Internacional - Población

Indignación ante un ejército que permitió la "agresión" de EU

2011-05-06

Emmanuel Duparcq y Sajjad Tarakzai, AFP

ABBOTTABAD, (AFP) - Cinco días después del ataque de Estados Unidos para liquidar a Osama Bin Laden, los paquistaníes están "indignados" con su ejército, no por su incapacidad para encontrar al jefe de Al Qaida sino por permitir una "agresión" estadounidense en su país.

Sardar Amir, de 35 años, daba cada noche un apacible paseo por Bilal Town, y pasaba por un terreno que bordea a una vivienda blanca de tres pisos, rodeada de altos muros de cemento.

En este barrio acomodado de Abbottabad, ciudad cuartel al pie de las montañas, a dos horas de Islamabad, Sardar disfrutaba del raro privilegio de vivir en una ciudad a la que no ha llegado la violencia que ensangrienta al resto del país.

Sin embargo, este domingo perdió esa ilusión.

Durante la noche, 79 soldados de élite estadounidenses a bordo de cuatro helicópteros tomaron por asalto la casa y mataron al hombre más buscado del mundo, a uno de sus hijos y a dos emisarios.

Todo ello ocurrió a menos de dos kilómetros de la prestigiosa academia militar de Kakul, en una ciudad que cuenta al menos con 5,000 soldados o cadetes.

Sardar no lo puede soportar. "Estoy indignado, encolerizado contra el ejército, los servicios secretos, el gobierno. ¿De qué nos sirve tener aquí todos estos campamentos militares?", se pregunta.

El ejército tardó más de una hora en llegar al lugar, dando tiempo a los norteamericanos para efectuar su ataque relámpago y desaparecer.

"Es una vergüenza. Nuestro ejército debió derribar a los helicópteros estadounidenses", se indigna Tahirulá, un estudiante de medicina de 23 años.

Yakat Hussei, compañero de Tahirulá, no derrama una lágrima por Bin Laden, aliado de los talibanes paquistaníes cuyos innumerables atentados suicida dejaron más de 4,200 muertos en el país en cuatro años.

"Pero el ejército paquistaní debió detenerlo antes", afirma.

Estados Unidos confesó haber llevado a cabo esta operación sin informar a Pakistán para evitar que este país, a menudo acusado de doble juego con los islamistas, adviertiera al jefe de Al Qaida.

En Abbottabad se considera que los estadounidenses se pasaron de la raya al enviar un comando al corazón de esta ciudad, símbolo de la potencia del ejército paquistaní.

Un ejército que, a su vez, es visto como el único poder en un país obsesionado por su seguridad y por la de sus instalaciones militares y nucleares.

Sardar ya no tiene confianza en su ejército: "Si los norteamericanos vinieron a atacarnos aquí, pueden hacerlo donde quieran".

Las miradas se vuelven ahora hacia el Estado Mayor, que, se sospecha, permitió actuar a Washington, cuyos miles de millones de dólares en ayudas mantienen al país y a sus tropas a flote.

La duda se instala incluso entre los soldados de base: "No estábamos al tanto ni de la presencia de Bin Laden, ni de la operación estadounidense", asegura uno de ellos, de 25 años, que pide no ser nombrado. Añade, sin embargo, en voz baja: "A lo mejor algunos lo sabían, allá arriba".

"No sé qué pensar, todo es muy extraño", asegura por su lado el soldado Jawed Jan, encargado de cuidar la ahora célebre casa de "Osama".

Tras cuatro días de silencio, el ejército hizo una declaración pública el jueves por la noche, admitiendo "insuficiencias" para conseguir información sobre el paradero de Bin Laden y amenazando a Estados Unidos con revisar su cooperación en caso de un nuevo ataque de este tipo.

En la tarde del viernes, tras la oración semanal en las mezquitas, el ejército fue duramente criticado durante una manifestación antiestadounidense de unas mil personas, convocada por un partido religioso conservador.

"Salgan de sus oficinas con aire acondicionado y dejen de tenerle miedo a Estados Unidos", dijo un dirigente de este partido a los "esclavos de Estados Unidos", en referencia al ejército paquistaní.



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