Muy Oportuno
¿Sabiduría espiritual de Cristo en tiempos difíciles?
Por: Juan Beristain de los Santos
El exceso y la mentira se van convirtiendo en moneda de uso común.
El descubrimiento de la presencia salvadora de Dios en medio de las vicisitudes de la vida es el objetivo de la fe en Cristo. No es la exterioridad espontánea ni la falsedad cotidiana de las acciones personales y comunitarias, sino la interioridad y la verdad de bien común lo que nos lleva a la profunda riqueza de lo que es la vida humana y su vocación trascendente. No es la erudición sin ética lo que revela el significado profundo de la persona y su valor, sino la sabiduría espiritual de Cristo la que guía e ilumina el camino de los acuerdos justos para superar y vencer todo el sufrimiento y pobreza que marcan a personas que nadie ayuda en la justicia. El evangelista san Mateo nos presenta una experiencia de sabiduría cristiana que vivieron los apóstoles para renovar su vida integral y seguir buscando en Cristo el sentido profundo de la vida: “Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz” (9,1-2). Esta vivencia profunda iluminó a los apóstoles para pasar de un estilo de vida cómodo y sin compromiso a una vida dedicada al bien de todos y abierta a la trascendencia de la justicia.
El exceso y la mentira se van convirtiendo en moneda de uso común, en la vida práctica de muchos ciudadanos y en muchas áreas de la vida social, porque se ha perdido el aprecio por la luz de la verdad y de la legalidad que impulsen a la búsqueda del bien de todos y para todos. La situación ha llegado a un grado de inconsciencia que se reconoce como un estilo de conducta ejemplar a todo aquel que consigue muchos bienes materiales a través de medios ilícitos, a todo aquel que se aprovecha y engaña de palabra y obra a los más indefensos, a todo aquel que aplasta con su imagen y su éxito, valiéndose de su puesto de privilegio, a los que desconocen sus derechos y obligaciones civiles y religiosos.
Hoy más que nunca, por las circunstancias que vive nuestra nación y nuestro estado veracruzano, es necesario que todos volvamos a recuperar la finura y fuerza del alma para participar informadamente en los asuntos e intereses públicos de todos, el gusto por la reflexión que nos lleve a defender aquello que no se puede negociar y la dignidad de la conducta moral y ética que nos permita, bajo la legalidad y autonomía, vivir en una sociedad justa y abierta a la trascendencia.
aranza