Punto de Vista

Factor estadounidense

2008-02-25

No hay una política que esté considerando los cambios que están ocurriendo en...

Manuel Camacho Solís, El Universal

 

 
Estados Unidos tiene la desgracia de haber sufrido un grave deterioro en su prestigio internacional, su economía y por no haber aprovechado el aumento en los riesgos a su seguridad para emprender con resolución una política energética de ahorro y diversificación.

Desde la Segunda Guerra Mundial está en su momento de mayor debilidad. Quedaron atrás los buenos tiempos del final de la década de los 90. Su intervención en Irak representó un grave error que dejará secuelas por muchos años. Su enflaquecimiento fiscal, por esa guerra y por el aumento en los privilegios para los más ricos, lo ha debilitado.

Dentro de sus dificultades, tiene la fortuna de tener a tres excelentes precandidatos a la presidencia, a la señora Clinton, a Obama y a McCain, y con una sociedad que está reaccionado con niveles de participación y un entusiasmo que parecían difíciles de alcanzar. Está viviendo tiempos de intensidad política que podrían derivar en ajustes mayores en sus políticas internacional, económica y de seguridad.

Para México hay diversos asuntos en la agenda estadounidense que tienen la mayor importancia. El comportamiento de su economía nos afectará directamente, ya sea que entren en una recesión prolongada o que la duración de ésta pudiera acortarse. Por sus problemas y más allá de los cuestionamientos de las campañas a acuerdos de libre comercio, es previsible que les interese revalorar resultados del TLC.

Sus decisiones sobre Irak, incluso las inmediatas sobre el presupuesto para la guerra, también repercutirán acá: por lo pronto, la aprobación de la Iniciativa Mérida está atada a la aprobación de las partidas presupuestales para esa guerra.

En materia de energía, las presiones para acelerar la explotación del petróleo mexicano crecerán en la medida en que ellos no han tomado decisiones serias para diversificar sus propias fuentes de energía. Han continuado con su patrón de alto consumo de petróleo, a pesar de la fragilidad de los equilibrios políticos de los países exportadores, predominantemente árabes, y los altos precios del combustible.

En materia de migración, el peso del voto hispano ha logrado por primera vez incidir positivamente en la agenda de los candidatos demócratas, quienes se han deslindado de las posiciones oscurantistas de la extrema derecha. El propio previsible candidato republicano ha sido un serio promotor de la reforma migratoria, aunque su necesidad de mantener unida a su base conservadora le dará pocos márgenes para separarse, en su campaña, de las posiciones antiinmigrantes que han crecido en los últimos años.

En materia de seguridad, la violencia que se ha exacerbado en México será un tema de creciente importancia en la relación bilateral, sobre todo si aumentan los crímenes en su frontera sur o contra ciudadanos estadounidenses. Los riesgos de terrorismo seguirán presentes, e incluso pudieran crecer en vistas de la coyuntura electoral, para buscar afectar el desenlace.

No se puede descartar que, en este mismo año, el factor estadounidense interfiera, para complicar más aún la situación de México. Ello ocurriría si su recesión económica se prolonga, con el consecuente impacto adverso sobre las exportaciones mexicanas, las remesas, el turismo, la inversión y el incremento del proteccionismo. Si la cooperación internacional en materia de seguridad se colombianiza. Si aumentan las presiones por la energía, sin visión sobre las repercusiones sobre nuestra estabilidad interna. Si una vez conseguidos los votos, se olvidan de la legalización de la condición migratoria de los paisanos.

Frente al peso del factor estadounidense, para consolidarse internamente, el gobierno de México se limita a hacer relaciones públicas o a abrirles las puertas, sin negociación alguna en materia de seguridad y energía. No hay una política que esté considerando los cambios que están ocurriendo en Estados Unidos, al menos para actuar con la debida prudencia y oportunidad. Hay más bien precipitación por complacerlos y una evidente debilidad en el diseño de nuestras políticas y en la construcción de los consensos internos que exigiría una coyuntura compleja, pero a la vez prometedora, como la que hoy vive Estados Unidos.


Miembro del Frente Amplio Progresista



LLG

Notas Relacionadas

No hay notas relacionadas ...



Ver publicaciones anteriores de esta Columna