Cabalístico

Comunicar es más que transmitir

2015-07-29

En este escenario de confusión, los cristianos queremos llevar el mensaje de Cristo a otras...

Autor: Nestor Mora Núñez

Ser testigos de Cristo y herramientas de su Voluntad

Reflexión sobre la eficacia a la hora de evangelizar

Vivimos en una sociedad donde del ruido mediático hace imposible escuchar, atender y entender lo que otras personas nos quieren comunicar. Hay tal cantidad de fuentes de información, que terminamos desorientados ante la cantidad de opiniones y entendimientos que nos hacen llegar. Para terminar de poner las cosas complicadas, el marketing procura que las fuentes menos fiables sean las que más se escuchan o más nos interesen.

En este escenario de confusión, los cristianos queremos llevar el mensaje de Cristo a otras personas. Un mensaje que siempre está en contraste con los mensajes de los medios. Un mensaje para el que hemos sido hábilmente vacunados durante décadas. Un mensaje que "no es de este mundo" y que no nos sirve egoístamente, sino que nos incita a que seamos nosotros quienes sirvamos a Dios. ¿Qué posibilidades tenemos de ser escuchados?

Las posibilidades con pocas o casi nulas, ya que no podemos competir con el marketing ni elevar nuestra voz encima de todas las demás propuestas de espiritualidades de moda. Es evidente que el evangelizador tarde o temprano se plantea su eficacia y el veredicto es evidente: somos un desastre. No conseguimos atraer al mundo al mensaje de Cristo.

Ya Cristo nos previno de esto. Si Dios mismo sólo consiguió arrastrar a unas pocas personas ¿Qué futuro tenemos nosotros? "Acordaos de la palabra que yo os dije: Un siervo no es mayor que su señor. Si me persiguieron a mí, también os perseguirán a vosotros; si guardaron mi palabra, también guardarán la vuestra." (Jn 15, 20) Tenemos y esperamos el mismo futuro del propio Cristo. No podemos aspirar a ser más eficaces que Dios mismo.

Alguno se preguntará la razón por la que Dios no "nos ayuda" a convencer a los demás. Dios nos dio la vida junto a un maravilloso don: la libertad. La comunicación del mensaje cristiano no depende de quien lleve la verdad a los demás, sino de cada uno de quienes la escuchamos. Lo esencial es transmitir el mensaje y dejar que sea cada uno de nosotros, en diálogo interno con Dios, el que acepte o rechace a Cristo.

Es evidente que sin evangelizadores no se puede difundir el evangelio. El objetivo de todo ser humano es ser herramienta en manos de Dios. Herramienta dócil, que no intente dominar al Artista que la toma en sus manos. A veces creemos que nuestro objetivo es el proselitismo, crear más cristianos, crear más evangelizadores, más líderes cristianos, pero si nos fijamos esos objetivos veremos que nunca los llegaremos a alcanzar y corremos el serio peligro de terminar quemados.

¿No llegamos a convertir a nadie? No pasa nada. Nosotros no somos quienes convertimos, sino el Espíritu Santo. Nosotros transmitimos el Evangelio mediante nuestra propia vida. Nuestro ejemplo es el mejor testimonio que podemos dar. La eficacia de este testimonio no deja de ser algo secundario que no depende de nosotros. Los programas, actividades, eventos, conferencias, etc, son oportunidades de dar testimonio personal de Cristo, pero nunca son un fin en sí mismos.



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