Vox Dei

«Vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en él»

2023-10-01

«En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de...

Evangelio, Mateo 21,28-32

«‘No quiero’, pero después se arrepintió y fue»

En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: ‘Hijo, vete hoy a trabajar en la viña’. Y él respondió: ‘No quiero’, pero después se arrepintió y fue. Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: ‘Voy, Señor’, y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?». «El primero», le dicen. Díceles Jesús: «En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en él, mientras que los publicanos y las rameras creyeron en él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en él».

Reflexión

Llucià Pou Sabaté

«No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos»

Jesús, te vemos hoy (y los siguientes dos domingos) rechazado por los notables del pueblo, que deberían haberte aceptado desde el principio. Nos hablas de dos hijos, que son los típicos grupos en los que dividía a la gente el pueblo de Israel: los "justos" y los "pecadores". Pero aquí ambos son considerados como hijos y objeto del amor del Padre.

Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: «Hijo, ve hoy a trabajar en la viña.» Él le contestó: -«No quiero.» Pero después se arrepintió y fue”. Lo más importante son los hechos, los hechos de vida, las demostraciones prácticas de que creemos en un Dios Padre y su amor, los testimonios vivos de que confiamos tanto en Dios, que no tenemos miedo a nada ni a nadie…

“Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: -«Voy, señor.» Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?

Contestaron: -El primero”.

Lo importante en la vida es aprender a amar, y para eso obedecer la voluntad de Dios, que es el camino de nuestra plenitud. La vida no se define por palabras vacías, sino hechos. La fe cristiana no es cumplimiento de unos ritos, sino amar con el corazón y con obras: "Tú que sigues a Cristo y lo imitas, tú que vives en la Palabra de Dios..., no es un lugar donde hay que buscar el santuario, sino en los actos, en la vida, en las costumbres... Si son según Dios, poco importa que estés en casa o en la calle, poco importa incluso que te encuentres en el teatro; si sirves al Verbo de Dios, estás en el Santuario, no te quepa duda alguna" (Orígenes).

“Jesús les dijo: -Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas lo creyeron. Y aun después de ver esto vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis”. “El camino de la justicia” del que hablas, Jesús, significa el camino de la virtud, el camino de la santidad. «El hombre justo, evocado con frecuencia en las Sagradas Escrituras, se distingue por la rectitud habitual de sus pensamientos y de su conducta con el prójimo» (Catecismo, 1807). Pero los judíos, no siguieron el consejo de Juan: «no se movieron a penitencia para poder creer»; y sin penitencia y mortificación, es imposible creer.

Jesús, eres Tú el que me dices hoy: «ve a trabajar a mi viña.» Te pido ayuda para hacer bien mis deberes en el trabajo y de relación con los demás. Y te pido, Señor, que si alguna vez me canso y digo: «no quiero», me perdones y ayudes a reaccionar y a volver de nuevo a trabajar en tu viña.

Para obedecer hay que escuchar. Hay gente que es incapaz de escuchar nada. Nada que no sea ella misma. Se cuenta de una escritora que iba paseando por la calle que se encuentra con una amiga. Se saludan y empiezan a hablar. Durante más de media hora la escritora le habla de sí misma, sin parar ni un momento. De pronto se para y le dice a su amiga: —“Bueno, ya hemos hablado bastante de mí. Ahora hablemos de ti. A ver, tú ¿qué opinas de mí?”... Para escuchar hay que salir de los límites del egoísmo y entrar en comunión con los demás.

 



JMRS
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