¡Basta ya!

Trump, Maduro y la 'Troika' tiránica

2019-02-07

La llegada de Trump con su "política de muro" ha supuesto una forma muy peculiar...

GUSTAVO PALOMARES | El Mundo

Hace poco más de dos años con el inicio de normalización de las relaciones con Cuba y la búsqueda por Obama de esa "nueva frontera" kennediana en la diplomacia continental, parecía que en América Latina estábamos pasando de la tradicional doctrina Monroe del Big Stick de Teddy Roosevelt a la estrenada doctrina Kerry: una nueva forma con distintos modos de entender esta difícil relación histórica.

Sin embargo, el sueño iba a durar poco, la llegada de Trump con su "política de muro" ha supuesto una forma muy peculiar de vuelta a los principios de "América para los americanos", asociada a una reaccionaria y racista política de gueto en lo social migratorio, pero colocando nuevamente el punto de mira intervencionista en combatir al enemigo dentro y fuera del continente -característica inevitable en la política exterior y de seguridad histórica de los EU-. De tal forma que estamos viviendo un curioso proceso de sustitución en donde el famoso 'eje del mal' ha dejado paso a la 'Troika de los tiranos' (Cuba, Venezuela y Nicaragua), denominada así por el flamante Consejero de Seguridad Nacional, John Bolton.

La aparición de Bolton, después de la huida de Steve Bannon y de la retirada de la denominada derecha alternativa en el entorno de Trump, tiene una importante significación: la vuelta definitiva de los neocons al centro de poder en Washington es un hecho incontestable. Los chicos del American Enterprise Institute, con John Bolton a la cabeza, han llegado nuevamente al Gobierno para quedarse y aplican a la política exterior y de seguridad de la actual Administración una agresividad que no es sólo política de gestos. Este hecho debe tenerse en cuenta a la hora de valorar como posible "farol" la amenaza de intervención en Venezuela o la escénica aparición de Bolton y su cuaderno amarillo con la anotación de enviar 5,000 soldados a Colombia.

El objetivo es poner la presión diplomática y militar en la 'Troika Tiránica Continental', centrando el mayor nivel de presión en la pieza más débil que es Nicolás Maduro. El 'Plan Free Venezuela' se puso en marcha hace unos meses cuando la idea de la usurpación del poder por parte de Maduro, como consecuencia de las elecciones presidenciales claramente irregulares del 20 de mayo pasado y su falta de reconocimiento por una parte significativa de la comunidad internacional. Convenció a la Asamblea Nacional de que había llegado el momento de dar el paso de legitimidad para asumir algunas competencias ejecutivas en virtud del artículo 233 de la Constitución Bolivariana.

De esta forma, la autoproclamación de Juan Guaidó como nuevo presidente, fue coordinada por la Secretaría de Seguridad Nacional y el Departamento de Estado de los Estados Unidos, y comunicada en secreto a Colombia, Brasil y al resto del Grupo de Lima, aprovechando la visita del Secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, en enero a Bogotá y Brasilia, una vez que también contaba con el aval de la OEA y de Canadá, seriamente preocupadas por el drama humanitario y el exilio político y económico que están asolando a ese país.

Sin embargo, reconocer el papel de los Estados Unidos y sus artimañas para conseguir que este momento sea el principio del fin de Maduro, no puede seguir sirviendo de coartada para justificar la continuidad de un régimen autoritario y tiránico que no tiene defensa alguna. ¿Hasta cuándo el pueblo venezolano podrá resistir la deriva autoritaria, la represión sistemática y la diáspora de un exilio que ya es un drama humanitario, que afecta al 10 % de su población según Naciones Unidas? Un poder presidencial, el de Maduro, derivado de una consulta como la de 2013 llena de irregularidades y sospechas -para empezar el impedimento constitucional a su propia presentación- que aun así, en aquel momento, fue avalada por los que ahora protestan: EU y la UE; de aquellos vientos estos lodos.

Los niveles de desabastecimiento ya afectan al 80 % de la canasta básica, la desnutrición en niños y ancianos, la situación dantesca en muchos hospitales y la falta de medicamentos para los enfermos y, sobre todo, el nivel de locura colectiva ante este trastorno de identidad nacional disociativa que padece el país desde hace más de seis años, acercan a Venezuela a un verdadero drama humanitario. Este drama lo sufre toda una sociedad enfrentada, en dónde cualquier diálogo para encontrar una salida negociada con una convocatoria de elecciones, si no hay una firme posición mediadora de acompañamiento y verificación por parte de la comunidad internacional, con órganos electorales verdaderamente neutrales, como ya se ha comprobado en sucesivas iniciativas y sufragios, tanto el diálogo como las elecciones, están condenadas al fracaso.

El heredero de Hugo Chávez se encuentra acorralado, pero no vencido, y lo único que verdaderamente puede mantenerlo y salvarlo, no sólo es el apoyo de Rusia y China sino, sobre todo, si existe una intervención de los Estados Unidos que transforme a Venezuela en otro Vietnam y a Trump en el principal balón de oxígeno y soporte de Maduro.



Jamileth