Internacional - Población

Calurosa recepción a los tres primeros mineros que llegaron a casa

2010-10-15

María Lorente /AFP

Copiapó. - Los tres primeros mineros dados de alta del hospital de Copiapó tuvieron una calurosa recepción de parte de sus familiares y vecinos en la noche del jueves al viernes, en sus barrios pobres e inseguros de los suburbios de esta ciudad de 150,000 habitanets, a 800 km al norte de Santiago.

Juan Illanés, Carlos Mamani y Edison Peña fueron los tres primeros del grupo de 33 mineros en egresar del hospital de Copiapó y al llegar a sus humildes viviendas eran esperados por sus familias emocionadas, rodeadas de sus vecinos entusiasmados por la fama mundial de que actualmente gozan tras su mediatizado rescate, así como un tropel de periodistas.

Un automóvil de la Asociación Chilena de Seguridad, llevó a Illanés, de 52 años, y al boliviano Mamani, de 23 años, a sus hogares en la barriada Juan Pablo II, en la parte alta de la ciudad, uno de los sectores más precarios de Copiapó.

En el trayecto a su casa, Illanés compartió su sueño para el futuro con la AFP: "La verdad que me quiero ir a Miami", dijo.

"El encierro fue terrible, lo peor fue estar abajo. Dos meses encerrado", relató. "Los primeros 17 días fueron una pesadilla. Luego todo cambió".

"Poco a poco nos fuimos organizando, y sentíamos el apoyo de afuera. Ya cerca del final, lo único que queríamos era salir", cuenta a la AFP poco antes de llegar a su vivienda.

Illanes, minero de profesión, casado y con un hijo, emergió de la mina a las 02H06 (05H06 GMT) tras sus compañeros Florencio Ávalos y Mario Sepulveda.

"La experiencia en la mina fue muy provechosa", comentó. "Todo esto es increíble", dijo, quien es sindicado como el encargado de inyectar optimismo y humor durante el encierro.

Ya en tono de reflexión afirmó "teníamos que pasar algo así para mostrar cómo trabajan los mineros".

Al llegar al hogar del boliviano Mamani, un puñado de familiares, compatriotas bolivianos y vecinos se econtraba ante su vivienda de barro y adobe, donde habían colocado un cartel que rezaba: "Bienvenido a nuestro humilde hogar", en un barrio donde hasta los niños aconsejan no acercarse por la noche por temor a las violaciones.

Allí lo esperaba su su esposa y su hijita de un año, que había preparado una cena típica de su país para una treintena de invitados, en su mayoría bolivianos.

Al llegar al frente a su hogar, Mamani permaneció paralizado ante la emoción y el caluroso recibimiento de su familia y vecinos.

"Estoy bien, estoy bien", repitió. Los periodistas y las cámaras lo acosaban pero el minero boliviano no contestó y se abrió paso hacia su vivienda.

Mamani había ingresado a trabajar tan sólo cinco días antes del accidente a la mina, donde permaneció soterrado durante más de dos meses.

Rodeados de flashes y periodistas a la entrada de su casa una de su vecinas, Viviana Piña, destacó que los Mamani "son gente humilde, tranquila. No tenemos nada que decir de ellos". Otra vecina apuntó: "Son muy diferentes en su forma de ser callados, más para adentro".

El tercero en salir fue Edison Peña, quien también fue recibido por un mar de gente y un enjambre de periodistas en su casa. Cuando logró llegar a la puerta de su hogar dijo: "estoy bien, estoy súper sano, por eso soy uno de los tres primeros en salir".

"La pasamos bien mal, yo creía que no iba a volver", dijo. "Gracias por creer que estábamos vivos", agregó.

Tras el apoteósico e impecable rescate de casi 22 horas que fue transmitido en vivo al mundo entero por varias cadenas de televisión los 33 mineros convertidos en héroes nacionales intentan de a poco retomar su vida normal.



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