Punto de Vista
Paradoja
Arturo Balderas Rodríguez, La Jornada
Dos actos relativos a la guerra y la paz marcaron la semana pasada la agenda del presidente Barack Obama: la discusión sobre la necesidad de agregar 40 mil soldados a los 60 mil que Estados Unidos tienen en Afganistán y haber ganado el Premio Nobel de la Paz por sus "extraordinarios esfuerzos por promover la paz y la cooperación entre los pueblos", según declaró el vocero del comité responsable de otorgar esa presea en Suecia.
Independientemente de las razones que hayan tenido los responsables de otorgar el Nobel a tan novel presidente, cuyo arribo a la primera magistratura data de hace sólo nueve meses, hay la evidente intención de distinguir entre la política arrogante y guerrera que tuvo ante el mundo George W. Bush y la apertura y los esfuerzos de Obama por ganar nuevamente la voluntad de todos los países cuya enemistad obtuvo su antecesor en los últimos ocho años. No deja de ser paradójico haber ganado el premio Nobel por sus esfuerzos por lograr la paz y, al mismo tiempo, tener la responsabilidad de enviar militares al otro lado del mundo.
Ahora bien, si para el presidente resultaba complicado tomar la decisión de incrementar o reducir el número de soldados en Afganistán, ésta se complica aún más después de que el comandante de las fuerzas armadas estadunidenses que combate en Afganistán, sorpresiva e insólitamente, declaró a los medios de comunicación la necesidad de elevar la cifra de militares a sus órdenes como único medio para ganar la guerra, antes de consultar tal posibilidad con el jefe nato de las fuerzas armadas, el presidente Obama.
Como es lógico, la discusión ha pasado a los medios de comunicación, en los que no faltan las opiniones en pro y en contra de tal opción. En momentos en que crece el sentimiento contra la permanencia de Estados Unidos en Afganistán, con este albazo se abrió una polémica que poco ayudará al mandatario en el momento de tomar tan grave e importante determinación.
No está claro cuál será su decisión en torno al espinoso asunto de Afganistán, pero de lo que no cabe duda es que una vez más los intereses que están detrás de las intervenciones armadas, cualquiera que sea el pretexto, presionarán para que Estados Unidos incremente su ya de por sí estratosférico gasto en armamento. Quienes representan esos intereses serán, con seguridad, los críticos más agudos por el otorgamiento del premio Nobel a Obama.
EEM