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Tras un año de apertura, pequeños negocios bullen en Cuba aún con trabas

2011-10-03

Peluqueros, masajistas, relojeros, costureras, chef, fotógrafos de bodas, plomeros,...

Por Isabel Sánchez, AFP 

LA HABANA  - Un año después de que Raúl Castro reabrió el trabajo privado en Cuba, los pequeños negocios dominan el paisaje urbano, pese a frenos legales, falta de más estímulos y experiencia empresarial, tras años de prohibiciones en una economía donde el Estado controló hasta la venta del tradicional pan con lechón.

Peluqueros, masajistas, relojeros, costureras, chef, fotógrafos de bodas, plomeros, cuidadores de perros... emergieron de la ilegalidad o del ocio, o se lanzaron a probar suerte tras ser despedidos o dejar su empleo estatal, en busca de mejor salario.

El Gobierno autorizó en octubre de 2010 permisos en 178 oficios, ampliados a 181 en septiembre pasado. En un año los 'cuentapropistas' (trabajadores privados) pasaron de 148,000 a 333,000, más del doble, lo que superó las expectativas del Ejecutivo.

"Hay más desenvolvimiento. Antes yo vendía cualquier cosa por la izquierda (ilegal), pero vivía con temor a la policía. La competencia está dura pero algo se gana", dice Félix Sánchez, en su puesto de venta de CD piratas, que en Cuba pasó a ser legal, con discos copiados excepto de autores cubanos por aquello de los derechos de autor.

Puestos como el de Félix, algunos levantados precariamente ("timbiriches" en la jerga local), proliferan en calles y plazas.

La ampliación del sector privado es de las principales medidas del plan de reformas ratificado en el VI Congreso del Partido Comunista (PCC) en abril, que impulsa Raúl Castro para hacer eficiente el agotado modelo de corte soviético, vigente durante medio siglo en la isla.

El Gobierno asegura que esta reforma es de mayor alcance y sin marcha atrás, a diferencia de la tímida apertura aplicada tras la severa crisis de los años 90 por la debacle del bloque socialista.

Como novedad, se da posibilidad al surgimiento de la microempresa, permite contratación de empleados, comercializar bienes y servicios a empresas estatales, alquilar locales, tener créditos.

Pero la meta de que el sector privado absorba parte de los 1,3 millones de empleos estatales "inflados" y que serán cerrados hasta 2015, se ve afectada por la falta de un mercado mayorista e impuestos que a muchos resultan altos, y que ya provocaron quiebras y devolución de permisos (25% en La Habana).

Maira Ibarra, de 55 años, es una de ellos. La cafetería "Doña Maira", que en enero abrió ilusionada en un rincón de su casa, en el barrio Vedado, debió cerrar y ella volvió a su empleo estatal.

"No tenía suficiente clientela y no me daba la cuenta. Yo no sobreviví, pero me parece muy bien esta apertura, hay más opciones de servicios para la gente", afirmó.

En setiembre, el Gobierno bajó impuestos, permitió contratar mano de obra en las 181 actividades, y amplió aún más, de 20 a 50 sillas, la capacidad de las 'paladares', restaurantes pequeños que antes de la reforma estaban sujetos a 12 sillas, empleados sólo de la familia y sin poder vender carne ni mariscos.

Pero la expansión de la oferta requiere de demanda, actualmente contraída por la crisis y que muchos siguen cubriendo en el mercado negro, advirtió un informe de los economistas Pavel Vidal y Omar Pérez, del Centro de Estudios de la Economía Cubana, de la Universidad de La Habana.

Sólo en La Habana funcionan 368 paladares -de 1.438 abiertos en todo país-. "Ahora hay muchas más, pero yo no puedo ir con mi salario de 420 pesos (17 dólares)", dice Alina García, una maestra de 43 años.

Hay quienes tienen iniciativa empresarial pero no recursos. Allí las remesas entran a jugar. Un estudio publicado por la Iglesia Católica señaló que 57% de los cubanos que reciben ayuda de familiares de Estados Unidos y otros países tiene o quiere invertir en negocios.

Celia, de 34 años, sólo espera a que su madre le envíe dinero de Orlando (Estados Unidos) para legalizar su alquiler de disfraces infantiles. Aún no lo ha hecho pues teme no aguantar los tributos.

Yasmán Sánchez, de 26, se queja que "a cada rato caen inspectores" a ver si tiene licencia de "útiles del hogar" y a pedir recibos que confirmen el origen legal de su abigarrada mesa puesta en un mercado de Vedado: desde hilos, y tenis Puma o calzoncillos Hugo Boss -falsos-, hasta biosensores de glucosa en sangre.

"Han soltado pero con el 'hasta aquí'. No hay que tener miedo; mira a Vietnam que está disparado", comentó 'Pepe', un masajista del barrio de Miramar, que no quiso dar su nombre.

Raúl Castro dice que la apertura no hace camino al capitalismo, pidió aligerar los trámites de permisos y dejar de "demonizar" a los 'cuentapropistas', que ahora también, como el resto de cubanos, pueden comprar un carro.



gilberto
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