Internacional - Seguridad y Justicia
Putin ve puntos en común con Estados Unidos y considera aceptables las propuestas de la OTAN para negociar
Javier G. Cuesta | El País
Moscú - Rusia ha dado este martes las primeras señales de distensión desde que la crisis en Ucrania alcanzó su punto álgido. En el plano político, el presidente Vladímir Putin dijo que las respuestas que le ofrecieron Estados Unidos y la OTAN a sus exigencias sobre la arquitectura de la seguridad en Europa —y que adelantó EL PAÍS en exclusiva— son un punto de partida aceptable para negociar. “Tienen una serie de consideraciones que hemos propuesto otros años y estamos listos para discutir”, afirmó el mandatario en la rueda de prensa posterior a su encuentro con el canciller alemán, Olaf Scholz. En el ámbito militar, el Kremlin ha anunciado la retirada de tropas de algunos de los puntos de la frontera con Ucrania. Pese a todo, la situación dista de haberse apaciguado. También en la misma jornada, el Parlamento ruso ha instado a Putin a que reconozca la independencia de Donetsk y Lugansk, las dos regiones separatistas prorrusas de Ucrania.
Las propuestas de EE UU y la OTAN incluyen negociar acuerdos de desarme y aportar medidas de confianza, aunque condicionan esos puntos a que se inicie una desescalada en la amenaza militar rusa sobre Ucrania. Sin embargo, Putin dejó claro que una de sus grandes preocupaciones es el futuro de Kiev y su relación con Rusia y la OTAN, alianza a la que la antigua república soviética quiere acceder aunque su membresía no está en la agenda. “Queremos resolver esa cuestión ahora”, ha dicho el mandatario, que ha exigido que la Alianza Atlántica garantice que nunca aceptará a Ucrania ni a ningún otro país miembro de la antigua Unión Soviética.
“Hoy vemos el equipamiento de la OTAN enfrente de nuestra casa. Hablan de que [la adhesión de Ucrania] no será mañana. ¿Cuándo? ¿Pasado mañana? ¿Qué cambia para nosotros en una perspectiva histórica?”, cuestionó Putin antes de responder a sus propias preguntas. “Para nosotros puede ser tarde”, aseveró el mandatario, que recalcó que con sus propuestas a Washington y a la Alianza Atlántica, que implican el repliegue a las posiciones de la OTAN de 1997, Rusia busca “garantizar la seguridad de todos”. Cuando son cada vez más sonoras las alertas de Occidente ante otra posible agresión rusa a Ucrania —en torno a la que ha colocado decenas de miles de soldados— y a la pregunta de si Rusia quiere una guerra, Putin ha respondido: “¡Claro que no!”.
Putin aseguró que Occidente interpreta a su favor el principio de indivisibilidad de la seguridad, que implica que un país no se refuerce a expensas de poner en riesgo a un tercero. “Vemos la disuasión de Rusia por la fuerza como una amenaza directa a nuestra seguridad nacional”, apuntó. Scholz compartió con el líder ruso la disposición europea para lograr un consenso sobre la seguridad común, pero recordó que es Rusia la que tiene más de 100,000 soldados alrededor de Ucrania “sin razón aparente” y advirtió de que “la soberanía, las fronteras y la integridad territorial de todos los Estados, incluido Ucrania, no son negociables”.
El primer viaje oficial a Moscú del líder alemán tuvo lugar la misma jornada en la que el Parlamento ruso (controlado por el Kremlin) instó a Putin a que reconozca la independencia de Donetsk y Lugansk, donde los separatistas prorrusos respaldados política y militarmente por el Kremlin luchan contra el Ejército de Kiev desde hace casi ocho años. La resolución no es vinculante (solo el presidente ruso puede reconocer ese estatus) pero esa vía parlamentaria ya empaña los acuerdos de paz de Minsk, impulsados por la entonces canciller alemana Angela Merkel. Tras acabar la reunión, Scholz consideró “una catástrofe política” esta decisión de la Duma (Cámara baja).
Putin, que lleva meses afirmando que los rusohablantes son discriminados en Ucrania, volvió a insistir en que la ciudadanía de Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania, está sufriendo un “genocidio” para justificar el paso dado por la Duma. El presidente ruso instó a Francia y Alemania (mediadores en los pactos de Minsk firmados por Moscú, Kiev y representantes separatistas) a presionar a Ucrania para implementar los acuerdos de paz de 2015, que incluyen conceder un estatus especial a esas provincias, pero también la devolución del control de las fronteras al Gobierno ucranio y la retirada de todas las armas enviadas a la zona. Sin embargo, Kiev interpretó la petición parlamentaria rusa a Putin como una salida del pacto “de facto y de iure con todas las consecuencias correspondientes.” El canciller comparó la situación del Donbás con la guerra de los Balcanes, donde aseguró que se evitó un genocidio y se encontró “la dirección hacia la Unión Europea”. Su símil no gustó a Putin.
Scholz llegó a Rusia con más cuestiones pendientes. Por un lado, la apertura del controvertido gasoducto Nord Stream 2 —ya terminado, pero a la espera de que Bruselas autorice el funcionamiento del canal que llevará gas ruso directamente a Alemania— y la situación de otros gasoductos que cruzan Europa. Sobre esta cuestión, Putin aseguró que Moscú está preparado para bombear gas a través de Ucrania, pese a que el Nord Stream 2 evita ese territorio y también el de Polonia.
Gracias al excanciller Schröder
Una de las preguntas inevitables de la rueda de prensa aludió al reciente nombramiento del excanciller alemán Gerhard Schröder como miembro del consejo directivo de Gazprom. Putin recordó que no solo trabajó con Ucrania en la década de los 2000 para importar gas a través de aquel país, sino que también fue uno de los primeros impulsores del Nord Stream original. “El consumidor alemán obtiene el gas ruso cinco veces más barato. Que abra la billetera y que dé las gracias a Schröder por esto”, dijo Putin al defender la política rusa de firmar contratos de suministro a largo plazo, en vez de acudir al mercado y depender de su fluctuación.
Los dos mandatarios también abordaron la reciente prohibición de la actividad del canal alemán Deutsche Welle en Rusia tras el veto germano a RT (antes llamada Russia Today) en alemán por carecer de licencia. “No quiero dar detalles, pero hemos hablado de cómo resolver esto”, adelantó el presidente ruso.
El canciller alemán también mencionó la liquidación a finales del pasado año de la fundación Memorial, conservadora de la memoria histórica sobre los crímenes soviéticos. Frente a Putin, Scholz destacó la contribución de la ONG para esclarecer cuál fue el destino de muchos ciudadanos soviéticos deportados a Alemania. Y recriminó al Kremlin que “cada vez es más pequeño el margen para la sociedad civil” en Rusia.
Jamileth
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