Consultorio Financiero

El alcance de la crisis bursátil

2007-08-30

Al principio nadie se explicaba... o no querían hablar de ello. Resultaba inexplicable ya...

Raúl Cremoux, Revista "Siempre"

Hace dos semanas, nadie la imaginaba y comenzó la volatilidad. La Bolsa de Valores neoyorquina comenzó a venirse hacia abajo y en su caída arrastró a todas las otras de Europa, América y Asia. Al principio nadie se explicaba... o no querían hablar de ello. Resultaba inexplicable ya que la Reserva de Estados Unidos inyectaba constantemente cantidades galácticas a su economía para que ésta no se hundiera.

Poco a poco fuimos sabiendo que se trataba de créditos hipotecarios de alto riesgo que se convierten en incobrables. Tanto ruido trajo que, al menos, tres bancos europeos estén al límite de sus quebrantos. Todo esto se daba debido a una complejidad cuyo centro neurálgico está en que Estados Unidos es el país más endeudado; por sus consumidores y por su gobierno. Sólo sus gastos militares equivalen a casi la mitad del producto interno de toda la Comunidad Económica Europea.

¿Y cómo nos afecta esto? Obviamente, las autoridades de Hacienda, con el afán de no crear mayor temor, han afirmado que el huracán financiero no nos afecta. En oposición, veamos las afectaciones más inmediatas. De hecho, la relación del peso con el dólar ha sido desdibujada. Ahora la moneda extranjera se consigue arriba, muy arriba de los once pesos. El índice de la Bolsa Mexicana de Valores está en 28 mil puntos, tal y como estaba en febrero de este año. Esto significa que las utilidades de siete meses ya se han evaporado.

Por último, el fondeo de los bancos mexicanos en Estados Unidos se ha limitado muchísimo. Y todo indica que todavía no hemos vivido lo peor, ya que hasta el momento los sobresaltos no han sido mayores.

¿Qué podemos esperar? De lo recibido en el sexenio de Vicente Fox —130 mil millones de dólares por los sobreprecios del petróleo, los más de 100 mil millones de dólares enviados por los migrantes mexicanos en suelo yanqui y por los cerca de 90 mil millones también de dólares en inversiones directas—, no hemos creado ninguna fuente productiva significativa: ni una sola refinería; nada que no sea la promoción de servicios que, como vienen, así se van.

De ello dan testimonio los 360 mil millones de moneda americana debido al intercambio comercial derivado del TLC que han hecho aún mayor nuestra dependencia con los norteamericanos. El inmenso déficit fiscal de ellos, los yanquis, se distribuye, nos guste o no, a todas las latitudes debido a que el sistema financiero planetario deja mucho qué desear y peor en su eficiencia distributiva.

De ahí que, tanto la inflación nacional, como el crédito y la contracción de la economía, no sean descartables en un periodo próximo. Dios no nos va a agarrar confesados.



EEM

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