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La competición tecnológica
Política Exterior
Estados Unidos nunca había visto amenazada su primacía tecnológica del modo que lo está haciendo hoy China. En esta partida de dos contendientes, preguntamos a expertos, ¿quién ganará esta competición tecnológica?
Inteligencia artificial, computación cuántica, chips, 5G, tecnologías verdes, nube, biotecnología, internet de las cosas… El dominio por las tecnologías del siglo XXI es uno de los vectores de la competición entre Estados Unidos y China por alcanzar la hegemonía en este siglo. Es una rivalidad donde los márgenes de ventaja son pequeños y cambiantes. Estados Unidos nunca había visto amenazada su primacía tecnológica del modo que lo está haciendo hoy China, que desafía al mismo tiempo la totalidad de su modelo económico y político.
El resto de países, incluso potencias tecnológicas como Japón, Corea del Sur o Países Bajos, han quedado al margen de esta gran competición. Los europeos han tardado demasiado tiempo en entender la rapidez de la transformación tecnológica y sus implicaciones geopolíticas. En esta partida de solo dos contendientes, ¿quién ganará la carrera tecnológica?
«Países con mayor número de personas utilizando servicios digitales, como China, uno de los países más poblados del mundo, y con un mayor número de personas en carreras STEM parten con ventaja.»
ANDREA G. RODRÍGUEZ | Analista principal de Política Digital en el European Policy Centre
«Hay muchas carreras tecnológicas, ni China ni EU van a ganar en todas estas tecnologías y sectores»
CLAUDIO FEIJÓO | Ingeniero y economista. Catedrático de universidad y director para Asia en la Universidad Politécnica de Madrid.
«Más allá de quién gana esta carrera tecnológica, es quién la pierde, [...] quién no está en esa carrera mientras que, en un pasado cercano, habría podido estar en ella.»
ALICIA GARCÍA HERRERO | Economista Jefe para Asia Pacífico en NATIXIS e investigadora asociada para Bruegel
«Hoy, la carrera tecnológica, desde los chips al espacio, pasando por la biotecnología, está mucho más privatizada que antes en la historia»
ANDRÉS ORTEGA | Escritor y analista
«La política europea de competencia ha evitado que en Europa surgiese un actor predominante, lo que ha afectado a la consolidación del sector de telecomunicaciones»
ALICIA RICHART | Directora general para España y Portugal en Afiniti
«Pekín ha alcanzado una situación de primacía en el segmento de la investigación en sectores tecnológicos de especial interés. Pero el valor de las publicaciones o la atracción de talento no es suficiente»
ANDREA RIZZI | Corresponsal de Asuntos Globales en El País
«Países con mayor número de personas utilizando servicios digitales, como China, uno de los países más poblados del mundo, y con un mayor número de personas en carreras STEM parten con ventaja.»
ANDREA G. RODRÍGUEZ | Analista principal de Política Digital en el European Policy Centre
«Hay muchas carreras tecnológicas, ni China ni EU van a ganar en todas estas tecnologías y sectores»
CLAUDIO FEIJÓO |Ingeniero y economista. Catedrático de universidad y director para Asia en la Universidad Politécnica de Madrid.
Dos cuestiones aquí.
La primera es que hay muchas carreras tecnológicas, que tienen lugar en muchos sectores al mismo tiempo y que, además, muchas veces están conectadas. Para una lista, basta consultar los planes quinquenales chinos o los sectores donde Estados Unidos intenta poner palos en las ruedas de la innovación de otros. Pero hay buenas noticias. Lo que verdaderamente sabemos ahora mismo es que ni China ni EU van a ganar en todas estas tecnologías y sectores. Si esto es así, y en un mundo que es ya multipolar, parece lógico que regiones relativamente modestas en tecnología como Europa apuesten por algunos ámbitos donde ya estamos bien posicionados. Y esto siempre se ha llamado política industrial.
La segunda cuestión es que, contra lo que pudiera parecer, no es una carrera que se vaya a dilucidar mañana. Hay sectores donde se necesita educar talento, cuantiosas inversiones, acertar con la trayectoria tecnológica y llevar a cabo profundas consideraciones éticas. Es el caso de la transición energética, las comunicaciones cuánticas o la neuro-biotecnología. Se trata de tener una hoja de ruta de largo plazo e independiente de los vaivenes políticos. Ya que en Europa somos la tortuga frente a los Aquiles, al menos seamos constantes.
ALICIA GARCÍA HERRERO | Economista Jefe para Asia Pacífico en NATIXIS e investigadora asociada para Bruegel
A estas alturas no cabe duda de que EU y China se han embarcado en una guerra tecnológica que, en el caso de EU, busca mantener la hegemonía mundial y, en el de China, arrebatarla. La tecnología es clave no solo porque está asociada al dominio económico sino también al militar. China lleva años acelerando su convergencia, económica y tecnológica, con EU, pero muchos piensan que el giro llevado a cabo por el presidente, Xi Jinping, en búsqueda de la autosuficiencia en el ámbito tecnológico gracias a inversiones gigantescas en los sectores donde la economía china sufre los mayores cuellos de botella, no es sostenible ni eficaz.
La evidencia con la que contamos hasta la fecha no parece darnos una respuesta definitiva a la pregunta “¿Quién ganará la carrera tecnológica?”. Por un lado, EU sigue anunciando innovaciones radicales, como puede ser el caso de la inteligencia artificial generativa, y tiene aún el control de sectores clave como puede ser el de los semiconductores y, en concreto, el diseño de los mismos que es lo que tiene mayor valor añadido. China, por su parte, está avanzado en muchos terrenos, en particular en uno que compite directamente con Europa como son los automóviles, especialmente en los eléctricos y, en breve, en el sector aeroespacial y nuclear. Las medidas que Washington está tomando para ralentizar el ascenso tecnológico chino, como puede ser la prohibición de exportaciones de semiconductores, no solo por parte de EU, sino también de Japón y Europa, son ejemplos claros de esta presión.
En este sentido, un punto interesante de reflexión, más allá de quién gana esta carrera tecnológica, es quién la pierde y ahí, sin duda, hay que reflexionar sobre quién no está en esa carrera mientras que, en un pasado cercano, habría podido estar en ella. Estos países son los de la Unión Europea, pero también Japón y, en menor medida, Corea de Sur. Todos ellos ven cada vez más supeditado su avance tecnológico a las limitaciones impuestas por la competencia estratégica entre Washington y Pekín. La manera en la que ambos limitan nuestro campo de acción es diferente. EU obliga a sus aliados, incluyendo la UE, a reducir su transferencia tecnológica hacia China, mientras que Pekín amenaza con medidas coercitivas que limitarían el acceso al mercado chino a los europeos, entre otros.
En resumen, mientras que no sabemos quiénes son los ganadores de la rivalidad tecnológica entre EU y China, sí parece claro quiénes son los perdedores, en concreto la UE, Japón y Corea del Sur, todas potencias tecnológicas medias que están atrapadas entre dos fuegos.
ANDRÉS ORTEGA | Escritor y analista
Sin duda hay una carrera tecnológica entre Estados Unidos y China. Hay otros jugadores en el presente y aún más en el futuro, como son Europa (Reino Unido incluido) e India. Esta ya no es solo una carrera entre Estados, sino cada vez más entre empresas, aunque muchas de ellas se nutran de investigaciones y fondos desde lo que Marianna Mazzucato llamó el “Estado emprendedor”. Hoy, la carrera tecnológica, desde los chips al espacio, pasando por la biotecnología, está mucho más privatizada que antes en la historia, aunque todos están aportando grandes inyecciones de dinero público. Hay cosas –dispositivos y servicios– a los que no llega el Estado, aunque los impulse; desde los centros de datos, a satélites para internet como lo de Starlink desplegados por Elon Musk, sin los que los ucranianos habrían perdido capacidad de comunicación en la guerra con Rusia, a las vacunas de ARN mensajero u otras.
Y sí, las multinacionales de la tecnología tienen nacionalidad. Si tomamos las 10 principales empresas de tecnología del mundo, las cuatro primeras son estadounidenses (Apple, Alphabet, Microsoft y Amazon); la quinta coreana (Samsung); la sexta, la china Tencent; seguidas de otras cuatro estadounidenses: Meta, Cisco, Oracle y Broadcom.
Esto podría indicar que la carrera tecnológica la está ganando EU. Pero China va por delante en publicación de papers científicos, patentes registradas, 5G (donde Huawei es líder). Y aunque retrasada en fabricación de chips de última generación, China va adelantada en el desarrollo y venta de vehículos eléctricos, placas solares y molinos para la energía solar y eólica. Asimismo, todos andan metidos en una carrera por el espacio, en buena medida privatizada. No cabe olvidar cómo una red social de capital chino, TikTok, se ha ganado el favor de los adolescentes (y otros) de medio mundo. Ganará quién tenga más capacidad de innovar; es decir, de inventar, desarrollar y comercializar. La carrera está abierta, y lo seguirá pues se basa en la interdependencia.
ALICIA RICHART | Directora general para España y Portugal en Afiniti
Estados Unidos y China viven una guerra comercial por la hegemonía global. Este es un proceso a muy largo plazo, de desgaste. De momento ninguno está sufriendo lo suficiente como para ceder en lo fundamental. En sus 5,000 años de historia, China ha pasado por momentos de esplendor y por otros de declive. EU, en cambio, es un país de 250 años que solo ha ido en ascenso desde su nacimiento, y que permanece en la cúspide del poder mundial desde hace un siglo. Esto plantea la cuestión de la desconexión de las dos economías. Por un lado, muchas empresas estadounidenses se han ido, o están pensando en irse, de China hacia otros países asiáticos o hacia México, al considerar que su presencia en China supone un riesgo político. Por otro lado, si se rompen las cadenas de valor que vinculan a los dos países podríamos entrar en un escenario de vulnerabilidad por la disminución de la globalización.
En este contexto, Europa, que se está quedando claramente rezagada en la carrera tecnológica, se enfrenta a tres desafíos simultáneos: el debilitamiento del proceso de integración, con fenómenos como el Brexit o el auge de fuerzas nacionalistas euroescépticos; el deterioro de la relación transatlántica con medidas como la Inflaction Reduction Act de Joe Biden, y la vuelta a una política de poder de las grandes potencias en la que Europa tiene peores cartas que en la situación anterior.
Para Europa, Pekín y Washington no están en el mismo plano. China es un gran socio comercial de los europeos y existen áreas de colaboración en materias como la lucha contra el cambio climático. EU es un aliado del que siempre estaremos más cerca en términos de seguridad y de valores.
Respecto a la tecnología, el primer desencuentro ha sido por el 5G. A finales de la década pasada, ninguna empresa estadounidense podía competir con empresas chinas (Huawei, ZTE) o europeas (Nokia, Ericsson). La política europea de competencia ha evitado que en Europa surgiese un actor predominante, lo que ha afectado a la consolidación del sector de telecomunicaciones, que ahoga las inversiones. La realidad es que Europa está perdiendo la carrera tecnológica frente a ambos bloques.
ANDREA RIZZI | Corresponsal de Asuntos Globales en El País
¿Quién ganará la carrera tecnológica? La pregunta es de una importancia tan trascendental que la respuesta será, con toda probabilidad, el factor más decisivo en la definición de la potencia hegemónica del siglo XXI. La tecnología es un elemento determinante en el balance de fuerzas global desde hace siglos. Pero el extraordinario acelerón del conocimiento científico y técnico, así como de sus aplicaciones en un abanico de sectores cada vez más amplio y con un creciente alcance estratégico, hace que la traducción de la ventaja tecnológica en poderío económico y militar sea más potente que nunca.
Responder de forma tajante a la pregunta es un ejercicio de alto riesgo, pero se pueden aportar claves. Claramente, es un pulso entre EU y China, ya que la UE se halla muy rezagada y ninguna de las potencias medias da muestras de poder alcanzar a las mayores. En ese pulso bipolar, es evidente que China está acortando distancias. Un reciente estudio del Instituto Australiano de Políticas Estratégicas señala que Pekín ha alcanzado una situación de primacía en el segmento de la investigación en sectores tecnológicos de especial interés. Pero el valor de las publicaciones o la atracción de talento no es suficiente: es necesaria la capacidad de traducir eso en avances reales. En algunas áreas, China lo ha logrado; en otras, importantes, está por ver. EU retiene la fuerte ventaja de su conglomerado de Defensa, con décadas de experiencia, un entorno empresarial vibrante, universidades atractivas, una inigualada red de alianzas. No conocemos la respuesta, pero sabemos que la pugna será, cuando menos, descarnada.
ANDREA G. RODRÍGUEZ | Analista principal de Política Digital en el European Policy Centre (Bruselas)
En los últimos años se han dibujado varias tendencias decisivas en la carrera tecnológica. La primera es la mayor conectividad. Países con mayor número de personas utilizando servicios digitales, como China, uno de los países más poblados del mundo, y con un mayor número de personas en carreras STEM parten con ventaja. Es por ello por lo que la Unión Europea está terminando un nuevo marco regulatorio para conseguir fomentar la reutilización de datos compartidos y ha hecho de 2023 el Año Europeo de las Competencias. La segunda tendencia es la participación en las cadenas de valor globales. Aquí se juntan, por una parte, la necesidad de poner en marcha nuevas políticas industriales que ayuden a los países a reducir su nivel de dependencia exterior y la inversión en tecnologías emergentes. Por último, una tercera tendencia es la mayor capacidad estratégica. Cada vez más países en el mundo tienen estrategias dedicadas a la mejora de las capacidades y de la infraestructura digitales, como inversiones en la nube o 5G. Sin duda, el país que reúna estos tres puntos será capaz de ser más innovador dentro de sus fronteras y competitivo internacionalmente.
aranza