Reportajes

Luego de 10 años, los progresos son limitados

2011-10-05

Sondeo tras sondeo muestran que el mayor problema para los afganos es la falta de seguridad....

Kathy Gannon / AP

KANDAJAR, Afganistán— Asif Khan está sentado en una manta sucia, que una vez fue blanca, en un cine destruido y abandonado, tratando de contener lágrimas de desesperación.

No puede encontrar un empleo para su hijo mayor, que "incluso sabe de computadoras", sin pagar un soborno. No puede pagar por uniformes, libros y lápices para que sus nueve hijas vayan a la escuela. Todos viven en el viejo cine, donde barras de acero corrugado cuelgan como tentáculos del techo y el viento sopla a través de ventanas sin vidrio.

El sentimiento es muy diferente del optimismo que Khan sintió cuando regresó a Afganistán desde Pakistán luego que Estados Unidos derrocase al Talibán en el 2001. Ahora, dice, "no tengo esperanzas".

Cuando Estados Unidos y la OTAN marcan el décimo año de la guerra en Afganistán, un sombrío panorama emerge de numerosas entrevistas a lo largo de seis meses con afganos ordinarios, funcionarios del gobierno, soldados y antiguos y actuales miembros del Talibán, además de datos recientes. La diferencia entre la a menudo optimista evaluación ofrecida por los generales estadounidenses y la realidad en el terreno en Afganistán es marcada.

Hay indicios de progreso y uno muy importante es que las escuelas están abiertas. Más de 6 millones de niños están en la escuela en la actualidad, de acuerdo con la ONU. Durante el gobierno del Talibán, las niñas no podían ir a la escuela, y antes de ello la mayoría de las escuelas estaban cerradas a causa de la guerra. La prensa está floreciendo, con varios periódicos, revistas y 10 canales televisivos.

Pero para los afganos, ha sido una década de un paso adelante y dos atrás.

Afganistán tiene enormes problemas en dos áreas en particular: Seguridad y buen gobierno. La violencia ha aumentado drásticamente este año, y se ha diseminado a áreas otrora pacíficas en el norte. Y la corrupción está obstaculizando intentos por crear un gobierno afgano viable e instituciones que asuman el control cuando Estados Unidos y la OTAN se retiren en el 2014.

"En estos momentos no tenemos idea de a quién temer. Le tenemos miedo a todo el mundo. Cada calle tiene su propio caudillo, sus matones", dijo Rangina Hamidi, la hija del alcalde de Kandajar Ghulam Haider Hamidi. "No me siento a salvo si salgo de mi casa. Para ser sincera, no sé lo que va a pasar".

Apenas meses después de que Hamidi hablase con The Associated Press, su padre fue asesinado en un ataque suicida.

Generales estadounidenses han hecho evaluaciones de la guerra cautelosamente positivas en tiempos recientes. Las fuerzas internacionales dieron a conocer información el mes pasado en la que dijeron que los ataques han amainado. Los generales afirman que han recuperado terreno en el sur y que la moral del Talibán se está hundiendo.

"Le hemos arrebatado el impulso a los enemigos ... Está claro que las fuerzas internacionales y nuestros aliados afganos están ejerciendo presiones sin precedentes sobre los enemigos de un Afganistán libre y pacífico", dijo el ahora director de la CIA David Petraus en julio, cuando aún era el comandante de las fuerzas estadounidenses y de la OTAN en Afganistán.

Pero otros reportes contradijeron esas declaraciones. El Grupo Internacional de Crisis, con sede en Bruselas, afirmó en agosto que de hecho hay más distritos bajo control del Talibán y que las milicias están expandiendo su zona de influencia a áreas consideradas seguras previamente.

Sondeo tras sondeo muestran que el mayor problema para los afganos es la falta de seguridad. Incluso en Kandajar, el antiguo bastión del Talibán donde los generales estadounidenses aseguran haber conseguido progresos, la violencia es parte de la vida cotidiana.

Ehsanullah Khan, que ha dirigido un centro de educación para niños y niñas en el sur de Kandajar en los últimos seis años, dice que su vida está en peligro constante. No se trata solamente del Talibán, sino también de funcionarios ultraconservadores del gobierno, líderes tribales, incluso vecinos que objetan que niñas vayan a la escuela. Khan dice que será asesinado si deja Kandajar, y que incluso en la ciudad no está a salvo.

"Me paso el tiempo jugando a las escondidas", dice. "¿Dónde está la seguridad en este país? ¿Dónde está la libertad?".

Hubo 2.108 choques y otros incidentes violentos por mes en el último trimestre, un incremento de 39% respecto al mismo período el año pasado, dijo la ONU. Y el último año fue el más mortífero de la guerra para las tropas internacionales, con más de 700 muertos.

En meses recientes, las milicias han lanzado ataques diurnos con alarmante regularidad, incluyendo uno contra el Hotel Intercontinental en Kabul en junio, el asedio de 20 horas a la embajada estadounidense y el cuartel general de la OTAN en septiembre y un ataque que mató a un contratista de la CIA en una de las oficinas de la agencia en Kabul en el mismo mes.

En el norte, numerosos jefes policiales y un gobernador han sido asesinados. El mes pasado, una bomba mató al ex presidente Burhanuddin Rabbani, jefe del consejo encargado del diálogo con el Talibán.

Y en el sur, ataques han matado al alcalde de Kandajar, el jefe provincial de la policía en Kandajar, al vice gobernador y al hermanastro del presidente Hamid Karzai.

Generales estadounidenses dicen que los ataques son un reflejo de la desesperación del Talibán. Pero otros opinan que son un indicio de que las milicias pueden infiltrar ahora las instituciones afganas e ingresar a partes de la capital, Kabul, que está bajo estrictas medidas de seguridad. El Talibán ha tomado además carreteras, limitando la capacidad de la gente de trasladarse.

Un sondeo nacional de la BBC y otros medios en el 2009 arrojó que 50% de los afganos dicen que la corrupción del gobierno y la policía había aumentado, y 63% dijeron que era un problema grave.

El presidente Karzai ha sido criticado por permitir que la corrupción se apodere del gobierno, y por amplio fraude en su campaña presidencial del 2009.

"El gobierno afgano ha respondido a la insurgencia reactivando milicias que amenazan las vidas de los afganos comunes", dijo en septiembre un informe de Human Rights Watch.

Muchos afganos temen un retorno a la guerra civil después del 2014, y culpan a Pakistán y a Estados Unidos y la OTAN por el resurgimiento del Talibán.

"Estados Unidos está ayudando a Pakistán, y Pakistán está ayudando al Talibán", dijo Hamidullah, un anciano residente del norteño Valle Panjshir que ha visto la guerra devastar su tierra.

Hamidi, la hija del alcalde de Kandajar, dice que escucha quejas similares. "Más y más se escucha la acusación de que ellos (las tropas internacionales) están en componenda con el Talibán".



KC
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