Del Dicho al Hecho

¿Groenlandia en venta?

2019-08-30

Desde su independencia, muchas veces Estados Unidos ha expandido sus fronteras comprando a otras...

Política Exterior

Aunque la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, ha tildado de “absurda” la idea de Donald Trump de comprar Groenlandia –la isla más grande del mundo, habitada por unas 56,000 personas, la mayoría inuits (88%)– a Dinamarca, varios antecedentes históricos explican sus planes.

Desde su independencia, muchas veces Estados Unidos ha expandido sus fronteras comprando a otras potencias extensos territorios: Luisiana a Francia, Alaska a Rusia o las actuales Islas Vírgenes a la propia Dinamarca. Hoy EU gobierna sobre cuatro millones de personas en sus “territorios no incorporados”, entre ellos las islas de Guam, Puerto Rico, las Marianas y las Vírgenes, cuyos habitantes, aunque ciudadanos, no pueden votar en las elecciones presidenciales o al Congreso federal, lo que les priva de representación en Washington y les convierte en colonias de facto.

En 1946, el presidente Harry Truman ofreció 100 millones de dólares a Copenhagen a cambio de Groenlandia, que tras la invasión alemana de Dinamarca en 1940 fue ocupada militarmente por EU. Hoy el precio equivalente, según Market Watch, sería de 1,300 millones de dólares. En su campaña de 1996, el candidato republicano Pat Buchanan propuso, además de comprar Groenlandia, “integrar” en la Unión a Canadá y al estado mexicano de Baja California. Joe Manchin, senador demócrata por Virginia Occidental, ha calificado la idea de Trump de propuesta “muy interesante” que el Congreso debería considerar.

Nadie discute el valor estratégico y económico de Groenlandia, bajo soberanía danesa pero que desde 2009 tiene, como las Islas Feroe, un gobierno autónomo con amplias competencias internas. La isla es rica en minerales (oro, zinc, plomo, hierro), hidrocarburos, agua, pesca y otros recursos naturales que el deshielo provocado por el cambio climático ha hecho más accesibles a la explotación industrial. Según diversas estimaciones, la isla contiene unos 38,5 millones de toneladas de óxidos de tierras raras, imprescindibles para tecnologías estratégicas y sobre cuya producción China tiene un virtual monopolio global. Las reservas globales probadas totales suman unos 120 millones de toneladas. China explota y procesa industrialmente el 70% del total.

Por otra parte, el calentamiento global ha abierto a la navegación comercial rutas marítimas árticas hasta ahora solo practicables durante el verano boreal. En 2018, China se autoproclamó “país ártico” e hizo públicos sus planes para abrir una “ruta de la seda polar” que uniría Asia con Europa. Ese mismo año, el Pentágono presionó al gobierno danés para que impidiera a una compañía china construir tres aeropuertos en Groenlandia, con una inversión de 560 millones de dólares. En 2016, otra compañía china trató de comprar una antigua base militar de EU, una operación que el gobierno danés vetó ante la más que previsible oposición de la OTAN.

Gracias a un tratado de defensa con Dinamarca, EU tiene un acceso militar casi ilimitado a la isla. Durante la mayor parte de la guerra fría, la disuasión nuclear de EU dependió de bombarderos estratégicos cuyas bases en Groenlandia les permitían alcanzar objetivos en territorio soviético sobrevolando regiones polares. En la costa noroeste de la isla, el Pentágono tiene, además de un puerto de aguas profundas, la base aérea de Thule, la única de su tipo en el mundo al norte del círculo Ártico y que rastrea con un gigantesco radar AN/FPS-32 satélites en órbitas bajas y los movimientos de misiles balísticos intercontinentales rusos.

El primer ministro groenlandés, Kim Kielsen, ha dicho que la isla está “abierta a los negocios”, pero que no está en venta. Sin embargo, en EU muchos creen que todo depende del precio adecuado. The Week propone pagar, por ejemplo, la deuda pública danesa entera o eximir a perpetuidad de impuestos a los groenlandeses. De hecho, Trump ha comparado la operación con una “gran transacción inmobiliaria”, alegando que los daneses subsidian a la isla con unos 700 millones de dólares anuales sin obtener nada a cambio.

Aunque nada impide a un gobierno –o a compañías que actúen en su nombre– comprar territorios en otros países, la antigua costumbre de los países de vender o comprar soberanía cayó en el desprestigio tras la descolonización de la posguerra.

EU podría también comprar Groenlandia pero manteniéndola bajo soberanía danesa. En caso contrario –debido a las ínfimas posibilidades de que Groenlandia se convierta en el 51 estado de la Unión, lo que implicaría concederle dos senadores en el Congreso, algo casi imposible en un legislativo ya muy desequilibrado demográficamente–, lo más probable sería que la isla pasara a ser un protectorado, como las otras posesiones insulares de la superpotencia.

La compra de Groenlandia, por otra parte, sentaría un nefasto precedente que impulsaría –y legitimaría– una carrera entre las grandes potencias para hacerse con colonias en ultramar a golpe de talonario. 


 



regina

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