianas.
Hablan de estos meses de ocupación mientras esperan para obtener un poco de señal para sus teléfonos, a partir de la única estación Starlink (internet satelital) disponible en la localidad.
Volodimir Timor, de 19 años, explica a AFP cómo él y sus amigos pasaron meses observando los movimientos de los soldados rusos en la ciudad.
"Observas atentamente y luego vuelves a casa y lo anotas todo, antes de enviarlo. Absolutamente todo: teléfonos, papeles, ropa", explica esta joven que quería ser músico antes de la guerra.
"Informábamos de todo: dónde estaban sus equipamientos y sus lugares de almacenamiento de municiones, dónde dormían, dónde iban a beber", añade.
Las informaciones permitieron al ejército ucraniano delimitar las posiciones rusas durante su contraofensiva lanzada en septiembre.
"Créame, tenía mucho miedo", dice el joven, que se arriesgaba a ser detenido y probablemente asesinado.
- Limitar el contacto -
Iryna Bovkun y Natalia Smyrnova también resistieron a su manera.
Las dos mujeres recuperaban el agua en el río Dniéper, que recorre Jersón, para el baño o para limpiar el suelo, y limitar así el consumo de agua potable, un bien escaso.
"Algunos de los nuestros esperaron hasta cuatro o cinco meses para comprar la comida traída por los rusos", afirma Bovkun, de 55 años.
Hace unos meses, Rusia introdujo el rublo como moneda corriente, aunque dejó la posibilidad de usar las grivnas ucranianas que quedaban. Pero esto cambió tras la anexión de la región de Jersón por parte de Moscú, a finales de septiembre.
Según Bovkun y Smyrnova, los rusos traían productos desde Crimea, anexionada en 2014, que eran hasta 10 veces más caros que los alimentos antes de la guerra.
"No puedo decirle hasta qué punto odiaba tocar esos rublos", dice Smyrnova, antigua contable.
- "Hablaba ucraniano" -
Lada Kolosovska, periodista en la radio local, explica que su arma de resistencia era hablar en ucraniano.
"Hablaba ucraniano. Mis amigos hablaban ucraniano entre ellos, como todo el mundo. Incluso los habitantes rusohablantes cambiaron", afirma esta mujer de 47 años.
Los servicios de seguridad ucranianos limitan desde el viernes las salidas de Jersón, para evitar que huyan posibles colaboradores rusos que no habrían podido partir y se habrían vestido de civil para evitar a los soldados de Kiev.
Los analistas militares temen que Rusia quiera dejar células durmientes y unidades de sabotaje en Jersón.
"Es peligroso hablar en la calle", asegura Olga, una habitante.
Igual piensa Lada Koloskova. "Cuando los rusos llegaron el 1 de marzo, comprendimos rápido que tenían la intención de quedarse mucho tiempo", explica.
Jamileth
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