Tras Bambalinas

Marine Le Pen barre el pasado bajo la alfombra

2018-03-12

"¡Es una pequeña revolución interna! Debemos hacer del Frente Nacional un...

Enrique Rubio | EFE

Que el cambio de nombre del Frente Nacional (FN) obedece a una operación cosmética es algo que no niegan ni sus dirigentes: Marine Le Pen ha optado por barrer bajo la alfombra las miserias del pasado antes que por reorientar la nave de la ultraderecha francesa.

En sus horas más bajas de popularidad, Le Pen proclamó con boato que iba a "refundar" el partido en su XVI Congreso, celebrado este fin de semana en Lille (norte de Francia).

A la postre, la "refundación" consistió en mudar la piel, eliminar el divisivo "Frente" del nombre y sustituirlo por el más amable "Agrupación", al tiempo que se rompen los lazos definitivamente con el patriarca de los Le Pen, Jean-Marie, despojándolo de la presidencia de honor.

"¡Es una pequeña revolución interna! Debemos hacer del Frente Nacional un instrumento para la conquista del poder", dijo Marine Le Pen ante más de un millar de militantes que parecían de todo menos entusiasmados con la perspectiva de renunciar al nombre y al "padre".

Hace ya tiempo que los esfuerzos de la líder ultranacionalista se resumen en intentar dejar de lado la dialéctica del perdedor.

El problema para ella es que sus resultados en las urnas, pese a una evidente progresión, no contribuyen a eliminar ese estigma.

Y menos aún tras el batacazo que sufrió el año pasado en la segunda vuelta de las presidenciales, cuando consiguió sólo un tercio de los votos frente a Emmanuel Macron.

"Le Pen reforzó ayer, mucho más que disiparlas, muchas de las ambigüedades que la rodean desde su fracaso de 2017. Su discurso (...) refleja en primer lugar su encierro en la imagen de perdedora", opina el profesor de la universidad de La Sorbona y experto en comunicación Arnaud Benedetti en el diario "Le Figaro".

Le Pen recuperó ayer su argumento de que, pasado el momento de la protesta y la oposición, su fuerza política debe ofrecer ahora una imagen de partido de Gobierno, para lo cual el viejo nombre supone un "freno psicológico" para captar más votos.

Como explicó a Efe el vicepresidente del FN Nicolas Bay, modificar el nombre a Agrupación Nacional servirá para que el partido "cambie de dimensión", aunque al mismo tiempo la línea política sólo registre "pequeños ajustes para que no nos caricaturicen".

Le Pen sonó más radical en su discurso de clausura que durante la última campaña electoral, con sus clásicas diatribas contra los inmigrantes, la Unión Europea y los "globalizadores", antes de desvelar el nuevo nombre que propuso para el partido.

"Una transformación de la identidad no tiene sentido más que cuando nace en un proceso controlado voluntariamente y no dictado por las circunstancias. Esta mecánica traduce mucho más una huida hacia delante en la negación que una reconstrucción", abunda el analista Benedetti.

Algunos observadores han apuntado que el nuevo nombre guarda una gran semejanza con la Agrupación Nacional Popular (Rassemblement National Populaire, en francés), partido fascista y colaboracionista surgido en la Francia de la ocupación y que durante sus años de vida (1941-1944) defendió los postulados nazis.

Es probable que nada hubiese más alejado de las intenciones de Le Pen que identificar a su partido con una vieja fuerza filonazi.

Pero la reacción, no sólo de sus adversarios políticos, sino también de sus propios acólitos, ha demostrado a Le Pen que no le resultará fácil hacer tabla rasa con 46 años de existencia de su formación.

Pese a esas nuevas siglas, "la Agrupación Nacional no se libra en ningún caso de su historia", sintetiza en el diario "Le Monde" la historiadora Valérie Igounet. 


 



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