Reportajes

Invirtieron en la idea de un ser querido y ganaron

2012-05-31

El ex banquero acordó financiar la iniciativa, pero reconoce que si la propuesta hubiera...

Brad Reagan / WSJ

No hay duda de que al invertir en el negocio de un ser querido uno pone en riesgo no sólo su dinero sino también la relación con dicha persona. Pero las cosas no siempre terminan en desastre. Es más, en algunos casos la inversión rinde frutos de forma fenomenal.

De hecho, algunas de las historias de pequeños negocios más exitosas empezaron con una gran apuesta de un amigo o familiar en algo que parecía destinado al fracaso. Sus relatos ofrecen una guía para aquellos que están a punto de firmar un cheque o pedir uno.

¿Cómo le dice 'no' a su hija?

Cuando en 2000 Peter Levy, un ex banquero de Goldman Sachs y ejecutivo en un fondo de cobertura de 76 años, escuchó una propuesta para invertir en un boletín electrónico sobre consejos de compras su reacción fue escéptica. "Pensé que era mejor invertir en petróleo o acero, algo que entendía", recuerda. Sólo había un problema, la aspirante a emprendedora era su hija Dany, quien quería dejar su puesto de editora en una revista en Nueva York y lanzar el boletín con información exclusiva sobre venta de muestras de diseñadores, restaurantes populares y eventos. Lo llamó Daily Candy. Para convencer a su padre, un aficionado a las antigüedades, le hizo una demostración de un popular sitio web llamado eBay.

El ex banquero acordó financiar la iniciativa, pero reconoce que si la propuesta hubiera venido de un extraño no lo hubiera hecho. Levy sabía que su hija era responsable con el dinero y confiaba en que esa cualidad se trasladaría al negocio. Además, la conectó con un asesor financiero.

Al comienzo, la iniciativa sufrió de problema técnicos y Dany agotó la primera ronda de inversión de su padre, por lo que tuvo que acudir a su madre por ayuda. Catherine Goldschmidt, quien estaba divorciada del padre de Dany, dijo que tampoco entendía mucho el negocio pero invirtió por fe en su hija.

Esta segunda inyección mantuvo el negocio a flote y posteriormente Daily Candy despegó, primero como un boletín de tendencias en Nueva York y luego como una guía de estilo de vida para mujeres en todo Estados Unidos.

En 2003, el grupo de inversión Pilot Group Ventures compró Daily Candy por US$3 millones. Los padres de Levy recibieron cuatro veces su inversión inicial y quisieron permanecer como socios en el negocio. Sin embargo, Pilot insistió en que sólo Dany, hoy de 39 años, quedara como la única accionista externa. En 2008, Pilot vendió Daily Candy a Comcast Corp. por US$125 millones.

Levy ya no está afiliada al boletín que fundó. Hoy prepara una revista para el iPad llamada Punch, en la que nuevamente sus padres son los inversionistas iniciales.

¿Lo lograrán?

Algunas veces los emprendedores no planean acudir a su familia y amigos pero no tienen otra opción.

Cuando los hermanos Kai y Charles Huang decidieron en 2001 lanzar su propio negocio, poco después del estallido de la burbuja de Internet, el dinero de los inversionistas se había secado. Así que acudieron a la comunidad chino-americana a la que pertenecen en el norte de California, incluyendo sus padres, tíos y amigos de la universidad. Los Huang redactaron un plan de negocios de 15 páginas que incluía una valuación de la empresa y un bosquejo de cómo pretendían fundar un negocio que era como Netflix (el sitio web de alquiler de películas), pero para videojuegos.

En total, recaudaron cerca de US$1,8 millones, incluyendo unos US$150.000 de un tío en China que no hablaba inglés ni usaba Internet.

Durante los primeros cinco años, pareció que los inversionistas habían hecho una mala apuesta. La empresa estuvo al borde de la quiebra tres veces y los hermanos asumieron más deuda, incluidos US$100.000 en tarjetas de crédito, conforme el negocio se deterioraba.

"Lo curioso de tener familiares y amigos como inversionistas es que los ves todo el tiempo e inevitablemente te preguntan: '¿Cómo va el negocio?'", dice Kai, de 39 años.

La respuesta no era buena.

En 2004, los Huang decidieron ingresar en el negocio de la publicación de videojuegos con un énfasis en los títulos musicales que eran muy populares en Japón. Se asociaron con un desarrollador para crear el software, mientras que ellos se encargaron de los accesorios para el juego, al que llamaron "Guitar Hero".

En la Navidad de 2005, el juego fue un fenómeno. Para 2006, varias firmas querían comprar su empresa, RedOctane. En mayo de ese año, Activision Blizzard Inc. pagó, según reportes, US$100 millones en efectivo y acciones por la firma de los Huang, quienes no pueden revelar datos financieros, pero aseguran que los inversionistas quedaron extremadamente felices con el resultado. "En las reuniones familiares somos mucho más populares", dice Charles.

¿Un auto deportivo o una cadena de cafeterías?

En 1985, Ron Margolis, un obstetra de Seattle, planeaba gastar la ganancia de una buena inversión en acciones en un Ferrari, pero su esposa lo convenció de que se reuniera con el esposo de una amiga para hablar de una oportunidad de negocios. El emprendedor Howard Schultz estaba en el proceso de crear una cadena de cafeterías llamada Il Giornale, inspirada en los bares de cafés que había visto en Italia. Margolis firmó un cheque por US$250.000.

Schultz le pidió al obstetra que le ayudara a buscar otros inversionistas entre sus colegas, pero Margolis dice que de los cerca de 40 doctores a los que les propuso el negocio ninguno quiso invertir. Aun así, la empresa creció rápidamente y después adquirió otra cadena de cafeterías con un nombre mejor: Starbucks.

Margolis, ahora de 70 años, dice que aceptó invertir en la iniciativa de Schultz siguiendo una lista simple de criterios: "¿Es honesta la persona? ¿Tiene gran pasión por lo que hace? ¿Lo que propone es suficientemente simple para que yo lo entienda?"

Su inversión en Starbucks le representó decenas de millones de dólares y el éxito de la empresa le ha permitido reservar dinero para heredarle a su hija, una profesora.

Préstamos de conocidos: Lo que debe y no debe hacer

No es fácil pedirle a un conocido o familiar un préstamo. El proceso puede sacar a relucir sentimientos negativos y dejar a las dos partes descontentas con los resultados

Un paso importante es tratar al prestamista como un participante independiente, recomienda Joseph Astrachan, director ejecutivo de Cox Family Enterprise Center de la Escuela de Negocios Coles en Georgia.

En otras palabras, no dependa de su historial con el prestamista para cerrar el acuerdo y no juegue con las emociones para conseguir lo que quiere.

Estos son consejos para mantener una relación lo más profesional posible.

Póngase en los zapatos del prestamista: Imagínese lo que la persona a la que le pide dinero pensará. Si estuviera en su posición ¿qué preguntaría? ¿qué dudas tendría? Anticipe cualquier pregunta y preocupación y redacte un plan de negocios y de pagos claro para aliviar esas inquietudes, dice Charles Matthews, profesor de emprendimiento y estrategia de la Universidad de Cincinnati.

Pida el préstamo como si estuviera en un banco: Establezca tasas de interés, de modo que el prestamista no sienta que usted se está aprovechando, señala Carmen Bianchi, presidenta del Instituto de Firmas Familiares en Boston.

Use un abogado: "Uno de los mayores lamentos de las personas es que no tenían un acuerdo adecuado por escrito", dice Doug Hickok, asesor de negocios de Virginia.

Pida prestado más de lo que necesita: A menudo, un deudor subestima lo que cuesta formar una empresa, dice Ted Sarenski, miembro del Instituto Estadounidense de Contadores Públicos. Si su negocio se queda sin fondos, su prestamista puede creer que usted es un mal gerente. Sea más conservador en la proyección de ingresos y más audaz en la proyección de gastos.

Asuma lo peor: ¿Qué pasa si no puede devolver el préstamo? ¿Pone esto en peligro su relación con la persona que le prestó el dinero? Son preguntas importantes porque pasa a menudo, dice Charles Oransky, abogado especializado en derecho corporativo de Nueva Jersey. Dependiendo de la respuesta, puede que usted quiera o no proceder con el préstamo.



KC
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