Reportajes

Cuando decir groserías puede impulsar o arruinar su carrera

2012-06-04

Bartz solía usar palabras obscenas para animar a empleados a que superaran a los...

Por JOANN S. LUBLIN, WSJ

A Carol Bartz, quien fue despedida de Yahoo Inc. en septiembre del año pasado, le habría gustado cambiar algo de su período al frente de la compañía de Internet.

"Probablemente no habría usado" malas palabras, confesó durante una conferencia sobre mujeres en la economía organizada por The Wall Street Journal a fines de mayo. Directivos de Yahoo le aconsejaron una y otra vez que se abstuviera de usar términos groseros, cuentan personas al tanto de la situación.

Bartz, de 63 años, solía también usar palabras obscenas para animar a empleados a que superaran a los competidores durante su exitoso paso por Autodesk Inc., empresa que condujo durante 14 años. Los trabajadores allí "me adoraban", aseguró la ex ejecutiva. Las malas palabras "muestran pasión y compromiso".

Carol Bartz, ex presidenta ejecutiva de Yahoo, solía usar malas palabras con frecuencia en el trabajo.

Usualmente, decir palabrotas en el trabajo puede hundir la carrera de cualquiera. Los gerentes que no miden su lenguaje se muestran poco profesionales y fuera de control, señalan los asesores y reclutadores de ejecutivos.

No obstante, ese no siempre es el caso. Dicho en el momento y lugar adecuados, una mala palabra bien escogida puede motivar a un equipo, disolver la tensión o ganarse a una audiencia.

"Las compañías cada vez más prefieren líderes auténticos", asegura Jeffrey Cohn, un experto en planificación de sucesión de presidentes ejecutivos. "Utilizar un lenguaje grotesco puede ser provechoso para usted, siempre y cuando también demuestre empatía y buen criterio empresarial".

Por otro lado, soltar una grosería durante una entrevista de trabajo casi siempre es una mala idea, aunque no todos lo entienden así.

Un director financiero en la industria hotelera perdió la oportunidad de ocupar el mismo puesto en una empresa competidora cuando durante la entrevista describió a su jefe en términos profanos "al cabo de diez minutos de conocerme", recuerda Jane Howze, directora gerente de la firma de búsqueda de ejecutivos Alexander Group, con sede en Houston.

"Me dije: 'Este tipo no tiene inteligencia emocional'", cuenta.

Aun así, Howze dice que ha recomendado a altos puestos candidatos que han usado ocasionalmente una mala palabra para describir sus logros profesionales de manera más enfática.

En el caso de Brent Sherwin, subdirector de una de las divisiones de la compañía de alimentos Schwan Food Co., decir groserías es parte de su personalidad. A los camioneros de la empresa todavía "les encanta escucharme decir malas palabras", afirma el ejecutivo.

Aun así, su jefe lo regañó por no controlar su lenguaje durante presentaciones con grandes grupos de personas en las que participaban ejecutivos. Con la ayuda de un asesor de carreras, cuenta Sherwin, aprendió que decir groserías en el trabajo es como añadirle condimentos picantes a una comida. "Usado con moderación, es muy efectivo".

Cuando se dirigió al público durante una reunión de ventas en diciembre, Sherwin soltó sólo una mala palabra. Esperó hasta el final para animar a los trabajadores a ganarle a la competencia. Logró su cometido: "Hasta los ejecutivos de mayor rango se pararon y aplaudieron", recuerda.

No obstante, las ejecutivas que hablan con obscenidades afrontan mayores riesgos a sus carreras que sus colegas hombres.

"No se considera apropiado que una mujer diga malas palabras", señala Dee Soder, socia gerente de CEO Perspective Group, una firma de asesoría de ejecutivos. "Hay un estándar más alto para las mujeres".

De hecho, durante la conferencia de The Wall Street Journal increparon a Bartz sobre su uso frecuente de palabrotas durante su liderazgo de Yahoo.

"¿Y acaso no lo hace Jack Welch?", respondió, refiriéndose al ex líder del conglomerado estadounidense General Electric Co. Welch no quiso comentar al respecto.

Igualmente importante es saber identificar cuál es la actitud hacia las malas palabras en un lugar de trabajo en particular. El uso de groserías sigue siendo común en agencias de talentos, firmas de consultoría gerencial, bancos de inversión, medios de comunicación, fabricantes de bienes pesados y estudios de cine.

La geografía también es un factor importante. Las malas palabras "ayudaron a definir mi carrera en Inglaterra porque todo mundo dice groserías", recuerda un ejecutivo británico de la industria de la publicidad que es muy exitoso.

Sin embargo, las cosas cambiaron cuando el profesional se mudó hace seis años a la ciudad de Nueva York. Sus compañeros estadounidenses le advirtieron que su lenguaje sin tapujos hacía que otras personas se sintieran incómodas, cuenta. "Simplemente lo atenué", explica.



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