Turismo

Una Disneylandia bíblica gana sitio en el Jerusalén palestino

2010-06-24

El conocido como

Alberto Masegosa/EFE

Jerusalén.- Un parque arqueológico consagrado al mítico Rey David y que tiene vocación de Disneylandia bíblica ha ganado esta semana algo más de sitio con la orden de echar abajo otras 22 viviendas en el Jerusalén palestino.

De acuerdo con la alcaldía, la demolición servirá para levantar un centro turístico que ponga en valor el atractivo del parque, pero según grupos de la sociedad civil israelí su objetivo no es otro que proseguir la judeización de la llamada ciudad santa.

El conocido como "Parque Arqueológico del Rey David" abre sus puertas apenas unos metros al sur de la vieja ciudadela, en pleno barrio de Silwan, conquistado en 1967 por Israel, como el resto de los territorios palestinos, en la Guerra de los Seis Días.

El área alberga unas ruinas que se descubrieron en el siglo XIX pero que no habían llamado demasiado la atención hasta que a mediados del siglo XX, al poco de la creación del Estado judío, fueron identificadas como las de la capital de ese monarca.

La identificación se basó en la descripción que aparece en la Biblia de la ciudad que ese soberano -el más poderoso del Antiguo Israel, además de músico, buen poeta y mejor amante, según el relato bíblico-, construyó sobre la antigua Jerusalén cananea.

Lo que condujo a la organización de la extrema derecha religiosa israelí "El Ad", acrónimo de "A la Ciudad de David", a empezar a fines de los ochenta a colonizar la zona, que desde entonces se encarga de gestionar en exclusiva como parque arqueológico.

Unos 400 colonos judíos viven en la actualidad entre alrededor de 2,500 residentes palestinos en el recinto, donde El Ad organiza visitas, frecuentadas mayormente por escolares y soldados, en las que se glorifica el mítico monarca y el Antiguo Israel.

"Al principio pensábamos que se trataba de una iniciativa de los colonos pero ahora creemos que responde a una política planificada por el gobierno", dice Yudith Oppenheimer, directora del grupo "Ir Amim", que lucha contra las expropiaciones en el área.

"El Gobierno utiliza a los colonos para que le hagan el trabajo sucio. Silwan será crucial en un eventual acuerdo de paz por su cercanía a la vieja ciudadela. Y lo que el Gobierno pretende es quedarse con Silwan en ese eventual acuerdo de paz", afirma.

Oppenhemir denuncia que la última orden de demolición se enmarca en un proyecto urbanístico de mayor calado, que la alcaldía jerosolimitana baraja con el nombre de "Esquema 1155" y que implicaría la expulsión de otro millar de residentes palestinos.

Diseñado por el arquitecto Moshe Safdie, ese proyecto prevé ampliar el parque con la construcción de un complejo de 100.000 metros cuadrados y para el que se echaría abajo buena parte de Al Bustan, vecindad palestina próxima al yacimiento.

El asunto refleja lo intrincado de todo lo que atañe a Jerusalén, nudo gordiano del conflicto entre palestinos e israelíes y donde se mezclan a partes iguales la arqueología y la política cuando la segunda de esas disciplinas no utiliza a la primera.

Esa es la opinión del arqueólogo Rafi Greenberg, especialista de la Universidad de Tel Aviv y que mantiene que no hay en realidad evidencia alguna que demuestre sobre el terreno que el parque albergue las ruinas de la capital del Rey David.

Greenberg recuerda que en el yacimiento, un conjunto de bloques de piedras en el que no queda ningún edificio en pie, se han encontrado restos de hasta 5,000 años antes de Cristo pero que ninguna prueba arqueológica atestigua una presencia judía.

"Sabemos que el lugar ha estado habitado desde hace mucho tiempo pero desconocemos por completo si quienes lo habitaban eran judíos, creían en el dios de los judíos, o creían en muchos otros dioses", afirma el especialista de la Universidad de Tel Aviv.

Rafi Greenberg va más allá: asegura que no hay de hecho evidencia arqueológica de la existencia de judíos con anterioridad al siglo II antes de Cristo, cuando acabo de compilarse la Biblia, que habría sido lo que les dio identidad como pueblo.

Esto es, ocho siglos después de que, según la propia Biblia, hubiera vivido el Rey David.



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