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Hace falta más que el oro para convertirse en héroe

2012-08-10

El oro de Limardo, en espada individual, fue el primero para Venezuela en 44 años. El...

Por Kevin Liffey, Reuters

LONDRES (Reuters) - Cuando el esgrimista Rubén Limardo partió a los Juegos Olímpicos de Londres, nunca se imaginó que sería aplaudido en las calles de la capital venezolana, Caracas, al regresar, y menos que recibiría un homenaje del presidente Hugo Chávez.

La atleta Shin A-lam tampoco podría haber sabido que una hora de llanto y protesta solitaria por la pérdida de una competencia la haría conocida ante millones de personas y pondría el esgrima en el mapa de Corea del Sur.

Muchos de los medallistas de Londres verán su éxito recompensado con dinero y gloria en sus países natales, pero apenas unos cuantos se han ganado los corazones y levantaron los espíritus de los Juegos con su determinación o pésima suerte.

El oro de Limardo, en espada individual, fue el primero para Venezuela en 44 años. El presidente Chávez le entregó una réplica de la espada usada por el héroe de la independencia sudamericano Simón Bolívar.

Limardo también encantó a Londres al llevar su medalla mientras iba por el sistema de metros de la ciudad, posando en fotos con los pasajeros y enseñándoles cánticos deportivos venezolanos. El sitio de noticias estadounidense Gawker dijo que una imagen publicada en internet fue "la mejor toma de los Olímpicos vista hasta ahora".

Corea del Sur tuvo una aumento de su simpatía por Shin, quien se sentó en medio de la pista llorando luego de perder su semifinal, y se rehusó a dejar el lugar porque retirarse habría significado aceptar la decisión de los jueces.

Los tuits y los comentarios en Facebook le dieron la razón, pero además el propio esgrima salió de entre las sombras en Corea del Sur. La prensa local reportó que ahora todos querían aprender el deporte.

Su compatriota Yang Hak-seon apareció más adelante en las páginas deportivas no sólo al conseguir el primer oro para Corea del Sur en gimnasia, con un salto que ella misma inventó, sino porque se supo que usaba el dinero ganado para ayudar a su familia, que era tan pobre que por un tiempo tuvo que vivir en el invernadero de una granja.

¿Su recompensa? 100 millones de wones (90.000 dólares) de su federación y suministros de fideos asiáticos ramen de por vida de su patrocinador.

PAQUETES DE HOJUELAS DE MAIZ

Una fama y riqueza perennes esperan ahora a algunos de los grandes nombres de los Juegos.

La gimnasta estadounidense Gabby Douglas se convirtió en la novia olímpica de su país de la noche a la mañana cuando obtuvo el oro en la competencia individual con una sonrisa ganadora.

Su cara aparecía en los paquetes de una marca conocida de hojuelas de maíz horas después de su victoria y expertos dijeron que su potencial de ganancias fluctuaba en entre 5 y 10 millones de dólares para los próximos cuatro años.

"La medalla de oro sola no te lleva a la primera base del márketing. Es la personalidad que va con ella", dijo Lynn Lashbrook, una agente deportiva en Portland, Oregon.

"No puedo pensar en otra persona que caiga en esta categoría: mujer, joven, elocuente, una gran sonrisa, esto es único", aseveró.

La nadadora estadounidense Missy Franklin, con 17 años y apenas un año mayor que Douglas, llegó a los titulares por elegir un camino muy diferente.

Simpática, telegénica y ganadora de cuatro preseas de oro en Londres, terminó dándole la espalda a la publicidad para seguir pasándola bien nadando como amateur en una universidad estadounidense.

Los atletas olímpicos de China habrían visto en casa las barreras frecuentes del comunismo, pero ahora esperan recompensas materiales además de la adulación nacional.

Lin Dan se ha convertido en "súper-Dan" en los medios chinos por defender con éxito el título en badminton.

Y al mismo tiempo, impulsó de la noche a la mañana en un 12 por ciento el precio de las acciones del patrocinador de su equipo, la firma de productos deportivos fundada en 1984 por el triple medallista de oro Li Ning.



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