Internacional - Economía

Altos cargos de EU viajan a China la próxima semana para nuevas consultas comerciales

2019-03-20

“Las conversaciones con China van muy bien”, dijo Trump al final de una conferencia de...

Por David Lawder y Roberta Rampton

(Reuters).- La reanudación de las conversaciones cara a cara —las primeras desde que el presidente Donald Trump retrasara un plazo que vencía el 1 de marzo para elevar los aranceles a importaciones chinas por valor de 200,000 millones de dólares— implica una aceleración de unas negociaciones destinadas a poner fin a una guerra comercial que dura ya ocho meses entre las dos economías más grandes del mundo.

“Las conversaciones con China van muy bien”, dijo Trump al final de una conferencia de prensa en la Casa Blanca con el presidente brasileño Jair Bolsonaro.

Tras aparcar la subida de tarifas del 1 de marzo, las dos partes solo han negociado por teléfono y vídeo.

El representante de la administración que confirmó la nueva ronda de conversaciones no proporcionó más detalles sobre la duración prevista de las conversaciones ni sobre otras rondas futuras. La fuente, que no estaba autorizada para hacer comentarios públicos sobre el asunto, habló bajo condición de anonimato.

El Wall Street Journal indicó anteriormente que tras la negociación de la próxima semana en Pekín, Liu viajaría a Washington la semana del 1 de abril, ya que ambas partes quieren cerrar un acuerdo para finales de mes. El artículo del diario, que recoge comentarios anónimos de responsables de la administración, dijo que las conversaciones comerciales estaban en las etapas finales.

La información publicada en el Wall Street Journal y los últimos comentarios optimistas de Trump contrastan con un artículo que publicó Bloomberg el martes, en el que se decía que el progreso en las conversaciones se estaba desacelerando debido a que los delegados chinos habían “echado marcha atrás” en algunas promesas iniciales que hicieron para mejorar las protecciones de propiedad intelectual que exige Estados Unidos.

Washington y Pekín se han aplicado aranceles mutuos de importación a cientos de miles de millones de dólares de productos en la disputa, que ha aumentado los costes de las transacciones, han penalizado a los mercados financieros, han reducido las exportaciones agrícolas de EU y han interrumpido las cadenas de suministro de la industria.

Washington ha exigido que Pekín implemente protecciones más firmes para los derechos de propiedad intelectual y ponga fin a unas políticas que, según argumenta, obligan a las empresas estadounidenses a transferir tecnología a empresas chinas a cambio de acceder al mercado chino, prácticas que Pekín ha negado. Estados Unidos también exige que China frene los importantes ayudas públicas a la industria a los que atribuye la acumulación del exceso de capacidad de producción en China.

Desde finales de febrero, las dos partes han estado trabajando para refinar el contenido de las promesas de reforma que China tiene intención de asumir, junto con un mecanismo de cumplimiento destinado a garantizar que Pekín cumpla con dichos cambios.

Pero los representantes chinos han solicitado el fin inmediato de los aranceles que Trump impuso a importaciones chinas por valor aproximado de 250,000 millones de dólares. Los miembros de la administración de Trump no han precisado ningún plan para revertir dichas tasas.



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