Internacional - Población

Violencia en Siria remece frágil estabilidad del Líbano

2012-05-23

Chiíes furiosos bloquearon carreteras en el sur de Beirut, en protesta por el secuestro en...

Dominic Evans

BEIRUT (Reuters) - Hombres armados se enfrentan diariamente en letales choques, manifestantes bloquean carreteras con neumáticos en llamas y políticos de la oposición exigen la caída del primer ministro libanés, acusando al Ejército de colaborar con otro país.

Las tensiones sectarias del frágil Líbano, una herida que permaneció abierta por dos décadas desde el fin de la guerra civil, fueron reavivadas por la turbulencia en su poderoso vecino, Siria, y amenazan con sumir al país en un período cada vez más caótico de disturbios.

En la ciudad norteña de Trípoli, donde los musulmanes suníes apoyan con firmeza el levantamiento de 14 meses contra el presidente de Siria, Bashar al-Assad, nueve personas murieron la semana pasada en enfrentamientos desencadenados por la detención de un activista opositor a Damasco.

La violencia se extendió a la capital el lunes cuando hombres armados se enfrentaron en un barrio de Beirut tras el asesinato de un clérigo suní, también opositor a Assad, a manos de soldados libaneses en un retén del Ejército en la provincia norteña de Akkar.

El martes, chiíes furiosos bloquearon carreteras en el sur de Beirut, en protesta por el secuestro en el norte de Siria de una decena de libaneses de su comunidad religiosa por rebeldes mayormente suníes que se levantaron contra Assad.

"Estamos entrando en una fase de inestabilidad prolongada en el Líbano. No hay forma directa en la que estos eventos puedan ser totalmente contenidos", dijo el analista de Eurasia Group Ayham Kamel.

El levantamiento en Siria obligó al primer ministro libanés, Najib Mikati, a realizar un acto de equilibrio casi imposible entre partidarios incondicionales y detractores de Assad en un país que fue dominado durante mucho tiempo por el poder militar de Damasco.

Mikati encarna algunas de las lealtades en conflicto. Es un musulmán suní de Trípoli, pero tiene vínculos estrechos con las autoridades de Damasco y sólo llegó al poder el año pasado después de que el movimiento chií Hezbolá y sus aliados cristianos derrocaron al Gobierno encabezado por Saad al-Hariri.

Ha promovido una política de "disociación" de los problemas de Siria, en un esfuerzo posiblemente condenado al fracaso por aislar a su país de los disturbios a lo largo de la frontera.

Temor guerra civil

Los choques se han desbordado a la frontera libanesa varias veces, junto con varios miles de refugiados sirios, cuya presencia en el norte del Líbano ha ayudado a inflamar la ira suní contra Assad.

El contrabando de armas es común y Siria ha acusado al Líbano de "incubar a los elementos terroristas" a los cuales responsabiliza por los disturbios.

El mes pasado el Ejército del Líbano requisó y exhibió tres contenedores llenos de armas libias que se sospecha iban a ser enviados a los rebeldes de Siria, poniendo de relieve tanto la magnitud del tráfico de armamento como los esfuerzos de las autoridades para frenar la actividad.

"No hay manera correcta de equilibrar estos intereses delicados", dijo el analista Kamel. "Va a ser muy difícil para el Gobierno apaciguar a la comunidad suní y al mismo tiempo, controlar o restringir el flujo de armas a Siria", comentó.

Hezbolá, un aliado de Assad que tiene dos ministros en el Gabinete del primer ministro Mikati, "quiere evitar cualquier tipo de apoyo efectivo real de la oposición siria que incline la balanza en terreno", dijo el analista de Sahar Attarache del International Crisis Group.

Sin embargo, los intentos por restringir el apoyo a los rebeldes sirios irritaron a los cada vez más envalentonados militantes islámicos suníes y rebeldes en el norte del Líbano, donde muchos se quejan de años de abandono por parte de los políticos en Beirut.

Cuatro países árabes del Golfo Pérsico - Kuwait, Qatar, Bahréin y los Emiratos Árabes Unidos - han pedido a sus ciudadanos que permanezcan lejos del Líbano, alegando motivos de seguridad, y el rey Abdullah de Arabia Saudita dijo que la "sombra de la guerra civil" se cierne sobre el pequeño país.

En medio de los crecientes temores de inestabilidad, Hezbolá - cuyos partidarios tomaron el control del oeste de Beirut hace cuatro años en el último combate importante en la capital - ha tratado de calmar la atmósfera febril.

Su líder, Sayyed Hassan Nasrallah hizo un llamado a la moderación el martes después del secuestro de 13 chiíes libaneses en Siria, y evitó quedar vinculado a los choques en Beirut del lunes.

"Hezbolá va a quedarse de brazos cruzados. No va a hacer nada. El Modus operandi de Hezbolá ha sido siempre de no ser arrastrado a la lucha sectaria", dijo Amal Saad Ghorayeb, autora de un libro sobre el movimiento chií.

"Siempre y cuando estos grupos no representen una amenaza a la resistencia de Hezbolá (a Israel), no hay manera de que Hezbolá se vea arrastrado sólo por algunas muertes", declaró.



KC
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