Reportajes

Escándalo devela raro lazo de líder de Madres Plaza de Mayo con ex apoderado

2011-06-09

En mayo de 1995, tras purgar 10 años de cárcel, Schoklender fue beneficiado por una...

Liliana Samuel / AFP

BUENOS AIRES.- Un escándalo por presunto fraude en un importante emprendimiento social de la entidad humanitaria Madres de Plaza de Mayo, puso al descubierto una extraña relación entre su líder, Hebe de Bonafini, y el ex apoderado de la organización, Sergio Schoklender, quien cumplió condena por parricidio.

La líder de las Madres de Plaza de Mayo, de 82 años, debió rendirse ante la evidencia y le soltó la mano a su protegido, quien puso en peligro el prestigio mundial de la entidad simbolizada por los pañuelos blancos y ganada en 34 años de reclamos por los desaparecidos.

"Los hermanos Schoklender (Sergio y Pablo) son estafadores y traidores pero igual voy a seguir creyendo en la gente", dijo una dolida Bonafini, madre de dos desaparecidos y símbolo de la lucha contra la dictadura (1976/83).

Sergio Schoklender, de 53 años, es investigado por presunto lavado de dinero, defraudación a la administración pública y asociación ilícita.

Separado hace dos semanas de su cargo de apoderado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, Schoklender era el impulsor de la misión Sueños Compartidos, un gigantesco emprendimiento que construye miles de viviendas, así como escuelas y hospitales en barrios carenciados, con financiamiento del Estado.

El subsecretario de Obras Públicas, Abel Fatala, dijo que el Estado le entregó a la Fundación un total de 765 millones de pesos (USD 186 millones).

El pedido de investigación presentado hace un año por una diputada opositora a raíz de una sospechosa compra de una finca por parte de Schoklender, fue la punta de un iceberg.

Autos de lujo, avionetas, dos yates y la conformación de varias empresas, entre ellas Meldorek, una constructora que era contratada por la misma Fundación, aparecen ahora entre los supuestos bienes del ex protegido de Bonafini, quien mantiene un modesto nivel de vida.

La rara relación entre Schoklender y Bonafini se inició en los años 90 cuando el hombre aún purgaba una condena a cadena perpetua por asesinar a sus padres en 1981, junto a su hermano Pablo, en un caso resonante llevado al cine bajo el título de "Pasajeros de una pesadilla".

Integrantes de una familia de clase media alta, Mauricio, el padre, era representante en Argentina de empresas europeas de industria bélica, mientras que a Cristina, la madre, sus hijos le adjudicaron supuestos abusos e incesto.

Transgresora y desafiante, Bonafini, un ama de casa de clase media baja que en 1978 había "salido de su cocina" para enfrentar a la dictadura junto a otras madres de desaparecidos, trató como a un hijo a Schoklender, convencida de que el asesinato de sus padres se vinculó al tráfico de armas con militares del régimen.

Al conocer a Sergio, Bonafini quedó deslumbrada por la inteligencia y capacidad de trabajo de este hombre que estando preso impulsó un proyecto para cursar carreras universitarias en la cárcel, donde se recibió de abogado y psicólogo.

"En la cárcel Schoklender mostraba una capacidad de trabajo muy grande y su liderazgo entre los presos era impresionante", dijo a la AFP una psicoanalista que pidió el anonimato, que fue su docente detrás de las rejas.

En mayo de 1995, tras purgar 10 años de cárcel, Schoklender fue beneficiado por una disminución de su condena con salidas laborales transitorias que realizaba en la sede de las Madres.

"Nos produjo asombro la incorporación de este muchacho a Madres. Nos pareció extraño esa simbiosis de adoptarlo como un hijo", recordó este jueves Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, otra reconocida entidad humanitaria que busca a nietos robados en dictadura.

Bonafini encontró en Schoklender a un hombre en quien apoyarse y a quien apoyar como si fuera un hijo, de manera de cumplir su aspiración de proyectar su lucha más allá de los desaparecidos, dicen en su entorno.

En poco tiempo, las Madres pusieron en marcha una imprenta y una librería, una universidad y una radio, aunque no pocos militantes quedaron en el camino enfrentados con el estilo autoritario del protegido de Bonafini.

En 2003, el impulso que le dio el fallecido presidente Néstor Kirchner a la lucha por los derechos humanos marcó un punto de inflexión en la entidad históricamente radicalizada, que por primera vez se encolumnó con un gobierno y formó la Fundación.

"El enemigo agranda y deforma pero no vamos a decir que el enemigo está mintiendo en todo", admitió Bonafini preocupada porque en un año electoral, las esquirlas del estallido puedan rozar a la presidenta Cristina Kirchner, con quien mantiene una estrecha relación.



KC
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