Reflexiones
“Dad al César lo que es del César”
Llucià Pou Sabaté
Los fariseos presentan a Jesús un dilema aparentemente insoluble. El censo de la población y el impuesto personal -que todos, excepto los niños y ancianos, estaban obligados a pagar- eran los signos más claros de la dominación romana sobre Palestina. Los partidarios de Herodes aceptaban esta situación. En el extremo contrario, los zelotas, por motivos religiosos, se negaban a pagar el impuesto y practicaban una resistencia activa: su único rey era Yahvé, y el dominio del emperador era para ellos intolerable. Los fariseos, por su parte, estaban especialmente preocupados por la observancia de la Ley y, mientras el poder romano no se enfrentase directamente con ella, solían aceptarlo. La pregunta, por tanto, estaba puesta para que Jesús quedase malparado ante las masas populares simpatizantes de los zelotas o ante el poder romano. Jesús responde:
“Dad al César lo que es del César”. Ante una pregunta política responde con la idea de que libremente han optado por ese poder, y la secularidad, la vida en el mundo, tiene sus reglas, que se ponen entre los hombres.
“Dad a Dios lo que es de Dios”. La soberanía de Dios está proclamada muy bien, por ejemplo, en Isaías: "Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí no hay dios". La base de toda regulación será ese respeto a la justicia con Dios. Pero no interesa una concepción teocrática que identifique los intereses y los derechos de una nación con la misma voluntad de Dios como hacían los judíos. Jesús dice “no” a la deificación del Estado; dice “no” a la suplantación de Dios por los que dicen representarlo (Eucaristía 1987).
Hemos de dar a Dios “lo que lleva impresa la imagen y la semejanza divina: La luz de tu rostro está impresa en nosotros. Hemos sido hechos a imagen y semejanza de Dios. Tú, cristiano, eres ciertamente un hombre: luego eres la moneda del impuesto divino, eres el denario en el que va grabada la efigie y la inscripción del divino emperador. Por eso te pregunto yo con Cristo: ¿De quién son esta cara y, esta inscripción? Me respondes: De Dios. Te replico: ¿Por qué, pues, no le devuelves, a Dios lo que es suyo? Pero si realmente queremos ser imagen de Dios, es necesario que seamos semejantes a Cristo” (San Lorenzo de Brindisi). El mensaje es que no tenemos de Jesús una respuesta única para las cuestiones políticas, pero sí para una justicia más alta, que ilumina toda justicia para poder acertar con las cuestiones temporales.
JMRS
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