Migración

McAleenan visita campamento de migrantes en Panamá

2019-08-23

McAleenan no saludó ni mantuvo ningún contacto con los extranjeros provenientes...

Por JUAN ZAMORANO | AP

PEÑITAS, Panamá (AP) — El secretario interino de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kevin McAleenan, visitó el viernes un campamento temporal con centenares de migrantes que cruzaron la peligrosa frontera con Colombia con el sueño de llegar a Norteamérica, al cerrar un viaje a Panamá en el que buscó sumar respaldo regional para detener el flujo migratorio.

La visita relámpago del alto funcionario al campamento humanitario de Peñitas, en medio de la selva de la provincia de Darién y limítrofe con Colombia, pasó casi inadvertida para los migrantes, que desconocían su llegada, y no pareció generar algún tipo de esperanza.

“No creo que esté aquí para montarnos a un avión de inmediato y llevarnos a su país”, dijo a The Associated Press Futuse Jean, una haitiana de 19 años y con ocho meses de embarazo. “Uno ve que cada día todo esto (el tránsito) se hace más duro, hay más obstáculos para nosotros”.

“Yo necesito salir de aquí, no es el lugar para dar a luz a mi hijo”, agregó.

El alto funcionario estadounidense llegó a Peñitas poco antes del mediodía y recibió información sobre el funcionamiento del lugar y las condiciones físicas y de salud en que llegan los migrantes tras sobrevivir varios días a pie por la jungla del Darién.

McAleenan no saludó ni mantuvo ningún contacto con los extranjeros provenientes mayormente de Haití, Cuba y de naciones pobres o en guerra de África. En el sitio también hay migrantes asiáticos. El funcionario no hizo declaraciones a la prensa.

La visita tuvo lugar en el último día de su viaje de tres días a Panamá para reunirse con ministros de Seguridad de América Central y de Colombia, a fin de discutir estrategias para frenar la migración irregular desde el sur del hemisferio a los Estados Unidos. La víspera los funcionarios decidieron que cada país debe intensificar sus controles migratorios y fronterizos para combatir las redes que se dedican al tráfico humano.

Alrededor de medio millar de migrantes permanecían en el campamento de Peñitas, una aldea de campesinos e indígenas incrustada en la selva. La cifra es mucho menor a la de hace algunos meses. Panamá ha estado lidiando con un repunte del flujo migratorio por su frontera sur y las autoridades estiman que en lo que va del año han cruzado desde Sudamérica más de 16,000 extranjeros, arriesgándose a caer en manos de traficantes de drogas y de personas que operan en esa zona sin ley y con escasa presencia policial.

Muchos de los migrantes desconocían que McAleenan haría una visita y cuando el funcionario ingresó junto al ministro de Seguridad de Panamá, Rolando Mirones -ambos escoltados por policía fronteriza panameña conocida como Senafront- se quedaron sentados en casas de los aldeanos situadas a la entrada del campamento o sólo miraron con indiferencia el desplazamiento de los funcionarios.

“Yo lo que quisiera es que me lleven a un hospital”, dijo a AP otra haitiana, Fabiola Verna, quien estaba sentada con su hijo de dos años en brazos y adolorida por varias laceraciones en su pie izquierdo causadas por siete días de caminata por la selva. Muy cerca, McAleenan recibía información de las autoridades en la estación de recepción migratoria de Peñitas.

Había, además, un ambiente de incertidumbre entre ellos debido a que los traslados desde Peñitas hasta la frontera de Panamá con Costa Rica habían sido suspendidos momentáneamente. Las autoridades panameñas no explicaron de momento los motivos de esa decisión.

Antes de que arribase McAleenan al campamento en una mañana calurosa y con alta humedad, algunos migrantes aseguraron que su esperanza era salir rápido del Darién y conseguir un lugar seguro donde poder trabajar sin importar si era Estados Unidos. Otros mencionaron como destino a México, a sabiendas de que el gobierno del presidente Donald Trump está tratando de contener la migración irregular desde el sur del continente.

“Mi destino no es los Estados Unidos, mi destino es un lugar seguro donde pueda tener paz y poder ayudar a mi familia que está en casa”, dijo a AP Nelson Wanpadinga, un camerunés de 32 años. “Mi familia está huyendo, nuestras casas fueron destruidas, estamos en un gran problema y me quedaría donde pudiera tener un buen trabajo y hablar libremente”.

El cubano Efrén Villavicencio, de 25 años y quien viaja acompañado por su esposa y su padre, era uno de los pocos que conocían anticipadamente la visita de McAleenan. Dijo que esperaba que el funcionario, al menos, hablara con algunos de ellos y les diese alguna esperanza.

“Muchos cubanos quieren, incluso, un refugio en Panamá”, afirmó. “Ahora que no vengan a decir ‘tomen un avión para Cuba’, nadie lo va a aceptar”.

Luego de la visita al campamento McAleenan presenció un homenaje al monumento de los policías fronterizos panameños caídos en su trabajo en la principal base de esa unidad de seguridad en Darién. Tras un almuerzo partió a la capital para emprender su regreso a Estados Unidos.



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