Internacional - Economía

El riesgo de una guerra más extensa en Medio Oriente amenaza una economía mundial ‘frágil’

2023-11-02

Los problemas económicos más recientes se han visto impulsados por la...

Patricia Cohen | The New York Times

El temor de que las sucesivas operaciones militares de Israel en la Franja de Gaza puedan convertirse en un conflicto regional está enturbiando el panorama económico mundial y amenazando con frenar el desarrollo y volver a dar paso a un incremento de precios en los alimentos y los energéticos.

Tanto los países ricos como los pobres apenas estaban comenzando a recuperarse de un periodo de tres años de crisis económicas por la pandemia de COVID-19 y la invasión de Rusia a Ucrania. La inflación aguda ha estado disminuyendo, los precios del petróleo se han estabilizado y las recesiones pronosticadas se han evitado.

Ahora, algunos inversionistas privados e instituciones financieras muy importantes advierten que la frágil recuperación podría empeorar.

“Es la primera vez que hemos tenido dos crisis energéticas al mismo tiempo”, señaló Indermit Gill, el economista principal del Banco Mundial, en referencia al impacto de las guerras de Ucrania y Medio Oriente sobre los precios del gas y el petróleo.

Esos aumentos de precios no solo debilitan el poder adquisitivo de las familias y las empresas, sino que también elevan el costo de la producción de alimentos, lo que aumenta la inseguridad alimentaria, sobre todo en países en vías de desarrollo, como Egipto, Pakistán y Sri Lanka.

Así las cosas, los países ya están teniendo problemas con niveles de deuda inusualmente altos, pocas inversiones privadas y la recuperación comercial más lenta en cinco décadas, lo cual les dificulta crecer para salir de la crisis. Las tasas de interés más elevadas, resultado de los intentos de los bancos centrales por controlar la inflación, les han dificultado a los gobiernos y a las empresas privadas tener acceso a créditos y no caer en incumplimiento de pagos.

“Todo esto está ocurriendo al mismo tiempo”, comentó Gill. “Nos encontramos en una de las coyunturas más delicadas para la economía mundial”.

La evaluación de Gill se suma a la de otros analistas. Jamie Dimon, director general de JPMorgan Chase, dijo el mes pasado que “tal vez esta sea la época más peligrosa que el mundo ha visto en décadas” y calificó el conflicto en Gaza como “la cosa más trascendental e importante para el mundo occidental”.

Los problemas económicos más recientes se han visto impulsados por la profundización de los conflictos geopolíticos que atraviesan los continentes. Las tensiones entre Estados Unidos y China relacionadas con las transferencias de tecnología y seguridad no hacen más que complicar las iniciativas para trabajar juntos en la resolución de otros problemas, como el cambio climático, la reducción de las deudas o los violentos conflictos regionales.

Las preocupaciones políticas primordiales también implican que las herramientas presupuestarias y monetarias tradicionales como el ajuste de las tasas de interés o el gasto gubernamental podrían ser menos eficientes.

El cruel combate entre Israel y Hamás ya ha cobrado la vida de miles de civiles y ocasionado un sufrimiento desgarrador en ambos bandos. Pero la mayor parte de los analistas concuerdan en que, si el conflicto se mantiene contenido, es probable que las repercusiones en la economía mundial sigan siendo limitadas.

El miércoles, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, señaló que “en este momento no sabemos bien si el conflicto en Medio Oriente está en vías de tener efectos económicos considerables” en Estados Unidos, pero añadió: “Eso no significa que no sea sumamente grave”.

Los productores de petróleo de Medio Oriente ya no dominan el mercado como lo hacían en la década de 1970, cuando los países árabes cortaron la producción de manera muy drástica e impusieron un bloqueo a Estados Unidos y a algunos otros países después de que una coalición encabezada por Egipto y Siria atacaran Israel.

Por el momento, Estados Unidos es el productor más grande del mundo y las fuentes de energías renovables y alternativas ya forman una parte un poco mayor de la cesta energética mundial.

“Es una situación muy volátil, incierta y atemorizante”, afirmó Jason Bordoff, director del Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia. Pero “casi todas las partes, Estados Unidos, Europa, Irán y otros países del golfo, reconocen que nadie desea que este conflicto se expanda más allá de Israel y Gaza”, continuó diciendo en referencia al golfo Pérsico.

Bordoff añadió que, no obstante, las equivocaciones, la mala comunicación y los malentendidos podrían impulsar a los países a intensificar el conflicto aun cuando no lo desearan.

Además, una caída importante y sostenida en el suministro mundial de petróleo —sin importar las razones— podría desacelerar el crecimiento y agravar la inflación al mismo tiempo, una combinación muy nociva conocida como estanflación.

Gregory Daco, economista principal de EY-Parthenon, señaló que en el peor de los casos de que la guerra se expandiera, esto podría hacer que el barril de petróleo llegara a los 150 dólares, de los 85 que cuesta ahora. “Las consecuencias de este escenario para la economía mundial son muy graves”, advirtió y habló de una recesión leve, una caída en el precio de las acciones y una pérdida de 2 billones de dólares para la economía global.

La sensación que predomina en estos tiempos es de incertidumbre, la cual pesa sobre las decisiones de inversión y podría disuadir a las empresas de ampliarse a los mercados emergentes. Los costos de los préstamos se han elevado y se cree que las corporaciones de muchos países, desde Brasil hasta China, tendrán problemas para refinanciar su deuda.

Al mismo tiempo, de acuerdo con Oxford Economics, una empresa consultora, los mercados emergentes como Egipto, Nigeria y Hungría han sido de los más afectados por la pandemia, lo cual ha dado como resultado un menor crecimiento del que se había previsto.

Tanto el conflicto en Medio Oriente como las tensiones económicas también podrían aumentar el flujo de migrantes hacia Europa desde esa región y el norte de África. La Unión Europea, que está al borde de una recesión, se encuentra en medio de negociaciones con Egipto para aumentar la ayuda financiera y controlar la migración.

China, que recibe del golfo Pérsico la mitad de sus importaciones de petróleo, está enfrentando un desplome en el mercado inmobiliario y su crecimiento más débil en casi tres décadas.

En cambio, Estados Unidos ha desconcertado a los analistas por su crecimiento sólido. De julio a septiembre, la economía creció a una tasa anual de apenas un poco menos del cinco por ciento, impulsada por una desaceleración de la inflación, ahorros acumulados y contrataciones estables.

La India, con el apoyo de consumidores animosos, está en vías de tener un buen desempeño, con un crecimiento estimado del 6,3 por ciento.

La región que tiene las perspectivas más sombrías es el África subsahariana, donde, incluso antes de que se desatara el conflicto en Israel y Gaza, se estimaba que el rendimiento total de este año cayera un 3,3 por ciento. Los ingresos de esa región no han aumentado desde 2014, cuando se desplomaron los precios del petróleo, señaló M. Ayhan Kose, quien se encarga del informe anual de las Perspectivas Económicas Mundiales del Banco Mundial.



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