Internacional - Población

Periodistas extranjeros en Trípoli bajo fuerte vigilancia del régimen libio

2011-03-05

Sin embargo, un periodista de la AFP pudo desplazarse hasta la plaza Verde, en el centro de la...

 Antoine Lambroschini /AFP

Trípoli. - Prohibición de salir de los hoteles salvo para viajes organizados, desinformación y cortes de internet: los periodistas extranjeros enviados a Trípoli están bajo estrecho control del poder libio, que se enfrenta desde hace dos semanas a una revuelta popular sin precedentes.

La tensión era palpable en la capital libia el viernes, día de la gran oración y momento clave de la movilización de los oponentes del régimen de Muamar Gadafi.

Las puertas del hotel Rixos, en donde residen la mayoría de los periodistas extranjeros, fueron cerradas. Los corresponsales no pudieron salir mas que en un convoy organizado por las autoridades, dijo a la AFP un periodista extranjero por teléfono.

Musa Ibrahim, un portavoz del gobierno libio, dirigió una fuerte advertencia a la prensa extranjera.

"Cualquier periodista que salga a la calle sin permiso será arrestado. Es un día especial. Grupos terroristas quieren provocar actos violentos y la presencia de periodistas agravará la situación", dijo Ibrahim a los periodistas occidentales que fueron contactados por la AFP.

Sin embargo, un periodista de la AFP pudo desplazarse hasta la plaza Verde, en el centro de la capital, en donde una centena de partidarios de Gadafi manifestaban su apoyo al "guía de la revolución".

El periodista fue descubierto por un grupo de unos 15 policías, quienes lo metieron en un taxi, dando órdenes al conductor de llevarlo directamente de regreso a su hotel.

Más tarde, en la misma plaza, se produjeron violentos enfrentamientos entre los partidarios de Gadafi y sus opositores, según un testigo contactado por la AFP.

Al mismo tiempo, pero en Tajura, un barrio popular del este de Trípoli, una centena de manifestantes anti Gadafi se enfrentó contra las fuerzas del orden, según un testigo.

Escapar a la vigilancia de las autoridades libias ya era difícil desde antes del viernes, pues el gobierno controla a los periodistas desde su llegada al aeropuerto.

Desde el jueves en la noche, el acceso a internet fue bloqueado sin explicación en los dos hoteles de Trípoli que fueron designados para albergar a la prensa internacional.

"No es culpa nuestra, se trata de una intervención exterior", dijo a la AFP un empleado del hotel Corinthia.

Desde que comenzó la revuelta el 15 de febrero en el este del país, las autoridades libias han denunciado la cobertura por parte de la prensa extranjera de estos hechos sangrientos, acusándola de exagerar su importancia y de estar en contra del régimen que controla Libia desde hace casi 42 años.

Las autoridades también desmienten sistemáticamente las operaciones militares que efectúan en el este del país, aún si la AFP ha obtenido numerosos testimonios concordantes de estos hechos y ha incluso presenciado los enfrentamientos directamente.

El miércoles pasado, Ibrahim se negó a dar declaraciones sobre un ataque armado dirigido por las autoridades con el fin de retomar el control del puerto petrolero de Brega. "Hubo numerosos rumores de este tipo sobre ataques de nuestras fuerzas. Todos ellos han sido falsos", dijo el portavoz gubernamental.

Sin embargo, Seif al Islam, uno de los hijos de Gadafi, declaró el jueves por la noche en la televisión Sky News, que un ataque aéreo había ocurrido efectivamente, pero que estaba "destinado a atemorizar" los oponentes.

El gobierno libio organizó el jueves un convoy para la prensa en el noroeste del país, en donde los fieles al régimen parecen haber tomado el poder, pero los periodistas tenían prohibido acercarse a la población local.

En Zauiya, una ciudad situada a 60 km al oeste de Trípoli, la guía del comité libio para la prensa extranjera, Aicha Jalud, dijo que la situación estaba totalmente "bajo control", pero se negó a pasar por el centro de la ciudad.

Uno de sus colegas reconoció que el centro de Zauiya estaba aún bajo control de la oposición, como lo hacían pensar los troncos de árboles que bloqueaban las rutas para impedir que pasaran las fuerzas del orden oficiales.



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