Internacional - Política

El envite de Kim Jong-Un ante Trump inflama la tensión en la península coreana

2017-12-20

Puede que a simple vista los números de los últimos doce meses resulten menos audaces...

Andrés Sánchez Braun

Seúl, 20 dic (EFE).- La decidida apuesta del régimen de Kim Jong-un por lograr un arma atómica que alcance EU se ha topado en 2017 con la llegada al poder de Donald Trump, cuyo tono amenazante ha ayudado a generar en la península coreana el ambiente más tenso en décadas.

Este año Pyongyang ha subrayado con creces el mensaje que ya envió en 2016, cuando realizó un número récord de ensayos nucleares (dos) y de misiles (24).

Puede que a simple vista los números de los últimos doce meses resulten menos audaces (20 ensayos de misiles y un test atómico), pero no así sus resultados ni las intenciones del régimen.

Además, el tono incendiario con el que ha respondido a cada acción del régimen el presidente estadounidense, que ha amenazado con destruir el país y cuya Administración ha insinuado la posibilidad de invadirlo, puede haber servido para alimentar aún más su convicción.

Las bravatas de Trump ante la ONU o en Twitter decididamente han contribuido a intranquilizar a la región, que asiste a una escalada militar -la mayor en seis décadas- alimentada por cada test de armas norcoreano y cada ronda de maniobras de Washington, que ha apostado por replicar con un mayor despliegue de activos estratégicos.

Portaaviones y submarinos de propulsión nuclear, cazas furtivos o bombarderos han desfilado este año por la península coreana a un ritmo inédito desde que acabara el conflicto entre las dos Coreas en 1953.

Esta creciente movilización llevó a Pyongyang a amenazar con bombardear Guam, una pequeña isla administrada por EU en el Pacífico Occidental que alberga buena parte de este armamento, y a hacer públicos incluso un plan de ataque y una posible fecha para ejecutarlo.

En lo referente a su programa de armas, Kim Jong-un ya avisó el mismo día de Año Nuevo que el hermético país estalinista ultimaba el pleno desarrollo de un misil balístico intercontinental (ICBM) que sería capaz de alcanzar territorio estadounidense portando una cabeza nuclear.

Y de nuevo este año Pyongyang ha sobrepasado incluso los pronósticos de los analistas más aventurados merced a un frenético ritmo de ensayos armamentísticos que llegó a suponer un lanzamiento de misiles semanal entre abril y mayo.

Así, el régimen norcoreano cierra el año habiendo mostrado avances en la modificación y manufactura de lanzaderas móviles de misiles o en su dominio de la tecnología necesaria para realizar un lanzamiento "en frío" (en el que se emplea gas para la eyección en vez de la ignición de los motores).

Pero ante todo en 2017 ha marcado varios hitos, como el de probar con éxito su primer proyectil de medio alcance con combustible sólido (lo que permite un lanzamiento más rápido y difícil de detectar) o el de haber disparado su primer ICBM, el Hwasong-14 en un día tan señalado para EU como es el 4 de julio.

Tras probar un segundo Hwasong-14 a finales de ese mismo mes, el ejército norcoreano volvió a asombrar a la comunidad de expertos lanzando el pasado 29 de noviembre el Hwasong-15, un ICBM aún más avanzado que deja una opinión generalizada: a Pyongyang le queda más o menos un año para tener un arma operativa capaz de atacar EU.

El hecho de que sus repetidas pruebas de armas le hayan valido al país asiático un número récord (tres, y puede que hasta cuatro) de estrictas rondas sancionadoras de la ONU aprobadas en un solo año, viene a subrayar aún más su incondicional apuesta por la carta nuclear.

El régimen de los Kim está decidido a encomendarse a su programa atómico para garantizar su supervivencia ante Washington y no seguir el ejemplo de Irak o Libia, y de hecho ha llegado a decir públicamente que su deseo es lograr un equilibro de fuerzas con EU que disuada al Pentágono de cualquier incursión.

Abordar o no a Corea del Norte como un Estado propiamente nuclear está ahora sobre la mesa en Washington y marcará el devenir de esta crisis en el que el rol de China, principal socio comercial y lo único parecido a un aliado con lo que cuenta Corea del Norte, va a seguir resultando clave.



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