Reportajes

¿Por qué Justin Bieber es más influyente que Obama en Internet?

2012-04-25

Klout mide la influencia de la gente en Twitter según sus tweets, cómo lo hace y a...

Por JOHN BUSSEY, WSJ

Plataformas como Twitter y Facebook han creado una población de "ciudadanos influyentes" que ni son famosos ni están asociados a instituciones en particular. Su surgimiento también ha dado pie a una industria que mide su influencia y les dice a las compañías a cuál de todas estas voces acudir, según el rubro, para promocionar sus productos.

En los últimos años, empresas como Klout, PeerIndex, Appinions y PeopleBrowsr han desarrollado algoritmos que miden las miles de millones de veces que la gente envía tweets y publica o registra cualquier otra actividad en línea. También contabilizan las reacciones que generan estas personas y la influencia consiguiente que tienen en la web. Más aún, y lo que añade controversia al proceso, otorgan puntajes.

Más de 5,000 empresas —desde Disney hasta Audi, la marca de lujo de la automotriz alemana Volkswagen— ya han acudido a Klout, el líder del mercado, para identificar a personas "influyentes". La meta: encontrar a esa voz que hable de su producto y lo haga conocido en el ciberespacio.

Klout mide la influencia de la gente en Twitter según sus tweets, publicaciones y otras actividades en Internet para determinar sobre cuántas personas influye, cómo lo hace y a qué nivel. En su escala de 1 a 100 Justin Bieber es un 100.

"Este es un canal de marketing totalmente diferente", dice Mark Schaefer, académico de la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey, y destacado bloguero sobre redes sociales. "¿Cuándo fue la última vez que vimos algo parecido? Si se hace bien, puede ser enormemente efectivo porque se hace de manera orgánica".

En su nuevo libro titulado Return of Influence: The Revolutionary Power of Klout, Social Scoring, and Influence Marketing (algo así como El regreso de la influencia, el poder revolucionario de Klout, el puntaje social y el marketing de la influencia), Schaefer explica de una manera muy sencilla las dinámicas del mundo actual. En este universo, Audi, por ejemplo, encuentra a los blogueros correctos para impulsar su imagen en el mercado estadounidense.

Además de explicar en detalle varios casos de estudio y demostrar cómo las nuevas herramientas ya están transformando el marketing, Schaefer ofrece algunas advertencias sobre las limitaciones de los puntajes sociales.

El académico describe cómo la tecnología, aún es incipiente, entra en el juego. Explica por qué Justin Bieber tiene un puntaje de influencia mayor al del presidente estadounidense Barack Obama (el joven cantante, según las estadísticas, genera más acción en su zona de influencia en Internet). Schaefer también describe el rechazo popular al hecho de que los puntajes de influencia sean accesibles a cualquiera que los busque en línea.

También está sobre el tapete la práctica controversial de algunas empresas que ofrecen computadoras portátiles y entradas al cine para conquistar a las personas influyentes. Legiones de blogueros y usuarios de Twitter que cuentan con una amplia red de seguidores ahora pueden revisar su puntaje en Klout a diario. El libro de Schaefer ofrece consejos sobre cómo hacer crecer su puntaje.

Eso si lo que busca es vivir en Internet.

En Clawback, una novela de suspenso publicada recientemente en Estados Unidos por Mike Cooper, el protagonista quiere todo lo opuesto: el anonimato. Sildas Cade es un mercenario al que se le pide averiguar sobre la muerte misteriosa y prematura de un grupo de reconocidos inversionistas.

Clawback es un término en inglés que se refiere a recuperar dinero o beneficios gracias a circunstancias especiales y que se popularizó durante la crisis financiera de 2008, cuando los contribuyentes estadounidenses rescataban a Wall Street y cuestionaban los generosos paquetes de remuneración otorgados a los ejecutivos de los bancos. Desde entonces, accionistas de firmas como Goldman Sachs y Morgan Stanley han presionado para extender estas medidas y desalentar la asunción de riesgos excesivos.

La novela incluye un tiroteo salvaje y no intencionado entre ejecutivos de un fondo de cobertura y un banco, que sirve como otro recordatorio de los días darwinianos de 2008.

Clawback atraerá a todos aquellos que creen que muchos presidentes ejecutivos de grandes compañías no merecen lo que ganan y que a Wall Street le falta la supervisión de un grupo de adultos.



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