Punto de Vista

Infraestructura secuestrada

2008-01-30

Bajo el imperativo constitucional de que no debe haber mexicanos de primera ni de segunda, el...

Editorial EL UNIVERSAL

No hay razón para perpetuar los rezagos económicos del país; sin embargo, los vericuetos legislativos de la nación están empeñados en hacerlo, más allá de los discursos de igualdad y justicia social que todos los partidos dicen abanderar cuando están en campaña.

La reasignación de recursos presupuestales para el concepto infraestructura que se ha calculado para este año, resulta que beneficia —paradójicamente— a los estados de la República que cuentan con más infraestructura, en detrimento de las entidades de bajo ingreso. Es así que, por ejemplo, el Distrito Federal verá incrementados sus ingresos por este concepto en 593%, mientras que Oaxaca sólo recibirá 50% más de recursos respecto del año pasado, Guerrero 57% y Chiapas 61.4%.

La metodología de cálculo de la reasignación considera una fórmula matemática —a todas luces injusta— y el propio cabildeo que hagan gobiernos estatales ante el Ejecutivo federal y el cabildeo de partidos políticos al interior del Congreso de la Unión, que por lo visto tampoco sirve de mucho para equilibrar los presupuestos, ya que basta con ver las negociaciones presupuestarias del último lustro para saber que cada partido aboga por el estado en donde tiene el control del gobierno.

Bajo el imperativo constitucional de que no debe haber mexicanos de primera ni de segunda, el esquema de reasignación de recursos para infraestructura debe ser revisado por los partidos políticos en el Congreso, de tal manera que el dinero se destine hacia las necesidades más apremiantes en los estados más pobres.

Si se teme el uso de esas partidas con fines electorales los diputados deberían entonces "etiquetarlos" para los numerosos asuntos prioritarios que no han sido atendidos precisamente por no ser rentables en términos políticos. Así se habrían evitado tragedias como la de Tabasco por la falta de obras antiinundación, para lo cual la Federación otorgó dinero que al final desapareció en las administraciones priístas de Roberto Madrazo y Manuel Andrade.

La prevención de desastres no da votos. En el Distrito Federal se hubiera atendido el sistema hidráulico en vez de edificar faraónicos segundos pisos en pleno cambio climático.

Mantener en el rezago a Chiapas, Oaxaca y Guerrero significa que se tenga que seguir lidiando con problemas de inconformidad social y guerrilla. Sólo el progreso, el desarrollo y el empleo pueden desactivar los focos rojos de inconformidad en el país. De nada sirve hoy regatearles recursos y mañana invertir en el envío de tropas y policías para contener rebeldes.

Estamos perdiendo una oportunidad única, acaso irrepetible, de contar con excedentes petroleros históricos para hacer de México una nación más equitativa.

Será urgente eliminar de las negociaciones presupuestales el elemento partidista para conjurar que entidades opositoras pretendan ganar recursos a partir de regatear apoyos a la Federación u obtenerlos por la vía del chantaje: el dinero o la parálisis legislativa.



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