Internacional - Población

En Tahrir, los manifestantes organizan la resistencia contra los pro-Mubarak

2011-02-03

Por cierto, cientos de personas mostraban heridas de la batalla, como Yaser, de 20 años, que...

Por Antonio Rodríguez, AFP

EL CAIRO - Una mujer velada golpea un farol con una piedra para alertar sobre la presencia de sospechosos en una de las calles laterales de Tahrir y de inmediato cientos de jóvenes acuden para repeler a palos un posible contraataque de los partidarios del presidente Hosni Mubarak.

Era una falsa alarma: un grupo de militares intervino inmediatamente para tranquilizar a los manifestantes, haciéndoles señas de calma con las manos, e impidiendo que llegaran hasta el pequeño grupo de personas que se veía a lo lejos, comprobó un periodista de la AFP.

Escenas similares se produjeron durante todo el jueves en Tahrir, reflejando no sólo el nerviosismo de los manifestantes un día después de la batalla campal contra los partidarios de Mubarak, sino también la estricta organización que establecieron después de echar por la noche de la plaza a sus adversarios.

"No tengo la menor duda de que vamos a ganar. Es más, ya hemos ganado porque los echamos a patadas de la plaza", se congratuló Besim, de 28 años, que reconoció haber abandonado Tahrir tras el discurso de Mubarak del martes, cuando anunció que no se presentaría a las elecciones de septiembre.

"Pero volví cuando vi lo que ocurrió ayer, por mis hermanos", añadió.

Este jueves, los opositores se habían hecho con el control de la plaza, después de enfrentarse a pedradas durante cerca de 15 horas a miles de hombres de Mubarak, que irrumpieron brutalmente en Tahrir, donde los opositores reclaman la renuncia del presidente desde hace diez días.

Los manifestantes asumieron ellos mismos el control de los accesos, al montar sus propias barricadas unos 50 metros por delante de los tanques, en un evidente acto de desconfianza de los militares que vigilaban la zona desde el fin de semana y que no impidieron la entrada el miércoles de los pro-Mubarak.

Las barricadas están hechas con todo el material encontrado en la plaza: restos de vehículos quemados, rejas arrancadas a los edificios o chapas.

Detrás de ellas, están "la municiones", como dijo un egipcio: montones de piedras preparadas para replicar a un ataque enemigo.

En la plaza, el ambiente era de compañerismo. Jóvenes mujeres veladas distribuían la comida y agua que otros trajeron para abastecer a las miles de personas atrincheradas en esta céntrica rotonda, donde habitualmente reina el caos del tráfico de la capital egipcia.

"Aquí hay todo tipo de egipcios: comunistas, liberales, islamistas... Estamos todos unidos", se congratuló Khaled, de 23 años, un empleado del sector turístico en Sharm el Sheij y que llevaba un vendaje en la cabeza por la piedra que lo alcanzó la víspera.

Por cierto, cientos de personas mostraban heridas de la batalla, como Yaser, de 20 años, que afirma que una piedra le partió el brazo, sin quebrar su determinación. "Me quedo aquí hasta que se vaya Mubarak", aseguró.

Pero también había mucha desconfianza y miedo a los policías u hombres de Mubarak infiltrados.

Una persona identificada como presunto miembro de los servicios de seguridad fue evacuada brutalmente por la multitud. Unos manifestantes lo golpeaban con todos los medios a su alcance, desde palos a botellas de plástico, pero otros lo protegían, como Kamal, un médico que ejerce en Estados Unidos.

"No tenemos que golpear a nadie. Somos pacíficos y los pacíficos no dan golpes", explicó, después que los militares recuperaran al presunto infiltrado.



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