Sin Vergüenza

Pemex, la ordeña sin fin

2007-08-16

Pemex requiere recursos para explorar y aumentar su producción, sobre todo mar adentro y en...

Editorial EL UNIVERSAL

Petróleos Mexicanos se acerca cada día más a una situación sin retorno. En lo externo, casi todas sus utilidades son destinadas a la Federación para financiar un tercio del gasto público. En lo interno, 80 mil de los casi 200 mil trabajadores petroleros rondan los 45 años y están a un decenio de la jubilación. En esos 10 años también pueden agotarse nuestras reservas. La paraestatal es ordeñada por partida doble, adentro y afuera, a un ritmo que es insostenible.

La danza de las cifras puede seguir indefinidamente: en el primer bimestre de este año, nos enteramos hoy, el presupuesto de personal se excedió en 21.7% de lo planeado originalmente, y el de los jubilados en 15%.

La reforma fiscal propuesta por el presidente Felipe Calderón es presentada como oportunidad para despresurizar las finanzas de la paraestatal, aunque para ello es necesario que el fisco sustituya esos ingresos con otros.

No es tarea fácil, pues requiere consensos sociales y políticos. Aun así, negociar un paquete fiscal que descargue a Pemex de su pesada carga impositiva debe ser asumido como prioridad nacional por todos los actores que tienen participación en el debate.

Pemex requiere recursos para explorar y aumentar su producción, sobre todo mar adentro y en aguas profundas. Los puede obtener vía un régimen fiscal menos agresivo y mediante asociaciones con particulares que no distorsionen el orden constitucional que la rige y sí le aporten recursos frescos para invertir en sí misma.

Ni por asomo debe entenderse esto como un llamado a la privatización de una empresa símbolo de los mexicanos, sino como la convocatoria a no cerrarse a explorar al límite las posibilidades de coinversión que la propia Carta Magna ya permita.

En este rubro hay salidas intermedias e imaginativas, como la planteada hace unas semanas a nuestro país por Brasil, para que Petrobras y Pemex puedan realizar alianzas que, sin apelar al expediente privatizador, consigan beneficios mutuos. Hay que estudiar ésta u otras muchas posibilidades, como invertir en desarrollo de tecnología propia a través de financiar urgentemente al Instituto del Petróleo de cara a los apremios actuales de la empresa.

Además, queda claro que un papel fundamental para apuntalar cualquier reforma en Pemex pasa por negociar con el sindicato petrolero para adecuar sus beneficios a las posibilidades reales de la empresa.

Los trabajadores son corresponsables del futuro de Pemex. Se impone que de su parte haya la suficiente sensibilidad para coadyuvar en el aumento de productividad, sin afectar sustancialmente el nivel de vida de sus agremiados, adecuando sin embargo su contrato colectivo a la realidad del país y a la emergencia que sin duda enfrenta ya la paraestatal.

Los altos costos del personal, activo y pensionado, son una realidad comprobable, no un mito. No es el momento de dejar solo a Pemex, sino de hacer efectivo el viejo lema de mediados del siglo pasado de que "el petróleo es de todos" , pero quitándole su ominoso papel de caja del país, más grande que chica, a riesgo de que, de no hacerlo, el día de mañana nos quedemos sin la vaca.



AAG
Utilidades Para Usted de El Periódico de México