Ecología y Contaminación

La sequía pone a prueba a los olivares en España

2022-11-07

Autoridades y expertos del sector estiman que la cosecha de otoño de aceitunas...

Por RAQUEL REDONDO y JOSEPH WILSON

QUESADA, España (AP) — Un verano extremadamente caluroso y seco que encogió los embalses y provocó incendios forestales amenaza ahora la más emblemática de las cosechas tradicionales españolas: las aceitunas que hacen del país europeo el mayor productor y exportador de los pequeños frutos verdes, que se prensan para producir el dorado aceite de oliva.

Autoridades y expertos del sector estiman que la cosecha de otoño de aceitunas españolas estará en torno a la mitad de la del año pasado, otra víctima de los cambios meteorológicos globales provocados por el calentamiento global.

“Con los 57 años que tengo y no he conocido un año como este”, dijo Juan Antonio Delgado mientras caminaba junto a sus hileras de olivos en la localidad de Quesada, en el sureste de España. “Mi intención es aguantar todo lo que pueda y cuando los gastos sean por encima de la producción tendremos que irnos todos al paro”.

Las altas temperaturas en mayo mataron muchas de las flores en los olivares españoles. Las que sobrevivieron produjeron frutas pequeñas debido a la falta de agua. Aunque un poco menos de humedad puede producir un aceite de oliva mejor, la reciente sequía ha sido demasiado fuerte.

Este ha sido el tercer año más seco en España desde que comenzaron los registros en 1964. El país mediterráneo también tuvo su verano más caluroso documentado.

Los 350,000 productores españoles de olivas suelen cosechar a principios de octubre, antes de que la fruta madure del todo, para producir aceite. Pero sus olivas siguen siendo demasiado pequeñas, y Delgado ha dejado la mayor parte de la fruta en los árboles con la esperanza de que llueva. Por el momento no ha habido suerte.

Si la lluvia deseada no llega pronto, la producción de aceitunas del país será de casi la mitad que el año pasado, según el ministro español de Agricultura.

“La previsión de campaña para este año es notoriamente baja”, dijo a The Associated Press el ministro de Agricultura, Luis Planas. “No llega por parte del Ministerio a las 800,000 toneladas”. En comparación, la cosecha de 2021 alcanzó los 1,47 millones de toneladas.

Los olivares cubren 2,7 millones de hectáreas (6,8 millones de acres) de tierra en España, un 37% de ellos en la provincia de Jaén, conocido por su “mar de olivos”, y donde trabaja Delgado.

De media, España produce tres veces más aceitunas que Italia y Grecia, que también han registrado cosechas más pequeñas.

Se espera que la producción de aceite de oliva en la Unión Europea en su conjunto caiga de forma drástica en comparación con el año pasado, según el Comité de Organizaciones Profesionales Agrícolas de la Unión Europea y la Confederación General de Cooperativas Agrícolas.

Las organizaciones europeas, conocidas por sus acrónimos COPA y COGECA, advirtieron en septiembre que la cosecha podría reducirse en un 35% por la sequía y las altas temperaturas. Los dos grupos describieron la situación en España como “especialmente preocupante”.

La cosecha más pequeña impulsa los precios, según el productor italiano de aceite de oliva Filippo Berio. La empresa señaló que el precio de olivas europeas para aceite virgen extra se ha disparado de 500 euros por tonelada (495 dólares) a 4.985 euros (4.938 dólares).

Además de un clima más cálido de lo normal, la sequía afecta a las aceitunas españolas de otras formas. El consultor agrícola Antonio Bernal ha visto volver enfermedades olvidadas durante sus visitas a Quesada. Cree que los inviernos más tibios ayudan a que los hongos proliferen.

Bernal también teme que la variedad de aceitunas más cultivada en Jaén no pueda adaptarse a un cambio tan repentino del clima.

“(El olivar) no será capaz de adaptarse a un cambio tan acelerado. La única manera, la única solución sería evitar el cambio”, señaló Bernal.

Si la rama de olivo es el símbolo universal de la paz, el olivar es un símbolo del Mediterráneo. Se decía que Platón compartía su sabiduría bajo un olivo, y su extendido cultivo en España se remonta al Imperio Romano.

Cuando la temporada era demasiado seca para los naranjos y limoneros, se contaba con que los olivos seguirían prosperando. Los árboles bajos y retorcidos se aferran a terreno seco y pedregoso y parecen no sufrir a pleno sol. En los tórridos mediodías del verano, los poros microscópicos de sus hojas se cierran para reducir la pérdida de agua.

“En Jaén el olivo ha sido nuestra cultura de toda la vida. Ha sido nuestra moneda de cambio para subsistir y dar de comer a nuestras familias”, comentó el agricultor Manuel García.

Pero incluso el emblemático olivo tiene sus límites. Estos días, la fruta encarna los desafíos de las comunidades en un entorno más cálido y seco.

La investigadora Virginia Hernández es una experta en olivos con base en el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología en Sevilla, España. Ahora estudia cómo adaptar las prácticas de regadío a la sequía, y en concreto hasta qué punto pueden emplearse cantidades “subóptimas” de agua para fomentar la sostenibilidad.

Si la lluvia escasa se convierte en la norma, aprovechar el agua resulta crucial, dijo Hernández. Ella cree que un uso más inteligente de sistemas de regadío de alta tecnología, combinado con variedades de árboles más resistentes a las sequías, podría salvar la industria conforme se caliente el planeta.

Los expertos climáticos calculan que el Mediterráneo será una de las regiones que más rápido se calentará en los próximos años. El desafío es convencer a los agricultores de que reducir un poco su producción actual podría salvar su medio de vida mañana, una adaptación en la que los olivos son especialmente hábiles, dijo Hernández.

“El olivo es una especie paradigmática en el sentido de que es muy resistente a la falta de agua”, señaló. “No se me ocurre otra (que pudiera) resistir mejor que el olivo. El olivo la verdad es que es muy sufridor”.



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