Vox Dei

«¿Salvar una vida en vez de destruirla?»

2024-01-17

Él la extendió y quedó restablecida su mano. En cuanto salieron los fariseos,...

Evangelio, Marcos 3,1-6

«¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal?»

En aquel tiempo, entró Jesús de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio». Y les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?». Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano». Él la extendió y quedó restablecida su mano. En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra Él para ver cómo eliminarle.

Reflexión

Llucià Pou Sabaté

«No somos esclavos de las normas, sino libres, hijos de Dios»

Jesucristo ha venido a proclamar el Evangelio de la salvación, pero sus adversarios, lejos de dejarse convencer, buscan pretextos contra Él: «Había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle». Los enemigos, en lugar de alegrarse de la salud del enfermo, se obcecaron todavía más. Con su acción, Jesús libera también el sábado de las cadenas con las cuales lo habían atado los maestros de la Ley y los fariseos, y le restituye su sentido verdadero: día de comunión entre Dios y el hombre, día de liberación de la esclavitud, día de la salvación de las fuerzas del mal. Nos dice san Agustín: «Quien tiene la conciencia en paz, está tranquilo, y esta misma tranquilidad es el sábado del corazón». En Jesucristo, el sábado se abre ya al don del domingo (Joaquim Meseguer).

¿Es la ley el valor supremo?, ¿o lo es el bien del hombre y la gloria de Dios? En su lucha contra la mentalidad legalista de los fariseos, ayer nos decía Jesús que «el sábado es para el hombre» y no al revés. Jesús, nos dices que ley sí, legalismo, no. La ley es un valor y una necesidad. Pero detrás de cada ley hay una intención que debe respirar amor y respeto al hombre concreto. Es interesante que el Código de Derecho Canónico, el libro que señala las normas para la vida de la comunidad cristiana, en su último número (1752), nos habla de la aplicación de la ley «teniendo en cuenta la salvación de las almas, que debe ser siempre la ley suprema en la Iglesia». Quiere decir que por ese sentido de amor las leyes podrán acomodarse; el espíritu debe prevalecer sobre la letra. La ley suprema de la Iglesia de Cristo son las personas, la salvación de las personas (J. Aldazábal). No somos esclavos de las normas, sino libres, hijos de Dios.

«Esclavitud o filiación divina: he aquí el dilema de nuestra vida» Podemos escoger entre las dos palabras importantes que en realidad cuentan en la vida: libertad o esclavitud del pecado, amor o muerte. «No hay nada como saberse, por Amor, esclavos de Dios. Porque en ese momento perdemos la situación de esclavos, para convertirnos en amigos, en hijos (...) si el Hijo os alcanza la libertad, seréis verdaderamente libres (Jn 8, 36)». El tema de paso de la servidumbre (y el temor) a la libertad (y el amor) es de una gran riqueza, los santos lo han desarrollado con sus vidas, pero también conviene releer sus escritos, que es un modo de acercarnos a sus vidas: Jesús «se ha ido y nos envía al Espíritu Santo, que rige y santifica nuestra alma. Al actuar el Paráclito en nosotros, confirma lo que Cristo nos anunciaba: que somos hijos de Dios; que no hemos recibido el espíritu de servidumbre para obrar todavía por temor, sino el espíritu de adopción de hijos, en virtud del cual clamamos: Abba, ¡Padre! (Rom VIII, 15)» (J. Escrivá, Es Cristo que pasa, 118).

Es un espíritu de sentirnos hijos de Dios, en el mundo ya no hay temor sino libertad de quien es el “hijo del amo”, estamos “en casa”, sin miedo por el teatro de la sociedad. La libertad personal es, en lo humano, el don más precioso que nos ha hecho el Señor.

H. Küng cuenta de un judío que intentaba ayudar a un no judío gravemente herido en un accidente de tráfico, le fue negado el uso del teléfono en casa de un judío ortodoxo. ¿Por qué? ¡Porque era sábado! Ciertamente, puede quebrantarse el precepto del sábado cuando va en ello la vida o la muerte, pero con una condición: "que se trate de un judío, y no de un infiel". El sentido del sábado, ¿cómo puede ir contra la persona? Jesús nos unirá la santidad del sábado al amor a los demás. Nos dice san Agustín: «Quien tiene la conciencia en paz, está tranquilo, y esta misma tranquilidad es el sábado del corazón». En Jesucristo, el sábado se abre ya al don del domingo.



JMRS
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