Atrocidades

Otro escándalo más en Washington: Abu Ghraib

2007-06-20

Todo indica, señala Hersh, que hubo algún tipo de encubrimiento sobre quién...

Por: David Brooks, corresponsal El mundo

Nueva York, (La Jornada).-  Esta semana estalló otro escándalo más en Washington sobre quién sabía qué y cuándo sobre uno de los episodios más atroces de la invasión estadunidense de Irak: el caso de la tortura de los presos de Abu Ghraib.

Seymour Hersh entrevistó por primera vez al general encargado de la investigación del abuso en la famosa prisión estadunidense en Irak, quien le reveló que aún no se han dado a conocer las peores imágenes grabadas de los abusos en Abu Ghraib, que los altos mandos ya estaban enterados de esa situación unos cinco meses antes de que el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld testificara ante el Congreso que apenas se había enterado, y que el general fué aislado y finalmente obligado a retirarse del servicio activo por el informe que rindió sobre el asunto.

Hersh, en una nota publicada en "The New Yorker", reporta que a mediados de enero de 2004, el comando militar ya sabía de la existencia de más de cien imágenes de abuso y tortura en Abu Ghraib, y tenían por lo menos descripciones del contenido de esas imágenes. Sin embargo, en mayo al testificar ante el Congreso, el entonces secretario de Defensa, Rumsfeld y oficiales del alto mando expresaron que no habían visto las imágenes hasta la noche anterior de su presentación ante los legisladores.

Una semana antes, Hersh en The New Yorker y CBS News habían difundido algunas de las descripciones e imágenes del abuso, obligando a la Casa Blanca a responder que era un caso de actividades ilegales de un pequeño grupo de soldados, que Estados Unidos no torturaba, y que fué el propio ejército que descubrió e investigó el abuso.

El general Antonio Taguba, encargado de realizar la investigación oficial (con severos límites de alcance) sobre el asunto, informó a Hersh que existían correos electrónicos con descripciones de lo ocurrido circulando entre los generales encargados de la guerra, y en el propio Comando Central, como en altas esferas del Pentágono, incluso en la misma oficina de Rumsfeld, desde enero. Pero al reunirse por primera vez con Rumsfeld y su entonces segundo, Paul Wolfowitz, e integrantes del Estado Mayor, en mayo el día antes de la presentación ante el Congreso, todos indicaron que no habían visto los detalles o las imágenes del escándalo.

Taguba informó que algunas de las peores imágenes aun no han sido difundidas, como una en la que un policía militar estadunidense sodomiza a una prisionera iraquí. Taguba inicio su investigación en enero de 2004, y entregó su informe en marzo, en la que, entre otras cosas concluyó que "numerosos incidentes de abuso criminal sádico, flagrante y desenfrenado fueron infligidos sobre varios detenidos", y que esto fué "un abuso sistémico e ilegal". Pero a pesar de haber entregado más de una docena de copias del informe a altos oficiales en marzo, los hombres del presidente Bush pretendieron jamás haberlo visto hasta mediados de mayo.

Todo indica, señala Hersh, que hubo algún tipo de encubrimiento sobre quién sabía y cuando a los más altos niveles del gobierno de Bush, incluyendo el propio presidente. El hecho de que después de presentar su informe, a Taguba se le ordenó ocupar un puesto marginal dentro de la burocracia y que finalmente fué obligado a renunciar en enero de este año, demuestran que su labor no fué bienvenida.

Hoy, el editorial del periódico nacional USA Today opina que "los comentarios de Taguba son un recordatorio de que el escándalo aún carece de una investigación a fondo – una que podría explicar cómo los abusos no sólo se produjeron en Abu Ghraib, sino también en Afganistán y en la Bahía de Guantánamo, Cuba, si es que no eran culpables personas de mayor rango".

Hersh cuestiona la posibilidad de que Rumsfeld y su jefe, el presidente George W. Bush, no estaban enterados de lo que sucedió. Eso implica que si sabían lo que estaba sucediendo, de algo manera estaban permitiendo la tortura.

El artículo de Hersh provocó una respuesta de la Casa Blanca reiterando la línea oficial de que el presidente se había enterado del caso por televisión y ordenó una investigación a fondo del asunto.

Pero a estas alturas, la credibilidad del presidente y personas como Rumsfeld y Wolfowitz es casi nula – un costo político cada vez más alto de esta guerra que se inició con lo que diplomáticamente se llama "inteligencia defectuosa". El retiro en desgracia de Rumsfeld, ahora de Wolfowitz de su puesto como presidente del Banco Mundial, y la condena y – si no hay un indulto presidencial – próximo encarcelamiento de Lewis Libby, el brazo derecho del vicepresidente Dick Cheney, son en gran medida costos políticos de esta guerra, como también la derrota del Partido Republicano, del presidente, en las últimas elecciones legislativas.

También hay otro tipo de costo de esta aventura bélica. Además de los más de 3 mil soldados muertos, más de 22 mil heridos, también se calcula que una cuarta parte de los militares que regresan de Irak padecen problemas de salud mentales, reportó el Washington Post. El Pentágono busca contratar a cientos de siquiatras y sicólogos adicionales para tratar a estos pacientes.

Los veteranos de esas dos zonas de guerra que buscaron ayuda para enfrentar el llamado "estrés pos-traumático" se elevan a 45 mil en lo que expertos dicen es sólo el inicio de una ola de veteranos que regresarán con problemas mentales, añade el Post. El propio ejército descubrió que 20 por ciento de sus soldados en Irak padecen problemas sicológicos de ansiedad, depresión y estrés agudo.

Los costos económicos de la guerra aquí en casa también tienen varias dimensiones. En los términos más amplios, se puede registrar que el egreso público de fondos ya supera los 500 mil millones de dólares. Un informe reciente del Instituto de Investigaciones de Paz Internacional de Estocolmo (SIPRI) calculó que el costo total de la guerra en Irak, si se incluyen los costos desde el inicio y futuros proyectados hasta 2016, llegará a 2.3 trillones de dólares.

La aventura bélica de Bush es cada vez es más cara para los estadunidenses.



EEM

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