Migración

Migrantes que caminan por sur de México piden más oportunidades para quienes huyen de la pobreza

2023-12-26

“No sabe uno si lo va conseguir o con qué obstáculos vaya encontrarse en el...

 

VILLA COMALTITLÁN, México (AP) — La caravana de migrantes que partió en Nochebuena de la frontera con Guatemala continuaba caminando el martes por las carreteras de Chiapas pidiendo a los gobiernos de Estados Unidos y México que en lugar de endurecer la política migratoria ofrezcan mayores posibilidades de empleo para quienes salen de sus países huyendo de la pobreza o la violencia.

“Pedir protección, que me den resguardo político, porque yo a Colombia no puedo regresar, o que me den la oportunidad de quedarme en un país donde me pueda regularizar y trabajar y sacar adelante a mi familia”, reclamó Norbey Díaz Ríos, de 46 años y que viaja con su esposa y sus dos hijos.

El grupo, de unas 6,000 personas, es el mayor que se ha formado este año y empezó a caminar justo antes de que una delegación de alto nivel de Estados Unidos se reúna el miércoles con el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador para acordar nuevas medidas de control del creciente flujo de migrantes por la región.

El martes los migrantes hicieron una simbólica protesta al pasar junto a la principal aduana de la frontera sur de México, en el municipio de Huixtla, que fue resguardada por una decena de agentes de la Guardia Nacional con equipos antimotines.

Los extranjeros se arrodillaron unos momentos e hicieron una oración antes de seguir su camino hasta Villa Comaltitlán, 60 kilómetros al norte de donde empezaron a caminar, sin que hubiera confrontaciones.

La policía seguía vigilando sus movimientos junto a la Guardia Nacional. Los agentes migratorios no hicieron ningún amago de detenerlos al pasar por los puestos de control.

“Lo único que queremos es trabajar”, dijo el hondureño Marvin Orellana, que también viaja con su esposa y su hija y pidió a los políticos que vuelvan la vista hacia ellos para que vean lo que están pasando.

La región vive un flujo migratorio sin precedentes que no ha podido controlarse pese a los intentos de Estados Unidos de abrir nuevos cauces para emigrar legalmente a la vez que endurece las consecuencias de hacerlo de forma irregular.

Más de medio millón de migrantes, muchos de ellos venezolanos, cruzaron este año la selva del Darién, en la frontera entre Colombia y Panamá. México detectó más de 680,000 extranjeros en situación irregular de enero a noviembre, según cifras oficiales. Además, un número récord de casi 137,000 personas pidieron refugio en este país.

La situación se agravó en diciembre en la frontera entre México y Estados Unidos cuando las autoridades estadounidenses registraron algunos días hasta 10,000 cruces ilegales, una cifra totalmente inusual que provocó cierres temporales en algunos cruces.

El secretario de Estado, Antony Blinken; el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, y la asesora de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Liz Sherwood-Randall, se reunirán el miércoles con el presidente mexicano para pactar nuevas medidas migratorias.

“Sabemos que no nos van a tomar en cuenta”, dijo el activista Luis García Villagrán, que acompaña a los migrantes, por lo que afirmó que seguirán caminando. A su juicio, el tema migratorio es “una cuestión meramente electoral” tanto para Estados Unidos como para México.

López Obrador reconoció que los estadounidenses quieren que México haga más para bloquear a los migrantes al sur, en la frontera con Guatemala, y dificultar su paso a través del país pero dijo que no se trata sólo de contención sino también de incrementar la cooperación al desarrollo y de resolver “problemas de índole político” en países como Cuba o Venezuela que alientan la migración.

Los migrantes que conforman la caravana no parecen preocupados por que se endurezcan las medidas en su contra.

“Miedo me da quedarme en Cuba, morirme de hambre, eso sí me da miedo”, dijo Dayron Salazar, un taxista cubano que viajaba con varios amigos.

“Vamos a todo o nada”, aseguró el hondureño José Paz, que caminaba junto a su esposa y sus cuatro hijos, el más pequeño de cuatro meses, el mayor de 13.

La formación de estos grupos ha sido constante en los últimos años ante la lentitud de los procesos de regulación migratoria en México y a la falta de opciones de vida digna y de trabajo para que los extranjeros puedan costearse la espera de documentos.

Desde fines de 2021 las autoridades suelen optar por dejar que los migrantes se cansen y disolver los grupos ofreciéndoles documentación temporal que, en muchos casos, los extranjeros utilizan para seguir el viaje al norte por su cuenta.

En esta ocasión la mayoría son centroamericanos, venezolanos, cubanos y colombianos pero también hay migrantes de países africanos y asiáticos.

“No sabe uno si lo va conseguir o con qué obstáculos vaya encontrarse en el camino”, agregó el colombiano Díaz Ríos. “Esto es algo incierto”, sostuvo mientras seguía caminando.

 



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