¡Basta ya!
Para defender la libertad de expresión, la sociedad debe cuidar a sus periodistas
Sara Mendiola Landeros | The Washington Post
Los periodistas en México han aprendido a sobrevivir al reportear en el país que representa uno de los mayores riesgos para ejercer el periodismo.
El país tiene el récord de periodistas asesinados en un contexto sin guerra. De 2000 a la fecha han sido asesinados 124 periodistas y 24 han sido desaparecidos por ejercer su labor, según Reporteros sin Fronteras y el Comité contra la Desaparición Forzada en su visita a México. En 98% de estos casos, las y los reporteros investigaban temas relacionados con violaciones a derechos humanos, narcopolítica, crimen organizado y corrupción relacionada con funcionarios públicos.
Además de lidiar con las amenazas de estos poderes formales o ilegales, los periodistas también han tenido que enfrentar el acoso judicial, otro mecanismo utilizado para silenciar a quienes trabajan en medios de comunicación. En los últimos tiempos las demandas por “daño moral” a cargo de funcionarios públicos contra periodistas han cobrado vigencia sometiéndolos a desgastantes procesos judiciales.
Los periodistas han tenido que trabajar bajo las amenazas del poder de gobernantes, políticos y empresarios. Y también con aquellos que no obedecen las reglas sociales como el crimen organizado.
Quienes trabajan en la generación de noticias se han convertido en buenos escapistas para poder reportear en el país. Han aprendido a resistir para buscar la verdad y sobrevivir para contar las historias del horror sin protección alguna. Se han convertido en escapistas del riesgo para reportear el infierno que vive México, como aquel que el periodista Javier Valdez y otros más retrataron antes de ser asesinados.
Las voces que han contado las situaciones más peligrosas o dañinas para el país no deberían ser silenciadas. La pregunta que deberíamos plantearnos como sociedad es, ¿cuál es el papel que tenemos y qué podemos hacer para resguardar la libertad de expresión?
Cualquier ataque que permita lesionar la libertad de expresión deberíamos tomarlo como una afrenta a la sociedad, porque vulnera sus derechos y pone en riesgo a la democracia. La hace más vulnerable y menos sólida a quienes quieren desgastarla en una búsqueda por el poder permanente.
Por décadas, el derecho a la libertad de expresión —inherente a toda persona— ha sido defendido principalmente por periodistas y organizaciones civiles, quienes han capitalizado grandes esfuerzos y acciones para que la violencia contra periodistas cese, para que el gobierno atienda y detenga esta densa violencia. Poco se ha logrado, porque para que la lucha tenga eco, se requiere de un respaldo decidido y articulado por parte de la sociedad en su conjunto.
En esta ecuación nadie queda fuera. No puede estar ajeno el presidente de la República, los gobernantes locales, autoridades de todos los niveles, académicos, estudiantes, deportistas, artistas, activistas, personas trabajadoras del hogar, empresarios y todas las esferas sociales, porque a todos les atañe la posibilidad de saber y conocer información que construya una verdad.
Es un buen punto de partida para la acción conjunta. La libertad de expresión depende en buena medida de una prensa libre y la sociedad es quien puede garantizar no perder más periodistas. Porque al perder a periodistas, también perdemos derechos y libertad para ejercer otros derechos. Se van cerrando espacios donde se pelea por otras libertades.
A la sociedad le hacen falta periodistas comprometidos con su labor. El papel de buscar los datos, contrastarlos y relatar la realidad que está pasando en muchos contextos del país es indispensable para entender y solucionar las problemáticas que nos aquejan.
Es necesario cambiar la indiferencia conveniente a un compromiso activo. El papel que debemos tomar empieza desde la sencilla idea de lo que nos toca hacer desde nuestro espacio y desde nuestras posibilidades. Inicia por definir lo que creemos que es la libertad y después sumar acciones, pequeñas acciones, para defenderla.
La campaña “¿Y a mí qué me toca hacer?” se lanza en el marco del Día de la Libertad de Expresión en México y busca convocar a todos los sectores de la sociedad para sumarse a la defensa y a generar acciones concretas a favor de esta la libertad. La indiferencia mata pero tus acciones, las que tomas desde tu espacio, mantienen vivos a los periodistas y su labor.
aranza