Policrato Philodemos

Poder Naval y Tecnología

2008-01-07

La amplia extensión marítima y litoral de México se convierte en debilidad...

La mejor de las victorias es la que se gana sin batallas. 
  

La indefensión es la más costosa de las situaciones en que puede encontrarse una nación, sobre todo cuando es rica en recursos naturales y generosa en su geografía, ya que despierta la codicia de los pueblos menos favorecidos o con ambiciones hegemónicas, que bajo esas circunstancias ven la oportunidad de aprovechar dichos recursos a través de la conquista (ya sea militar, tecnológica, o financiera ), y lograr así sus objetivos con total impunidad, con un costo-beneficio muy redituable para ellos.

Actualmente y dentro de un proceso globalizador catalizado por el desarrollo tecnológico estamos asistiendo al espectáculo ( que por cotidiano nos pasa inadvertido ), de ver como a nombre de un supuesto "libre mercado" y de "proteger la seguridad y la paz mundial", los intereses hegemónicos y dominantes de los países poderosos depredan la riqueza de los menos fuertes y se apoderan de sus economías, saqueándolas para beneficiarse con desprecio a los tratados que ellos mismos promovieron y firmaron cuando les pareció conveniente hacerlo, siendo el ejemplo más reciente la invasión de Irak por las tropas estadounidenses.

Las voces que se levantan en contra de dicha depredación y saqueo, lo hacen aduciendo principios éticos y una supuesta obligación jurídica de respetar los acuerdos establecidos en el derecho internacional, creyendo ingenuamente que las razones morales y la legalidad son armas suficientes para defender patrimonios, cuando éstos son avasallados por la codicia o la necesidad, olvidando el principio histórico de que la moral y la legalidad son inútiles cuando no existe una fuerza que las haga respetar, tanto al interior de las sociedades como entre las naciones.

Por otro lado, es indispensable entender que si los medios de defensa y la logística de su equipamiento en un país, dependen de la tecnología y venta de otra nación ( que tiene sus intereses propios ), dicho país dependiente estará limitado a defenderse del agresor según convenga a los intereses de quien le abastece de estos recursos defensivos, nación proveedora que por seguridad propia nunca le proporcionará un equipamiento con el cual pueda ser capaz de enfrentársele ventajosamente o en igualdad de circunstancias.

De la misma manera, es ilusorio suponer que existe la filantropía internacional, ya que la historia ( la gran maestra de la humanidad ), nos demuestra que siempre prevalecen los intereses nacionales propios que indefectiblemente se considerarán por encima de los intereses ajenos, principio egoísta de sobrevivencia avalado por una lógica elemental, que en el lenguaje de la diplomacia se ha bautizado con el nombre elegante de "razón de estado", por lo que es de una ingenuidad candorosa el suponer que la defensa de un país puede delegarse a la fuerza militar de otra potencia, al menos que éste admita la subordinación a los intereses de tal potencia y esté dispuesto a convertirse en un satélite o colonia de facto, de quien supuestamente va a defenderlo.

México es un país privilegiado por su variedad de climas, por sus riquezas naturales ( las más importantes consideradas de carácter estratégico ), por sus extensos litorales y la amplitud de su zona económica exclusiva marítima ( que le da acceso a las fronteras de todos los mares del planeta ), que encierra vastos recursos como son los yacimientos de nódulos polimetálicos, los mantos petrolíferos submarinos, y las abundantes pesquerías que albergan especies cuya explotación tiene un alto valor económico y alimentario.

Esta amplia extensión marítima y litoral del estado mexicano, se convierte en debilidad cuando se carecen de los medios para protegerla y hacer cumplir las leyes de la República, ya que en los hechos se convierte en una frontera de fácil acceso a las actividades ilícitas, o peor aún, en una puerta abierta que invita a la codicia de otro estado para acceder a las riquezas que ambiciona o necesita.

Por otro lado, el poder naval de la federación descansa en la Secretaría de Marina- Armada de México, dependencia que por mandato de ley tiene como misión principal la defensa de la soberanía nacional en nuestros mares, y el hacer que se cumplan las leyes de la República en la zona federal de nuestros litorales, en el mar territorial mexicano, en las islas cayos y arrecifes, y en la zona económica exclusiva de México, así como en los ríos y lagos navegables ( entre otras muchas tareas ), que incluyen el control de vertimientos contaminantes en nuestros mares y la salvaguarda de la vida humana en la mar, por citar las más importantes.

Se entiende que la misión principal que tiene el poder naval de un estado es defender la soberanía nacional en sus mares, así como el mantener abiertas y protegidas las líneas estratégicas de comunicación marítima, y se entiende también que siendo la mar un espacio que el hombre solo ha podido dominar desarrollando ingenios tecnológicos ( dado que el medio natural de su proceso evolutivo y para el que nació adaptado son los territorios ), de donde se deduce por lógica elemental, que quien posea los mejores adelantos tecnológicos será quien mejor domine este espacio.

Por otro lado la historia también nos enseña que desde la antigüedad, en los enfrentamientos bélicos las ventajas tecnológicas aplicadas a las armas han sido determinantes para obtener la victoria ( como sucedió en la conquista de México-Tenochtitlan realizado por una pequeña tropa al mando de Hernán Cortés, por citar el ejemplo mejor conocido por nosotros ), ventajas que en el espacio marítimo y en la actualidad se hacen más evidentes, dada la existencia de armas teledirigidas de largo alcance que han hecho obsoleto el combate directo frontal, o a la media distancia con los oponentes a la vista, debido a que los sensores electrónicos han superado en mucho y substituido a los sentidos corporales, haciendo posible que en la actualidad se pueda obtener la información exacta de los blancos enemigos más allá del horizonte y en tiempo real, lo que ha eliminando la sorpresa y el sigilo que antiguamente constituyeron una ventaja táctica, especialmente en la guerra naval hasta poco antes de mediados del Siglo XX, por lo que actualmente y en la práctica, ésta se ha convertido en un enfrentamiento de tecnologías en la que vence aquella que esté más desarrollada.

Hoy en día sería absurdo y suicida el enfrentar a una unidad naval de gran tonelaje equipada solamente con cañones tradicionales ( por poderosos que puedan ser ), contra una simple lancha rápida artillada con misiles superficie-superficie y sistemas electrónicos de guía, ya que las ventajas táctica y el mayor poder de fuego estarían de parte de la lancha misilera, que acabaría con el gran buque antes de que este pudiera situarse a distancia de tiro para operar su artillería tradicional. Lo mismo puede decirse con respecto a las armas y tecnología de la guerra submarina o aeronaval, que actualmente son indispensables para equilibrar las capacidades tácticas de cualquier poder naval moderno en un teatro de operaciones.

No es posible para un país mantener medianamente seguros y defendidos sus espacios marítimos, con una marina de guerra cuyo material operativo está formado por unidades de desecho de otras armadas, ya que táctica, tecnológica y estratégicamente siempre operará con material obsoleto y estará en gran desventaja durante cualquier posible enfrentamiento, además de que como poder naval carecerá de capacidad disuasiva ya que solamente será apta para llevar a cabo misiones de acción cívica, y simplemente acabará convertida en una armada de ceremonial.

Ante tal situación cabe hacerse la pregunta… ¿Cuál sería la alternativa del poder naval de México ( siendo un país comprador de tecnología naval extranjera ), para garantizar la defensa y seguridad de la nación?... La respuesta lógica es crear una tecnología propia aprovechando el potencial ya existente en nuestros centros de enseñanza superior, estableciendo acuerdos de colaboración para el desarrollo científico-tecnológico que pueda potencializar el poder naval mexicano, mismo que se daría aunando los esfuerzos entre las universidades y el politécnico con la Secretaría de Marina, con lo que se podría ir creando una tecnología propia, que a mediano plazo nos permitirá alcanzar cierta independencia tecnológica posible en este campo tan importante para la seguridad nacional, además de las ventajas económicas, logísticas, y estratégicas que conllevaría, así como los polos de desarrollo industrial que necesariamente se formarían en este esfuerzo, con las consecuentes fuentes de trabajo que se crearían.

La ausencia de un poder marítimo y naval en México se ha debido, en primer lugar a la ausencia de un proyecto de país a largo plazo, originado por el autoritarismo presidencialista de nuestra historia, que provocó la existencia de proyectos personales de nación sin continuidad en las administraciones posteriores, dando lugar a que se improvisara un país diferente durante cada ciclo presidencial, en donde la inmediatez político-económica y los caprichos del poder, impedían ver más allá del ciclo administrativo federal correspondiente. Influyó también la ceguera tradicional de nuestros políticos con respecto a los temas marítimos y su casi analfabetismo funcional del quehacer naval y a la ignorancia de los altos costos que la nación paga debido a la casi indefensión de sus espacios marítimos, ceguera que también los ha mantenido ajenos a la necesidad de una estrategia adecuada para aprovechar el potencial de nuestros mares, como impulsor del desarrollo integral de la nación y de una independencia alimentaria, y que los ha llevado a suponer ( salvo raras y honrosas excepciones ), que el espacio marítimo solo es un destino turístico de playas asoleadas donde pasar unas vacaciones.

Cuando se les inquiere sobre el olvido tradicional del tema marítimo suelen responder administrando excusas y pretextos para no asumir responsabilidades políticas propias, y siempre mirando sus proyectos personales futuros para mantenerse en el poder, especialmente a los legisladores cuando se les pregunta sobre el método para establecer las prioridades presupuestales; lo mismo sucede con quienes administran y distribuyen las partidas hacendarias correspondientes a cada sector de la actividad nacional, comportándose todos como burócratas que viven ajenos y aislados de la problemática del país, aunque en el discurso simulen conducirse como estadistas que avizoran el futuro nacional y que buscan prevenir desastres estableciendo la mejor política presupuestal para México.

Para quienes hemos hecho de la actividad marítima y naval una profesión a la que le hemos entregado nuestras energías y conocimientos durante toda nuestra vida, y que por lo mismo hemos podido conocer fondo los problemas y carencias de este sector, sabemos la importancia que tienen nuestros mares y el potencial que encierran para beneficio de todos los mexicanos, así como la necesidad de que la nación desarrolle un poder naval paralelo que proteja los intereses del país en sus espacios marítimos, y nos parece que la única forma de contrarrestar la ceguera de nuestros políticos al respecto es trabajar entre la población, y con los políticos mismos, para concientizarlos del potencial que ofrece la explotación racional de las riquezas que existen en nuestros mares y litorales, que pueden ser elementos valiosos para cimentar un desarrollo sostenido en lo económico, para alcanzar la independencia alimentaria, y para evitar los altos costos de la indefensión en nuestros espacios marítimos.

En un ejercicio de imaginación realista y como si fuera posible una fuga hacia el futuro, debemos proyectar un poder naval adecuado para nuestro país, en el que estén consideradas las posibles amenazas a nuestra integridad como nación, así como a todo aquello que pudiera afectar a la seguridad nacional del estado mexicano y que, de acuerdo a las circunstancias de nuestra geopolítica ( factor al que nos encontramos atados ), pudiera ocurrir en un mediano plazo; simultáneamente proyectar un poder marítimo capaz de aprovechar racionalmente y preservar la riqueza que encierran nuestros mares y los extensos litorales que poseemos, ya que éstos son una fuente de oportunidades económicas, políticas y sociales, y que por su misma importancia implican riesgos estratégicos, pues es en dicho ámbito donde se encuentra una base muy importante, capaz de sustentar el desarrollo integral de la nación, razón de más para señalar y reiterar que el olvido histórico del sector marítimo solo ha provocado un desperdicio de recursos útiles y un pesado lastre que ha retrasado nuestro desarrollo, mientras que la ausencia de un poder naval nos ha situado prácticamente en la indefensión marítima.



JMRS
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