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El boxeo hace olvidar sus querellas a israelíes y palestinos

2011-07-28

El

 Shatha Yaish, AFP


Jerusalén.- El público rodea al ring donde un israelí y un palestino buscan la oportunidad de dar el golpe que derribará a su contrincante en un club de boxeo de Jerusalén, donde los aficionados a este deporte olvidan durante algunos asaltos el conflicto entre ambos pueblos.

Minutos más tarde, el combate termina y ambos jóvenes se abrazan antes de separarse e irse cada uno por su lado.

El local está instalado en un viejo refugio antiaéreo mal aireado del sector oeste de Jerusalén, donde, pese al calor sofocante, los deportistas de ambos bandos se encuentran dos veces por semana, liberándose del peso de las realidades políticas de la Ciudad Santa.

Israel ocupó y anexó desde 1967 a Jerusalén Este, reivindicada por los palestinos que quieren establecer allí la capital del Estado al que aspiran.

"El club está abierto a todos, judíos, árabes, mujeres y hombres, religiosos o laicos, y aquí todo el mundo se siente en su casa", aseguró el fundador, Guershon Luxemburg, un hebreo con un fuerte acento ruso.

El "Boxing Club" de Jerusalén fue creado en 1981 por este ex campeón de boxeo que emigró a Israel en 1972 tras abandonar lo que era entonces la república soviética de Uzbekistán.

Del caluroso lugar subterráneo sube el ruido sordo de los guantes de cuero y el zumbido de los ventiladores que tratan de mover el aire pesado y pegajoso.

Desde la entrada, un afiche gigante de Mohamed Alí, el legendario boxeador negro estadounidense, indica lo que se cuece allí. Y sobre los muros, se ven miles de fotos y certificados que hablan de quienes han pasado por ahí.

"Guershon es como un padre para todos", aseguró Ramzi Srur, de 19 años, un palestino del barrio de Jebel Mukaber, en Jerusalén Este. Se entrena allí desde hace ocho años.

"En el exterior, los israelíes son tal vez enemigos, pero aquí todo es distinto", dice, rechazando la idea de que pueda sentirse más motivado frente alguno de ellos.

"En el ring quiero ganar, ya sea mi rival judío o árabe".

En treinta años de trabajo extenuante, Guershon Luxemburg, barbudo y con la kipá de los judíos religiosos, no ha perdido nada de su entusiasmo, y quiere proponer no sólo tolerancia, sino amistad.

"No se trata sólo de comprenderse, es más que eso: aquí somos amigos, formamos un solo cuerpo", afirmó.

"Crecí en Tashkent y mi familia venía de la URSS, donde más de cien culturas coexistían", subraya. "Aquí en el club, se puede constatar lo fácil que es entenderse con todo el mundo".

"Lo que importa, es relacionarse sin temor. Poco importa cómo, mediante el deporte o la música, para descubrir que en frente hay un ser humano y no un perro, un lobo o un animal", dijo.

Tal como dice Ramzi Srur, el joven judío religioso Akiva Finkelstein, de 16 años, afirma también que su único objetivo es "ser el mejor". Ya ganó siete veces el título de mejor boxeador joven de Israel.

Para él también, el boxeo es un medio para colocar puentes entre ambos pueblos. "Aquí es como si fuéramos un solo pueblo", pero "todo el mundo no boxea", lamentó.



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